Al ver que su compañera del programa de televisión que conducían juntes, pronuncia su nombre como denunciado por acoso sexual, Mitch (Steve Carell) rompe el enorme televisor que cuelga en el living de su casa. Fue en noviembre de 2019 cuando Apple TV lanzó su serie, que en seguida se convirtió en una de las más vistas de la nueva plataforma. The Morning Show, protagonizada por Jennifer Aniston y Reese Witherspoon, pone en la pantalla el difícil camino que recorren las víctimas de abuso, acoso y maltrato laboral en los medios de comunicación.
En la serie, es un artículo del New York Times, uno de los diarios de mayor tirada en Estados Unidos, el que revela el acoso, el abuso y el maltrato de varias mujeres que trabajaron en el canal de noticias. Y es Reese, interpretando a una joven periodista, Bradley Jackson, quien reemplaza a Mitch en el aire de la mañana. Es gracias a que varias mujeres se animan a hablar, que las dos conductoras comienzan de a poco un cambio en el tratamiento de las noticias y en su relación con sus compañeras que irá tejiendo la trama de una revolución: romper el silencio y las complicidades machistas aun en lugares de poder impensados hasta entonces.
En noviembre de este año la plataforma terminó de pasar su segunda temporada. Y fue en noviembre también cuando se conocieron las denuncias públicas por maltrato y acoso laboral contra el conductor de Buenos Días América, Antonio Laje, del Canal de Noticias América TV. “Trabajé en América TV cuatro años sin ningún problema, cuando cambia la gerencia viene Laje; me dijeron que arrancaba un nuevo programa y que yo iba a ser producción en ese noticiero”, dice a Las12 Eugenia Morea, periodista y productora. “Para mí era una nueva etapa para seguir aprendiendo y hacer un noticiero. Empezamos bien, los periodistas me pedían placas, info y yo les pasaba todo: estaba atrás de ellos y ellas para que salieran divines e informades. Al ver cómo me manejaba, Laje empieza a exigirme más, de 10 cosas que hacía me pedía 20 en el día y si no llegaba, me maltrataba”, dice Eugenia todavía con el miedo en la voz aunque hace 7 años que pasó esto que ahora se anima a contar.
En The Morning Show las mujeres empiezan a hablar de a poco, cuando sienten que hay una red que puede sostenerlas y es que 2019 todavía es el escenario del #MeToo que ayudó a ver y a poder contar los miles de casos de abusos en el mundo del espectáculo. “Estuve un año mal y deprimida porque no quería ir a trabajar. Llegó un momento en que ya no iba al piso para no verlo. Cuando él llegaba a las cinco de la mañana imponía terror. Se nos quedaba mirando de lejos y la única que iba a “recibirlo” era la productora ejecutiva del programa. A mí me arruinó parte de mi carrera: era mi primer canal de aire donde entré sin el empujón de nadie, sin nunguna mano que me ayude porque en el medio no tengo a nadie”, cuenta Morea, que como Bradley tuvo que abrirse paso sola en medio de la jungla de pantallas, luces y cámaras.
"Después de trabajar con Laje me sentía una imbécil"
“Vengo de Moreno e hice mi carrera sola, hasta que después de trabajar con él, me empecé a sentir una imbécil y hasta llegué a pensar que no valía nada como mujer. Y me echó. Sin ninguna explicación. Cuando le dije “me echaste” me dijo “Sos joven, vas a conseguir trabajo en otro medio” y no, no lo conseguí. Tuve tres años de terapia hablando del mismo tema, arruinada, enojada con mi carrera, la carrera que amo desde los 14 años”, dice Eugenia. Como en la serie, cuenta que lo que la animó a hablar fue ver que había otras mujeres que habían pasado por lo mismo: “Vi las notas de Fiore y Belu, yo no las conocía. Cuando las vi me indigné, se me vino a la cabeza todo lo que yo había sentido con Laje. Siete, ocho o diez años después sigue habiendo compañeras que siguen sintiendo lo mismo que sentí yo trabajando con él. Decidí mandar una historia que decía “parece que todas las mujeres que trabajamos con Laje no la pasamos bien”. No pensé que iba a tener tanta repercusión, yo quería hacerlo para seguir sanando. Nunca más estuve en un canal de aire pero ya hablé y hoy me siento contenida y no me voy a callar más”, dice Morea.
