Será el hombre de la semana, del mes y tal vez del año, si se le dan los resultados. Luego de cumplir la mitad de su contrato con el Sevilla y dejarlo clasificado para la Pre Champions League, entre mañana y pasado Jorge Sampaoli por fin llegará a la Argentina para firmar su contrato y oficializar su nombramiento como nuevo técnico de la Selección Argentina con una misión clavada entre ceja y ceja: clasificarlo para el Mundial de Rusia del año próximo.

Seguramente, después de la conferencia de prensa inaugural, Sampaoli será paseado por todos los medios. Deberá someterse a un sinfín de entrevistas, aún en los espacios que no se dedican a los temas cotidianos del fútbol, por una sencilla razón: es un perfecto desconocido para el gran público argentino. Por primera vez desde que César Luis Menotti refundó los seleccionados en 1974, asume el cargo un entrenador que nunca ha dirigido en Primera División.

Menotti, Bilardo, Basile, Passarella, Bielsa, Pekerman, Maradona, Batista, Sabella, Martino y Bauza, sus antecesores en los últimos 43 años, fueron primero jugadores y después, técnicos en distintos clubes de la máxima categoría, con éxito mayor o menor. Sampaoli, en cambio, jugó y dirigió en la Liga de Casilda (su ciudad natal) y sólo condujo dos veces a Argentino de Rosario (1996/97 y 2000/2001). En 2002, fue contratado por Juan Aurich de Perú y allí arrancó una carrera como técnico en el exterior que, 15 años más tarde, lo pone al frente de una de las cinco selecciones más importantes del planeta.

Sus posicionamientos políticos, su pasión por la música del Indio Solari y los Redondos, sus brazos tatuados, su estilo personal para vestirse (acaso demasiado juvenil y despreocupado para los 57 años que porta) y su predilección por romper esquemas y asumir riesgos anticipan un frente cargado de polémicas. Sampaoli será criticado por los conservadores. Acaso con el mismo encono con el que ya lo han venido haciendo quienes aún sin conocerlo, o conociéndolo poco, han salido a acusarlo de “hombre de pocos códigos”. Carlos Bilardo, Claudio Borghi y Ricardo Caruso Lombardi hablaron en su contra en términos más o menos similares. El desconfiado ambiente del fútbol lo tiene en la mira. Como siempre, los primeros resultados darán la pauta de hacia dónde terminarán soplando los vientos.

El marco desprolijo y opaco que rodeó su contratación y el hecho de que haya entregado su primera lista de convocados mientras todavía estaba a cargo del Sevilla poco han colaborado a abuenar su figura ante las miradas más críticas. “Sampalobby” le espetó Caruso Lombardi con su malicia habitual y los medios repitieron gustosos el mote. Parece una pasión argentina: nadie en la política, el fútbol o en cualquier ámbito público, llega a una posición de privilegio rodeado del mayor de los consensos. Todo lo contrario, asume con la cara llena de dedos, desgastado por las críticas anticipadas y apuntado por miles de índices que esperan el primer traspié para caerle encima con la mayor ferocidad. Lamentablemente, Sampaoli no ha sido la excepción. Deberá remontar la cuesta adversa.

Pero al menos, el primer paso ha sido dado. Y más allá de los cuestionamientos de forma, la lista que el próximo técnico dio el viernes pasado para los amistosos de junio ante Brasil y Singapur lleva su impronta y sintoniza con un deseo de mayorías: abrir las puertas a caras nuevas y disipar la sensación (infundada) de que si no se era amigo de Lionel Messi y Javier Mascherano, no se podía integrar la Selección Nacional.

En el equipo titular que por estas horas algunos traductores de Sampaoli han filtrado, de los ciclos anteriores sólo sobreviven, además de Messi y Mascherano, Sergio Romero, Gabriel Mercado, Ever Banega y Angel Di María. El resto, aparentemente, será puesto todo a nuevo. Al menos en el partido inaugural frente a Brasil, Emanuel Mammana completaría con Mercado y Mascherano la línea de tres que piensa armar en el fondo, Leandro Paredes, ex Boca y ahora figura en la Roma, acompañaría a Banega y Di María en la media cancha, Papu Gómez y Joaquín Correa jugarían por los costados de Lionel Messi y Mauro Icardi sería el único delantero de punta. Pero cuesta imaginar a Paulo Dybala y a Gonzalo Higuaín fuera de los once titulares. Sobre todo cuando el 31 de agosto ante Uruguay y en el estadio Centenario de Montevideo, Argentina se juegue la ropa ante Uruguay por las Eliminatorias.

“Cada ser humano tiene un sueño y el mío es dirigir la selección de mi país. Aunque altere mi camino como entrenador y no pueda dirigir ligas como disfruté este año, siento que tengo que ir” dijo Sampaoli el viernes pasado cuando anunció su decisión de marcharse del Sevilla. Esta semana llegará a la Argentina y dará la cara. Algunos lo esperan con los brazos abiertos. Creen que es el técnico de nivel internacional que la selección estaba aguardando para su despegue. Otros simplemente lo están esperando.