El pasado viernes 17 de diciembre se llevó a cabo la presentación internacional del libro Lacan Hispano realizado bajo la dirección de Alejandra Glaze y Jacques-Alain Miller por Grama Ediciones. Luego de las emocionadas palabras de Glaze intervino Alain Miller, quien respondió preguntas hasta las 20 cuando la reunión se había iniciado a las 16.

En la tapa debajo de la foto de Jacques Lacan en Caracas en 1980 reza “Ustedes, al parecer, son mis lectores”, en referencia a la cantidad de analistas latinoamericanos que fueron a escucharlo en esa ocasión a esa ciudad.

 “Lacan Hispano es un homenaje (hoy) al psicoanalista francés a cuarenta años de su fallecimiento, para destacar la influencia de su enseñanza en los países de lengua castellana y en quienes orientados por Jacques-Alain Miller seguimos anudados a su discurso”, decía en la invitación a dicha presentación.

Para continuar diciendo: “Más de setenta psicoanalistas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis o ligados transferencialmente a ella han escrito acerca de Jacques Lacan para este volumen, y recuerdan con sentidas semblanzas a su hija Judith Miller, quien junto a Jacques-Alain Miller mantienen vivo el psicoanálisis de orientación lacaniana en el mundo, y especialmente en los países que hablan la lengua de Cervantes”.

Abre el libro el texto de Alejandra Glaze “Lacan hispano. El estilo de un legado”, para luego distribuirse numerosos artículos de psicoanalistas de la AMP en seis capítulos: Lecturas lacanianas, Lacan y las instituciones analíticas, Lacan y…, Lacan y la sexuación, Psicoanálisis y Política, y Judith, la presencia de un deseo.

De esa extensa y maratónica tarde, quiero transcribir a continuación una carta que leyó J.-A. Miller, que le dirigió Lacan a los 17 años, un adolescente, a su querido padre, en la que ya no sólo se vislumbra el hombre en que ha de convertirse, sino una posición clara y ética respecto de su relación al saber que recibe, y ciertas ironías que se leen en ella sobre el mundo francés en el que se desarrolla:

 “Mi querido papito (Mon cher petit père): Mi personalidad consiste en que rechazo el dejarme meter cosas en la cabeza por otros según el método científico. Miro primero lo que son los fenómenos y después estudio las leyes a las cuales obedecen. Y después puedo pensar en modificarlas si así es mi interés.

Respeto a la tradición porque, al menos en parte, está constituida de conceptos y de costumbres que son buenas para el hombre porque sin eso no hubiera subsistido. Estoy demasiado convencido de las teorías evolucionistas… Pero cuando veo gente conservadora acumular todos los obstáculos en frente de las fuerzas lentas que hacen evolucionar la sociedad, en ese momento detesto la tradición retrógrada y esas fuerzas acumulándose terminan necesariamente expandiéndose de una manera brusca y nefasta.

Así, tú puedes ver que sí estoy a favor de las revoluciones lentas preparadas con cuidado y conforme a las realidades y no a las utopías ridículas de los desfavorecidos. Y, felizmente, está presente en el carácter francés querer transformar las costumbres de un pueblo y sus ideas con leyes y con decretos. Artículo 1: todos los franceses van a ser virtuosos. Artículo 2: todos los franceses van a ser felices. Es el tipo de todas nuestras reformas que se trata de política, de colonización o de educación.

Y lo más importante, tengo horror al principio de autoridad. No es porque un hombre se llama Bossuet, Voltaire o Auguste Comte que tiene razón. Tampoco si tiene tal o cual alto grado de la universidad. Y si quieres confrontarme a lo que quiero decirte, será necesario para mí tener un cierto coraje porque bajo un régimen llamado democrático no hay nación más jerarquizada que la Francia.”

Si bien en esta carta hay conceptos que pueden discutirse o que llevarían al debate, es importante decir que fue escrita a los 17 años, es decir en 1918, por un pensamiento juvenil pero indudablemente prometedor.

*Psicoanalista. Participante en EOL Sección Rosario.