En The Morning Show, el conductor es despedido y quedan al aire dos mujeres periodistas. En el caso de Buenos Días América, la que se va, entre lágrimas porque lo hace a pesar suyo, es la conductora y periodista María Belén Ludueña. Invitada luego al programa de televisión de Mirta Legrand, Ludueña prefiere no contestar cuando le preguntan por su relación con Laje, pero es a raíz de esos dos momentos cuando otras mujeres se animan a hablar. Y lo que cuentan excede la “exigencia” a la que el conductor aludió al aire en su programa, intentando minimizar el maltrato. Desde entonces, los y las trabajadoras del canal, acompañades por el sindicato de prensa Sipreba y por el de televisión Sat Said, se solidarizaron con quienes denunciaron con carteles en toda la redacción que decían: “No es exigencia, es maltrato”. Como en la serie, las fotos se viralizaron y casi todos los medios de comunicación sacaron notas sobre el tema. El resultado: la dirección de América decidió desvincular a su gerenta de noticias Liliana Parodi, que trabajaba desde hacía más de 30 años. Pero Laje todavía está al aire en las mañanas del canal.
Qué aportó la Ley de Equidad en Medios de Comunicación a los casos de maltrato laboral
En Argentina, hace meses que se aprobó la Ley de Equidad en Medios de Comunicación, (gracias al impulso de colectivas y organizaciones como Periodistas Argentinas, FATPREN, Red Par y legisladoras que creen en la política como herramienta de transformación), una legislación que, entre otras cosas, prevé la creación de protocolos contra la violencia de género en los medios, pero todavía falta que se reglamente. En diciembre de 2020 fue ratificado el Convenio 190 sobre violencia y acoso en el Mundo del Trabajo de la OIT y el Ministerio de Trabajo de la Nación tiene una Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral que recibe denuncias por maltrato. Entre enero y julio de 2021 recibió 865 consultas para asesoramiento: el 65 por ciento de estas consultas fueron realizadas por mujeres. En su gran mayoría contaron que estaban expuestas a violencia psicológica (88 por ciento) y otras a contextos de violencia sexual y violencia física. Otras denuncias decían haber sido despedidas sin causa o haber visto sus salarios reducidos sin razón alguna.
Este martes, la colectiva Periodistas Argentinas presentó en la sala II del Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación un informe al que llamó “Informe América” en el que detalla las denuncias públicas de quienes sufrieron maltrato en el Canal América TV. “No se trata aquí, entonces, de responsabilizar por esta situación a una persona, sino de describir un sistema cruel de producción de noticias. Ese sistema es el que exigimos que termine ya, sin producir más víctimas”, se lee. El informe fue entregado a los gremios Sat Said y Sipreba, así como a la Oficina de Violencia Laboral del Ministerio de Trabajo, a la Defensoría del Público, al Enacom, al Inadi y a Amnistía Internacional; durante la presentación, estuvieron también referentes de Género de la CTA Autónoma.
“En palabras de las víctimas, no pedimos mucho: solo queremos hacer periodismo sin llorar”, dice el escrito que reclama que se termine con la violencia laboral. “Varios directores de cámara pidieron no trabajar más en ese horario porque no aguantaron el maltrato que se vivía. Por la disposición del control, se sientan pegados a la productora ejecutiva. Escuchaban los maltratos constantes hacia los panelistas, los productores, los movileros. Además hablaban mal de quienes estaban al aire, por ejemplo, si estaba un movilero hablando, la productora le hacía comentarios por la cucaracha a Laje del estilo “qué se puso esta gorda ridicula” y cosas así. Laje se reía cómplice. La cucaracha no está diferenciada, con lo cual los comentarios los escuchaban todos los panelistas. Se generaba un clima de terror. Además, cuando algo no le gustaba o no era de su línea editorial o política se ponía a gritar en el piso, se levantaba del aire y abandonaba el estudio. Todo esto pasaba mientras alguien hablaba en vivo en la otra punta del estudio, por ejemplo. Los directores tenían que hacer malabares para que no se note al aire y los columnistas debían seguir a pesar del escándalo que sucedía en el estudio”, se lee en el informe.
