En la última semana de diciembre una fuerza magnética distribuye a los seres humanos occidentales bajo las alas del rito católico, entre el sometimiento a la fiesta tradicional en familia y a las tareas de resistencia frente a un calendario sobrecargado de alegría obligatoria. Esa alegría era la que buscaba el protagonista de la película “El Extraño Mundo de Jack” también traducida como “Pesadilla antes de navidad”, escrita por Tim Burton y estrenada en 1993, hace casi 30 años. 

Eran los primeros pasos del stop motion y el personaje principal, Jack Skellington, habitante de la tierra de Halloween y maestro del miedo, caía azarosamente en un mundo inédito para él en donde reinaba la alegría: la tierra de la navidad. En la primera escena,  una voz en off plantea el primer interrogante del film:  ¿Tal vez te has preguntado por el mundo de las fiestas? Tres décadas después esta pregunta conserva vigencia, la palabra “fiestas” en la última quincena de diciembre queda raquítica de polisemia, todos los caminos conducen al turrón y a la pirotecnia.

¿Que es? se pregunta Jack cuando aterriza en la navidad yanqui, de nieve, pinos y envoltorios extravagantes. Lo hace a través de una canción, una de las tantas que componen la película y que están comandadas por el extraordinario Danny Elfamn.

¿Qué es? Nos podríamos preguntar si fuésemos ese esqueleto habitante de otros mundos aterrizando en este. ¿Qué veríamos si fuésemos Jack aterrizando en estas fiestas versión 2021?: El repuntamiento de las tradiciones más rancias, el consumismo con bolsillos destartalados pero entregados al crédito, el pico de los trabajos de cuidado, los juguetes exacerbando el binarismo de género y el ensamblaje familiar a presión. También veríamos la estúpida y sensual contradicción de que a pesar de ver todo el show montado algo en los huesos se afloja. Pero la pregunta es ¿Dónde está la alegría que buscaba Jack?

Hoy, 24 de diciembre, quienes elegimos el camino de los feminismos aguafiestas, estamos frente a un terreno minado en donde no hay donde pisar sin sufrir como mínimo el impacto de una esfera navideña. Sin embargo hay esperanza y no todo está perdido.

Las12 propone cinco estrategias para evitar el estrés y que el caballo de troya de las fiestas no se nos meta de prepo en la vida feminista que supimos construir.

Improvisar: Desterrar la organización previa y decidir a último momento en donde pasar la navidad, evitar esos acuerdos en donde todo se divide en dos, una elección en general alentada por el germen de la pareja: “Un día vamos a la casa de tu familia y el otro al de la mía”. No. 

Fingir inutilidad: Si la elección es ser parte de la mesa familiar recurrir a la improductividad puede hacer que te expulsen antes de que tengas que hacer nada como arruinar la conversación de sobremesa. La idea es no hacerse cargo de ninguna gestión culinaria. No tomar tareas que impliquen encender el horno o las hornallas, seguir recetas por internet o encargar productos alimenticios. Eso sí, no olvidar gestionar los placeres colectivos que pueden incluir a más feministas dentro de la mesa familiar.

Fiestas libres de regalos: Intentar no entrar en el “regalo algo chiquito” ni tampoco dejarse vencer por la culpa de ir con las manos vacías. Que las manos vacías sirvan para aplaudir a lxs familiares ejemplares que llevan regalos y los ponen bien rapidito abajo del arbolito. No caer en la trampa de que les niñes son quienes tienen derecho a los regalos. Patear los regalos para más adelante, al mundo del olvido.

Cara de orto: Frente a los chistes de machirulo se acude a generar la mayor incomodidad posible sin tapujos. Cuanto más incomodidad genere la cara de orto, el silencio o las contestaciones no pedagógicas, mejor. Mencionar que esta semana se cumple un año de la ley del aborto no falla ;)

Confiscar la pirotecnia: Un pequeño acto vandálico pero de justicia social sobre todo hacia las especies compañeras, es aprovechar cualquier momento para esconder o mojar todos los dispositivos que generen llamas, chispas o ruidos.

LAS AGUAFIESTAS

El forúnculo de Betty Friedan es una imagen que aparece en su libro “La mística de la femenidad” para referirse a aquello que está latente, a punto de explotar detrás de la feliz ama de casa estadounidense: “En 1960, el malestar que no tiene nombre reventó como un forúnculo, destrozando la imagen de la feliz ama de casa estadounidense. En los anuncios de televisión, las hermosas amas de casa seguían sonriendo […]. Pero de repente se empezó a hablar de la infelicidad real del ama de casa […], aunque casi todo el mundo que aludía a aquel tema hallaba alguna razón superficial para restarle importancia” dice uno de los epígrafes del libro “La promesa de la felicidad” de Sara Ahmed, en donde ahonda sobre justamente la fantasía que enmascara el trabajo con la felicidad. 

