Desde París
Un Consejo de defensa sanitario seguido por un Consejo de Ministros bajo la amenaza creciente de una avalancha viral desembocaron este lunes en nuevas medidas para aplacar el impacto de la pandemia. Todas las cifras de contaminaciones alcanzaron records absolutos. El sábado 24 de diciembre, por primera vez desde el estallido de la crisis sanitaria, Francia superó la barrera de los cien mil casos de covid en 24 horas, llegando a 104.611 contaminaciones y duplicando así los porcentajes de hace tres semanas. La perspectiva sanitaria se complicó particularmente en París, donde la tasa de incidencia llegó a 1814 por cada 100 mil habitantes entre el 17 y el 23 de diciembre. En apenas siete días el ascenso del virus se incrementó en un noventa por ciento. Ello equivale a 2,5 veces más que el promedio de 712,5 casos por cada 100 mil habitantes que llevaba la ciudad y es 35 veces superior al techo de alerta de cincuenta casos fijado por el gobierno. Si este ritmo se mantiene, los infectólogos prevén que de aquí a mediados de enero se llegua a un porcentaje de 200 mil contaminaciones por día. A su vez, el consejo científico que asesora al gobierno teme que los efectos de la variante Ómicron (1980 casos) conduzca a una “desorganización de ciertos servicios esenciales” entre los cuales figuran “la distribución de alimentos, la seguridad, la energía, los transportes, las comunicaciones y la salud” a partir de enero.
Con ese cuadro extremo de por medio, el Ejecutivo implementó nuevas medidas sin incluir en estas un nuevo confinamiento, toques de queda o el aplazamiento del reinicio de las clases luego de las vacaciones de Navidad y Fin de año. El gobierno revalidó su estrategia central, es decir, la inyección de una nueva dosis de las vacunas disponibles, al tiempo que adoptó una serie de restricciones suplementarias. El Primer Ministro francés, Jean Castex, dijo que “todo esto se parece a una película que nunca termina”. Luego, Castex anunció que el plazo entre la segunda y la tercera dosis de la vacuna pasaría a tres meses desde este mismo martes 28 de diciembre (antes fue de seis meses, después pasó a cinco y más tarde a 4). También indicó que las grandes reuniones se limitarían a dos mil personas dentro de locales y cinco mil en el exterior, que los conciertos y el consumo de pie en bares y restaurantes estaban prohibidos así como el consumo de alimentos en los cines, teatros, transportes públicos y salas de deportes. Estas regulaciones permanecerán vigentes por un plazo de tres semanas mientras que otra suplementaria regirá a partir de enero. Se trata del teletrabajo, el cual será obligatorio por lo menos “tres días a la semana”. En cuanto a la noche del 31 de diciembre, no hubo, como el año pasado, limitaciones específicas ni toque de queda sino “recomendaciones” que van desde los test covid, el respeto estricto de los gestos barrera o la ventilación de los locales y habitaciones. Castex llamó a aplicar “el sentido común en todas las medidas que remiten a nuestra responsabilidad”.
La vacuna sigue siendo la piedra angular del dispositivo anti covid del Ejecutivo para contener la quinta ola. Es un elemento “clave y decisivo”, según las autoridades. En este sentido, el consejo de ministros se reunió con la meta de apurar un proyecto de ley que apunta a transformar el pase sanitario en otro llamado “pase vacuna”. La principal disposición de esta ley consiste en que ya no será suficiente con presentar un test negativo para ingresar a los lugares públicos, sino que se volverá imperativo que la persona esté vacunada, de allí el nombre de “pase vacuna”. Se prevé que la nueva disposición entre en vigor durante la segunda quincena de enero. El Ejecutivo francés transita por una frontera muy delgada a cuyos lados está el abismo sanitario o la sanción electoral. Las elecciones presidenciales están muy cerca (abril de 2022) y el gobierno y la presidencia saben que serán juzgados dentro de una paradoja insalvable: si confina y cierra mucho el candado la sociedad se volverá contra ambos. Si se desata una crisis sanitaria aún mayor Ejecutivo y Palacio presidencial también se verán cuestionados. El gran gato del virus juega con todos los tiempos a la vez como si la salud y la política fueran un ratón entre sus garras.