El decálogo del maltrato
Otro de los testimonios recogidos en el escrito dice: “Durante un año, mientras trabajaba en el horario de Laje, tuve dolores de cabeza todos los días por el stress, el maltrato y la presión. Un día, mientras estaba armando el programa, se me nubló la vista y no podía ver la computadora. Me asusté y me encerré en el baño. Estuve ahí como una hora hasta que se me pasó. Consulté con varios especialistas hasta que me dieron el diagnóstico. Pude cambiar el horario para no estar más en ese equipo y no sufrí más los dolores de cabeza ni los problemas de vista. Cuando pedí el cambio de horario no dije que era por un problema médico: si decías eso lo tomaban como un síntoma de debilidad”.
“Llevaba más de 10 años trabajando en América, co-conducía, hacía columnas, había hecho móviles en vivo. Siempre digo que el mismo canal que me frizó y maltrató, antes me había dado la posibilidad de entrevistar presidentes, presidentas, jefes de gabinetes, algunas coberturas que incluso me ponían en riesgo pero tenía un compromiso muy fuerte con el trabajo. Había trabajado en CNN, en Perfil, en Página12, y en otros lugares. Cuando escuché su descargo me pareció que fue todo el decálogo del abusador y el maltratador: cuando dice que es exigente nos pone a nosotras en el lugar de que no podemos, o no sabemos”, dice a Las12 la periodista Sandra Igelka. “Lo de Laje se inscribe en un esquema de maltrato naturalizado en los medios; en mi caso comenzó con él el infierno y coincidió cuando el canal estaba virando su línea editorial, pero yo ya había transitado momentos de desacuerdos, y nadie te puede maltratar por ningún motivo. A mí me sacó de todos los lugares, de mis funciones, me sacó mi voz y mi imagen. Traté de buscar otro lugar y hacer otras cosas que no tuvieran que ver con la política, que era a lo que yo me dedicaba, porque necesitaba seguir trabajando porque tengo una hija, pero él me sacaba de todos lados”, sigue Igelka.
El maltrato también incluía el menosprecio, el creer que Sandra no estaba a la altura de las circunstancias. Una vez la mandaron a cubrir la llegada a Cuba de La Fragata Libertad y “Laje me preguntó si me estaba cogiendo a alguien, a algún ministro. Por supuesto me levanté y le dije que no iba a permitir que me tratara así y dejé de hablarle”. Igelka llegó a tener que estar sin silla, ni computadora ni trabajo pero tenía que ir porque sino te “echan por abandono de trabajo y sin indemnización”. Fue cuando la despidieron que ella puedo denunciar el maltrato sistemático que sufrió en el canal. Sandra cuenta además que hubo compañeros que terminaron en terapia intensiva y que denunciaron en la justicia. Después de todo lo que pasó pudo volver a trabajar en medios y reivindica la tranquilidad de estar en un lugar que tiene protocolo contra la violencia sexual y laboral.
“Si bien nada es color de rosa en ningún lado es una luz de que las cosas empiezan a cambiar en los medios”, dice Sandra. Cuando pudo contar, lo hizo mediante un tuit que tuvo muchísima repercusión y “me decidí a hablar porque me parece que tenemos que terminar con este maltrato de quienes ejercen estas relaciones perversas de poder”. Los modos y los métodos, dice Sandra, son “juntarnos, reunirnos, denunciarlos”.