Inicialmente fue maestro, a pesar de que quería ser médico, porque la familia no podía pagarle esos estudios. Posteriormente se ordenó sacerdote, luego fue obispo de Lesotho y Johannesburgo, y luego arzobispo de Ciudad del Cabo. Fue el primer arzobispo negro en encabezar la Iglesia Anglicana de Sudáfrica. Desde todos esos puestos alzó su voz persistentemente contra el apartheid, reclamando sanciones económicas contra el país, e instando a la desobediencia civil y a la acción directa no violenta. Es por esto que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1984.

Con Mandela contra el apartheid

Su marcada presencia pública, tanto por su discurso como tomando parte en manifestaciones y otras acciones, lo convirtió en uno de los pilares de la lucha contra el apartheid, tanto como lo fuera Nelson Mandela. En 1994, por primera vez todxs lxs sudafricanxs pudieron votar en la elección presidencial, en la que resultó electo Mandela. Éste lo nombró para encabezar la Comisión por la Verdad y la Reconciliación, que tenía la muy difícil tarea de intentar hacer justicia y cerrar las heridas de las décadas de violencia racial.

Alzó su voz por la paz verdadera, es decir con justicia, en todo tipo de conflictos, preocupado por Palestina y también por el País Vasco, el Tibet, Malvinas, Haití, denunciando la invasión a Irak y reclamando que George Bush y Tony Blair respondieran por eso ante la Corte Penal Internacional.

La homofobia, tan grave como el racismo

A mediados de los ´80, encabezó los esfuerzos para responder a la crisis del sida, incluso defendiendo el uso de preservativos, algo inusual para un clérigo de alto rango. Sudáfrica, al igual que otros países africanos, estaba siendo uno de los países más afectados por la epidemia.

También, en una época en que no tantas figuras públicas lo hacían, Desmond Tutu fue desde los años ‘70 un firme defensor de las personas LGBTIQ+, y llegó a afirmar que la homofobia era tan grave como el apartheid. Poco después del final del apartheid, en 1994, dijo: “Si la iglesia, después de la victoria sobre el apartheid, está buscando una cruzada moral que valga la pena, aquí tiene una: luchar contra la homofobia y el heterosexismo”

Considerado por millones como una brújula moral y religiosa, en 2013 no dudó en decir: "Me negaría a ir a un paraíso homofóbico. No, diría lo siento, pero prefiero mucho más irme al otro lugar. No adoraría a un dios homofóbico". 

Participó de la campaña “Libres e iguales”, promovida por las Naciones Unidas en favor de la igualdad de derechos y el trato justo hacia las personas LGBTIQ+, y se lo puede ver en un video de la campaña donde, luego de decir que es horrible que a las personas se las “penalice, asesine y someta a todo tipo de horrores simplemente por su orientación sexual”, afirma: “Me opongo a esta injusticia con la misma vehemencia con que me opuse al apartheid”. 

Padre de la constitución sudafricana

Sin duda, sus posturas tuvieron peso en la nueva constitución sudafricana, escrita tras la caída del régimen y promulgada en 1996: fue la primera constitución en el mundo en prohibir la discriminación por orientación sexual. Además de ser el único país africano donde no se persigue a las personas LGBTIQ+, en 2006 sancionaron una ley de matrimonio igualitario. 

Mpho Tutu, hija del arzobispo, es lesbiana y siempre contó con el apoyo de su padre. Ella era sacerdota anglicana también, pero tuvo que renunciar porque en 2016 se casó con una mujer, que además es blanca, holandesa y atea. La iglesia anglicana ordena mujeres y permite que sus sacerdotes se casen, pero sólo en matrimonios heterosexuales. Por eso Mpho tuvo que dejar los hábitos; sigue trabajando como directora ejecutiva de la fundación creada por Desmond Tutu. Tanto él como el entonces arzobispo de Ciudad del Cabo estaban a favor del casamiento religioso entre personas LGBTIQ+.

La influencia de Tutu en toda Africa

En 2014, Uganda debatía un proyecto de ley para endurecer las penas contra la homosexualidad, que ya estaba criminalizada en el país. La oposición pública de Tutu a esa ley fue muy útil, porque una estrategia habitual para justificar las políticas homofóbicas en África es decir que la homosexualidad es algo occidental y no africano, y que esas leyes “sólo” buscan resguardar los valores tradicionales africanos. Por eso, resulta clave la voz de una personalidad africana tan ampliamente respetada.

En otra posición inusual para un clérigo, y sobre todo de jerarquía, Desmond Tutu manifestaba estar a favor de la eutanasia. Por ejemplo, en 2016 escribió en el Washington Post: “Me he preparado para mi muerte y he dejado claro que no quiero ser mantenido vivo a cualquier costo, espero ser tratado con compasión y que se me permita pasar a la siguiente etapa de la vida de la forma que yo elija”.

Vivió mucho y muy bien, haciendo lo que consideraba que tenía que hacer y con un gran sentido del humor que todxs destacaban.