¡Queridos, queridas, querides!: mientras los ríos de sidra y champán fluyen con todo su caudal por nuestro torrente gastroenterocolítico y permiten que las naves de pan dulce o peceto desencallen y recorran el delta intestinal rumbo a su destino final, escribo estas líneas, las últimas de este 2021, que va dejando dejandó (diría Violeta Parra) de ser presente para entrar en nuestro pasado por la puerta, por la ventana o por alguna rendijita de la Historia, vaya uno a saber.

Termina el 2021, aunque en Chile termina 1973, año que había quedado inconcluso hace ya 48 revoluciones solares, cuando aquel nefasto 11 de septiembre las fuerzas armadas de entonces hicieron gala de todos sus prejuicios; no ahorraron errores, horrores ni terrores; y sumieron al país en la peor de las noches, esa sin luz, sin estrellas, con la luna presa en un estadio y el sol exiliado.

Y en solo 48 años, un nuevo gobierno popular asoma en la Alameda de Santiago. Quizás dirá usted que 48 años es mucho tiempo. Y..., depende de para qué. Fíjese usted que, hace unos añitos, un ministro de Economía amante del arroz bañado en chocolate, ese que no distinguía una mansión de un baldío, nos endeudó ¡a 100 años! Muchos de les que éramos adolescentes en aquel 1973 tenemos la suerte y la alegría de presenciar la vuelta del gobierno popular en Chile. En cambio, no creo que ninguno de los que en 2017 nos “ahorrorizamos” con la deuda a 100 años estemos presentes en 2117 para presenciar su final. Aunque nunca se sabe...

También recordaremos este año como aquel donde “los que ganaron perdieron y los que perdieron ganaron” elecciones más dignas de ser estudiadas por varios discípulos de Lacan (que no se pondrán de acuerdo entre sí) que por algún historiador, sociólogo, antropólogo, politicólogo o “investigratuito interino”. Ocurrió que los muchachos (y las chicas y les tipes) de la “Jotaporcé” pensaban que se quedaban con la chancha, los veinte, la máquina de hacer chorizos y la Cámara de Diputados. Y apenas si recaudaron un par de tujes más en los aposentos de la Cámara alta. En el oficialismo, en cambio, estaban tan pero tan felices de haber perdido por poco, que casi hacen un festejo y se sacan una foto todos juntos. Pero se dieron cuenta de que "mejor, no".

Este fue el año de las vacunas, los vacunatorios, las vacunaciones y los antivacunarios. El mundo en general y los argentinos en particular mostramos hasta dónde somos capaces de llegar como género (humano) con tal de no coincidir, de no aceptar al otro, de imponer nuestro narcisismo –que será loco, pero es nuestro–, aunque esto implique que sigan apareciendo cepas hasta que se nos terminen las letras griegas y empecemos con las hebreas, las armenias, las cirílicas o los ideogramas chinos.

En los Estados Unidos estrenaron un presidente nuevo, que de lejos parecía Perón, pero, si lo examinamos de cerca, tiene muchas más letras en común con Braden que con el General.

Mientras tanto, en nuestro país surgen nuevos delirios políticos, que consiguen el inesperado récord de que, en comparación, Lilitazepam parezca el monumento a la sensatez. Si algo le faltaba a la derecha, era autodenominarse “libertaria”, una especie de “anarquistas de mercado”. Comandados por un eclownomista que, de tanto denunciar a la casta, se volvió casto y faltó a la primera clase.

La Scaloneta ganó la Copa América y se prepara para el Mundial 2022, con buenas chances. A su vez, la Peroneta se prepara para el Nacional 2023; cuenta con muy buenos jugadores y apoyo de la hinchada, pero el problema es que el VAR lo tienen los del FMI, que cobra cualquier cosa, porque lo único que le importa es cobrar.

¡Feliz año, feliza aña y felice añe!

Sugiero acompañar esta c9olumna con el video “Ande coin cuidado ( el mundo está medio raro), de RS Positivo (Rudy-Sanz)