El cuestionario del Censo Nacional de Población y Vivienda no tiene el consentimiento del movimiento indígena. La variable étnica puede tener más de una dimensión: autoreconocimiento étnico, lenguas propias de los pueblos originarios, territorio y/o hábitat, localización urbana o rural, composición parental no monogámica, etc. El diseño del cuestionario censal realizado por el equipo macrista en el INDEC goza de buena salud a dos años de la gestión del Frente de Todos. Era entendible en los dos años previos al 2020. Pero luego de la pandemia, cuando ya pasaron casi dos años y se sigue sosteniendo la misma negativa a incluir la pregunta sobre las lenguas indígenas para toda la población argentina, quiere decir que el racismo institucional sigue intacto.
La pregunta de autoreconocimiento sociocultural y/o étnico tiene un error numérico. Ha incluido una lista de sesenta y cuatro (64) pueblos originarios que ninguna de las organizaciones indígenas reconoce. Por ejemplo: pueblo Inca. La propuesta de visibilización estadística para que la respuesta no quede con casilleros en blanco sino que se nombre el listado de treinta y nuevo (39) pueblos originarios la ha hecho el Tejido de Profesionales Indígenas desde 2019. El instrumento de validación estatal de la cantidad y nombres de los pueblos originarios es el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (RENACI) que administra el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, por lo cual resulta al menos curioso que no coincida la lista oficial.
El avance experimental realizado entre noviembre y principios de diciembre incluyó la pregunta sobre diversidad lingüística en el censo electrónico (E-Censo), pero se aplicó solo para las personas que se reconocieron miembros de pueblos originarios. Este modo niega de hecho la existencia de quienes, no siendo pueblos originarios, hablan una lengua indígena, la entienden o la aprenden. La pregunta tiene otro grave error: no capta hablantes de lenguas indígenas que no son parte de pueblos originarios, tal es el caso de lxs quichuistas en Santiago del Estero. Dichos quichuistas no se reconocen quechuas por su origen y tampoco koyas, pero hablan habitualmente la quichua (variedad regional de la lengua runasimi).
La pregunta sobre las lenguas indígenas ha sido motivo de alianzas intersectoriales entre investigadores, universidades y activistas indígenas quienes han llevado adelante la recolección firmas para la campaña por la inclusión de la misma durante el presente año y han elevado el diseño de la pregunta al INDEC. Dicho apoyo popular facilitaría la vía judicial, para garantizar la participación de los pueblos originarios en la etapa pre-censal y en el comité censal.
El INDEC está promoviendo una política de medición poblacional separatista, ya que solo es aplicada a los pueblos originarios, segregándolos del resto de la ciudadanía argentina. Todxs lxs ciudadanxs tendrían que tener la posibilidad de afirmar en su respuesta que habla/entiende una lengua indígena.
¿Estamos en presencia de una política de racialización estadística?
La pregunta sobre diversidad lingüística debe aplicarse a toda la población.
Esto permitiría medir quienes hablan lenguas de señas, lenguas migrantes y lenguas indígenas. Un mundo de blancos para blancos y un mundo de indígenas para indígenas es la peor política poblacional que podría diseñarse en Argentina post pandemia, ya que niega la posibilidad de la convivencia y mutuo aprendizaje para todas las personas y culturas que vivimos en este país.
* Politóloga. Mapuche.