¿Es posible que la imagen del forúnculo de Friedan se traslade de la ama de casa a las fiestas?: “El ama de casa feliz es una figura de fantasía que encubre los signos del trabajo con el signo de la felicidad. La afirmación de que las mujeres son felices y de que esta felicidad radica en las tareas que hacen, permite justificar una división del trabajo en función del género; no como un producto de la naturaleza, la ley o el deber, sino más bien como la expresión de un anhelo y un deseo colectivo”.

¿Qué hay detrás de esta fecha que funciona como proclamación de felicidad? ¿Si estamos por fuera de las fiestas somos infelices? Por eso, Amhed recupera a la feminista aguafiesta para apropiarse de esta figura y decir: si los temas que ponemos en agenda desde los feminismos privan del disfrute a otrxs, entonces vamos a privarlos del disfrute. Pero luego de eso, viene el costo que tiene poder llevar en el cuerpo a la feminista aguafiesta, que es quien arruina la cena navideña. Porque digámoslo todo: no deja de ser duro y doloroso cargarse la felicidad de lxs otros, incluso cuando esa felicidad esta encarnada por los machirulos cuya felicidad apesta.

¿Cómo llevar con altura a la feminista aguafiesta y no morir en el intento?

*Recordar que la estrategia de apropiarse de términos negativos o enunciados negativamente es el resultado de una lucha por la existencia desde los feminismos y desde el activismo LGBTIQ+. Sucedió, por ejemplo, con términos como “puto”, “tortillera” o “gorda” que fueron utilizados como insultos y luego puestos al servicio de un posicionamiento político y de lucha por parte de la militancia de gays, lesbianas y el activismo gordo.

*Encontrar otras aguafiestas: puede suceder que una prima lejana o un nuevo pariente esté andando por las arenas de “arruinar la cena”, un match entre aguafiestas sin duda es una noche navideña inolvidable.

*Traer a la mesa temas como las violencias hacia los cuerpos feminizados y a las distintas identidades de la comunidad LGTBIQ+, la desaparición de Tehuel que aún no tiene respuesta, la violencia económica que significa la deuda, la lucha del pueblo chubutense por el “no a la mina” y el triunfo de la izquierda en Chile.

*Matar las alegrías de los sistemas opresivos es un placer en sí mismo. Ser feminista aguafiestas puede ser placentero.

*Atención a la captación de posibles aguafiestas, sobre todo niñes que pueden constituir un semillero muy necesario para el futuro. Temas de conversación: Educación Sexual Integral

OTROS PARENTESCOS

En “Seguir con el problema” Donna Haraway escribe sobre cómo generar en este presente denso respuestas potentes a acontecimientos devastadores, aquietar aguas turbulentas y construir lugares tranquilos. Un lugar tranquilo para estas fechas es también deshacerse de los mandatos familiares y de la familia nuclear como estructura única para refugiarse en un diciembre agotador. En convivencia con una pandemia que continúa acechando, entre protocolos y contactos estrechos la pregunta sobre con quién y cómo pasar las fiestas es también agotadora. ¿Cómo hacerle lugar a la ternura? ¿Cómo nos acompañamos entre amigues, amantes y otros parentescos cargando los cuerpos como si fuesen propios? Las respuestas pueden estar en el mismo compartimento que las de la pregunta de Jack ¿Qué es?. Y frente a lo desconocido asumir el riesgo hasta puede ser divertido.

Última tanda de herramientas (un poco más osadas)

Pasar la noche buena con tu especie compañera en la cama haciéndose mimos mutuos con la canción “Happy” del último disco de Danny Elfman, Big Mess.

Unirse a otros parentescos que te queden cerca del barrio, la impunidad de no ser parte de la familia puede abrir caminos maravillosos. Llevar Sidra.

Elegir el camino del porno feminista. Tal vez terminar el año con un autoregalo de contenido cachondo augure un 2022 húmedo y erótico.

Maratón de series que no tengan vínculo argumental con la navidad. Un brainstorming cortito y al pie: Chucky de 8 episodios o The Beatles: Get Back de 3 capítulos (468 minutos)

Pasar las fiestas y que sea un movimiento sin remordimientos, duelar esa familiaridad fracturada y abrirse a otros parentescos, que el calendario no nos haga sentir el agua al cuello porque no encontramos esa alegría forúnculo. También se puede estar triste y en realidad también puede ser más cansancio que tristeza, porque los cuerpos aterrizan en este arbitrario punto de llegada como se puede y con lo que se tiene. ¡Que el cansancio y la fatiga también sean parte de las fiestas!

Felíz navidark! (Santa Baby por Miley Cyrus en versión feminista)