El cierre del año deja más dudas que certezas para la economía global del 2022. La pandemia del coronavirus no terminó en 2021 a pesar de lo que se pronosticaba a mitad de año. Los países desarrollados enfrentan nuevos picos de casos y algunos países europeos comenzaron a aplicar otra vez restricciones a la circulación.
La Organización Mundial de la Salud recomienda reducir al máximo el contacto para las fiestas de fin de año y en economías como la de Estados Unidos la variante Omicron enciende las alarmas. En las últimas dos semanas Nueva York volvió a ser el foco de atención.
En los países pobres las cosas transcurren como al comienzo de la crisis sanitaria debido a que las tasas de vacunación continúan en cifra ridículamente bajas. La vulnerabilidad de algunas economías como las africanas provoca escozor.
Los últimos datos del proyecto Our World in Data muestran que países como Senegal no llegan al 5 por ciento de población doblemente vacunada y en su conjunto el continente Africano presenta un nivel de vacunación completa cercano al 8 por ciento.
Los mecanismos de solidaridad global fallaron rotundamente para alcanzar con protección sanitaria a las regiones de menores ingresos y nada hace pensar que en 2022 la falta de coordinación internacional pueda resolverse en favor de los países vulnerables.
Para las economías avanzadas los problemas tampoco están resueltos. Las cifras de población vacunada con al menos dos dosis parten de un piso alto del 60 por ciento y en algunos casos supera el 80 por ciento. Pero la reticencia del resto de la población a aplicarse las inyecciones lleva a que el virus tenga tierra fértil para circular.
En este panorama de incertidumbre sanitaria se suman para el próximo año los conflictos para la producción, la inversión y el empleo acumulados en estos dos años de pandemia del coronavirus. Desde los cuellos de botella y descoordinación de la cadena de transporte global hasta la fuerte suba de precios para rubros claves como el de alimentos o energía.
En Estados Unidos, por ejemplo, las autoridades económicas no terminan de decidirse qué pasará con la inflación, la cual alcanzó los niveles más elevados en varias décadas.
Al principio se apoyó la hipótesis de un rebote de precios transitorio. Aunque a medida que pasan los meses estas lecturas no parecen ganar apoyo sino que comienza a cuestionarse.
La Reserva Federal busca realizar tres subas de la tasa de interés en 2022, cuando hasta el mes pasado pensaba hacerlo solamente una vez. Los aumentos proyectados ubicarían los retornos de la tasa de interés en torno del 1 por ciento, lo cual es bajo en términos históricos.
¿Pero qué pasa si terminan siendo mayores? La inflación interanual del 6,8 de noviembre tomó a muchos por sorpresa. No se veían esos valores desde 1982. ¿Y si sigue subiendo? El siguiente desafío sería la deuda de las corporaciones, los gobiernos y las familias.
Los niveles de endeudamiento internacionales se ubican en picos históricos, según las cifras del Instituto Internacional de Finanzas, y un incremento en la tasa libre de riesgo de Estados Unidos es un problema para asegurar el refinanciamiento de estos pasivos.
Así una crisis sanitaria que no termina, una economía mundial con problemas para garantizar la producción y el empleo, precios en aumento, una distribución cada vez más desigual, y deudas con tasas de interés más elevadas parecen ser un verdadero caldo de cultivo para un año complicado 2022.