El precio de Bitcoin volvió a superar el jueves los 50.000 dólares y se encamina a cerrar el año con un incremento superior al 70 por ciento. La suba de esta criptomoneda en los últimos dos años fue exponencial y se ubica en torno de 10 veces. A comienzos del 2020, antes del estallido de la crisis sanitaria, cotizaba por debajo de los 5000 dólares.

Con el resto de las monedas digitales pasó algo similar. Subieron las cotizaciones de criptomonedas como Ethereum, que superó nuevamente los 4000 dólares. Durante 2021 se destacó la incorporación de estas tecnologías por parte de grandes corporaciones y el interés de empresas como Visa o Mastercard en sumarse a proyectos descentralizados.

No obstante, el debate sobre si las criptomonedas se transformarán en un activo del mainstream financiero internacional sigue abierto. Los más optimistas aseguran que estas tecnologías pasarán a ser el oro en su versión digital y el dinero que se mueve por internet.

Entre estos fanáticos de las criptomonedas aparece el dueño de Twitter Jack Dorsey. Este empresario también es dueño de una de las grandes empresas de medios de pagos globales que se llamaba Square hasta hace unas semanas. Pero a partir de diciembre cambió su nombre por Block, con el objetivo de reorientar sus servicios a la blockchain y los criptoactivos. Dorsey decidió dejar la dirección de Twitter, empresa que considera que se encuentra madura, y planea volcarse a sus proyectos vinculados con bitcoin.

En Block se integra está estrategia, sumando al negocio de Square, otros tres proyectos como el de Cash App, una aplicación de dinero en efectivo, Tidal, un sitio de streaming de música y TBD, plataforma de servicios de finanzas descentralizadas (DeFi) lanzada a mitad de año. Block continúa cotizando en la bolsa de Nueva York con el signo de SQ.

La estrategia tiene similitudes con la de Facebook que cambió su nombre como holding a Meta con el objetivo de concentrarse en la realidad virtual. Este grupo económico también apuesta por la tecnología de las criptomonedas a través de dos proyectos.

Por un lado, una billetera virtual llamada Novi que está integrada con plataformas como Whatsapp. Por otro lado, con el desarrollo de una coin estable propia llamada Diem, que espera aprobación de entidades reguladores del mundo.

Este último emprendimiento empieza a generar dudas sobre el impacto de la tecnología y el efecto de la concentración en grandes corporaciones. Por caso el economista indio Eswar Prasad en su último libro El futuro del Dinero: Cómo la revolución digital está transformando las monedas y las finanzas plantea que si bien las nuevas tecnologías prometen democratizar y descentralizar las finanzas (erosionando las ventajas de las instituciones y de los países más grandes hasta nivelar el campo de juego) podrían terminar teniendo el efecto contrario. “Existen los efectos de red. Es decir, el fenómeno en que la adopción de una tecnología o un servicio por cada vez más personas aumenta su valor y provoca que incluso más personas lo utilicen creando un ciclo de retroalimentación que lo hace dominante y menos vulnerable a la competencia. Puede pensarse en Facebook o Google”, señala.

A partir de esta lógica considera que -a pesar de permitir barreras de entrada más bajas- el impulso de los cambios de la tecnología podría conducir a una mayor concentración de mercado entre algunos sistemas de pago y proveedores de servicios financieros.

Por ejemplo las instituciones financieras existentes podrían adoptar nuevas tecnologías en su propio beneficio, disuadiendo a los nuevos participantes. “O incluso el dominio de la moneda podría afianzarse con monedas estables emitidas por corporaciones prominentes que rivalizan con las monedas nacionales de economías más pequeñas”, adelanta.