A más de dos años del calvario que padecieron Norma Quiroga y su hija, ayer fue condenado a prisión perpetua Rubén González, esposo y padre de las mujeres. La seguidilla de hechos de violencia a la que fueron sometidas en 2019, incluida la privación de la libertad, terminó con el femicidio de Norma, de 53 años, a quien el acusado golpeó y abusó sexualmente, para luego estrangularla. Durante un mes, ella y su hija Laura, que ahora tiene 34 años, fueron encerradas, privadas de salud y alimentos, en su casa de Pasaje 1821 al 6200. Tras el debate oral en el que el fiscal Gastón Ávila habló de violencia física, psicológica y económica, el fallo del tribunal integrado por Rodolfo Zvala, Nicolás Vico Gimena e Ismael Manfrín fue unánime.
El 28 de agosto de 2019, el cuerpo de Norma fue encontrado sin vida, con signos de violencia, abuso y asfixia en una vivienda social ubicada en el barrio de la comunidad Qom. Laura también estaba en la casa, desnutrida y en estado de total vulnerabilidad. Hacía un mes que ambas habían sido encerradas en la casa, donde las puertas y ventanas estaban tapadas. En el inicio del debate, el fiscal adelantó que los hechos que se conocerían "podrían ser parte de una novela de terror".
El padecimiento de las dos mujeres quedó evidenciado con los elementos de prueba que reunió Ávila para el juicio, donde habló de "tormentos, sufrimiento, maltrato". González fue acusado no solo de mantener amenazadas de muerte a su pareja y su hija si llegaban a salir de la casa, sino que para asegurarse de eso tapió las ventanas y puertas.
La familia perteneciente a la comunidad Qom llegó a Rosario, desde Chaco, cuando Laura era una niña. "Se instalaron en la periferia de la ciudad, primero en la casa de un hermano del imputado y luego en una vivienda social, en la que ocurrieron los hechos. Desde los inicios de la relación entre el acusado y Norma, pero especialmente en los últimos años, hubo violencia de género física, psicológica, sexual y económica, ejercida por González", aseguró el fiscal sobre lo que arrojó la investigación.
También mencionó que en 2013, la víctima descubrió una relación paralela del hombre, en Bahía Blanca, y González se fue a vivir a esa localidad durante unos cuatro años. Pero, "en 2017 volvió, y con él volvieron sus tormentos. Sometió a su pareja e hija a situaciones de maltrato y violencia". Mientras las mantuvo encerradas, Norma recibía palizas "de manera reiterada", reveló.
En su alegato el fiscal aseguró que las víctimas fueron "colocadas -por el acusado- en una situación de desamparo, privadas de su libertad e imposibilitadas de procurarse el alimento. Pero además, el acusado las privaba de atención médica por las complicaciones de salud que derivaban de la situación en la que él mismo las colocaba".
Sobre el día del femicidio de Norma, en el juicio quedó detallado que alrededor de las 19.30, "antes de estrangularla y sofocarla hasta asfixiarla, (el imputado) la accedió sexualmente con un objeto contundente y como si fuera poco le dio una paliza".
La hija de la pareja, quien sufrió graves problemas de salud como consecuencia de malos tratos, fue "la principal testigo". Sin embargo, su testimonio en el juicio se hizo mediante la grabación de cámara Gesell, ante su situación de especial vulnerabilidad.
Los delitos por los que fue condenado el agresor son la "privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida mediante amenazas y violencias y por haber causado un grave daño a la salud; abandono de persona agravado por el vínculo; abuso sexual agravado por resultar un grave daño a a la salud de la víctima, y homicidio calificado por el vínculo de pareja y por haber sido cometido por un hombre contra una mujer mediando violencia de género".