Los últimos años fueron difíciles para la comunidad teatral: 2020 se caracterizó por la ausencia en las salas y los experimentos virtuales, pero la vacunación permitió que en 2021 se regresara paulatinamente a la presencialidad con aforo, distancia, barbijos y alcohol en gel. Las salas Caras y Caretas fueron parte del proceso de reactivación con varias reposiciones, ciclos novedosos, propuestas híbridas y una oferta de talleres artístico-culturales destinados a toda la comunidad.

Florencia Pereiro, a cargo de la dirección general de salas Caras y Caretas, cuenta que el principal desafío para este año era llevar adelante la programación cumpliendo con los protocolos sanitarios para calmar el miedo y demostrar que el teatro es seguro: “El objetivo era volver a colmar las salas de arte y felicidad. No fue una tarea fácil después de un 2020 inesperado: la actividad teatral presencial se cerró por completo, eso generó una gran crisis en el sector y todos tuvimos que modificar la existencia de nuestra actividad. A diferencia de la televisión o el cine, la experiencia del teatro es real, tangible, no necesitamos de la tecnología. Pero hubo que reinventarse con nuevos formatos por streaming o teatro filmado, que por suerte funcionó. De una u otra manera estábamos ahí, cerca de los espectadores”.

Para la temporada 2021, se presentó un ciclo con reposiciones de tres piezas importantes en la programación de la sala: Othelo. Termina mal, una versión del clásico shakesperiano traducida, adaptada y dirigida por Gabriel Chamé Buendía que se vale del teatro físico, el clown y el burlesco para recrear la famosa tragedia a través de cuatro actores; Potestad, una de las obras más importantes del repertorio de Eduardo “Tato” Pavlovsky, protagonizada por María Onetto y dirigida por Norman Briski, quien recurrió a los elementos del teatro noh y al cuerpo de una actriz para revisitar una pieza que retrata el horror de la última dictadura desde los ojos de un represor; y 200 golpes de jamón serrano, biodrama creado por Gustavo Garzón y Marina Otero que explora las tensiones (y fusiones) entre teatro, performance, arte y dinero.

Consultada por Página/12 sobre la respuesta del público, Pereiro dice que fue siempre favorable: “Los espectadores estaban deseosos de volver al teatro y se encontraron con salas donde se respetan los protocolos: el uso del tapabocas es obligatorio, el personal está capacitado para acompañar. Entonces, público y artistas se sienten seguros y cuidados. Eso es responsabilidad de todos y el público teatral lo sabe”. Tanto Pereiro como Horacio David y Marcelo Melingo –a cargo de la dirección artística– pensaron desde el inicio en un teatro que no fuese independiente ni comercial sino popular. “Cuando hablamos de un teatro popular nos referimos a un teatro accesible, con entradas a precio accesible para cualquier trabajadora o trabajador, y una agenda con contenido cultural extraordinario”, señala la directora.

En pandemia muchos espacios experimentaron con teatro por streaming, archivos fílmicos o formatos híbridos. Caras y Caretas no fue la excepción y en 2020 lanzó “Monólogos de la peste”, un concurso de micromonólogos que tematizaran los impactos de la situación sanitaria. La convocatoria tuvo éxito: se recibieron 2.500 textos y Mauricio Kartun eligió a los diez galardonados (Patricio Abadi, Gilda Bona, Bernardo Cappa, Enrique Federman, Mariano González, Gabriel Graves, Esteban Pico, Sol Rodríguez Seoane, Mariano Saba y Paola Traczuk). Esas producciones fueron filmadas e interpretadas por destacados artistas: el ciclo tuvo su versión virtual a través de YouTube, pero también una presencial al inicio de la temporada 2021.

En marzo se repuso una de las creaciones más relevantes en la escena nacional de los últimos tiempos: Terrenal. Pequeño misterio ácrata, escrita y dirigida por Kartun. La obra va por su octava temporada, cosechó numerosos premios y cuenta con la aprobación absoluta por parte del público y la crítica especializada. El elenco que recrea el mito bíblico de Caín y Abel en clave conurbana estuvo conformado en 2021 por Claudio Da Passano (en el rol de Tatita, tras la muerte de Rafael Bruza en febrero de este año), Claudio Martínez Bel como Caín y Tony Lestingi en la piel de Abel.

En mayo, el gobierno nacional anunció nuevas restricciones por el aumento de contagios, y la sala acompañó esa medida con propuestas virtuales de acceso libre y gratuito. En junio, sin embargo, la actividad cultural se reactivó y volvió la programación suspendida con los protocolos correspondientes. En ese regreso, el Grupo Octubre lanzó talleres artístico-culturales en la sala Caras y Caretas San Telmo, una amplia oferta que incluye clases de teatro, escritura, danza, dibujo, artes plásticas y fotografía para toda la comunidad. “Cuando volvimos a la presencialidad quisimos extender la gestión cultural con una propuesta de formación. El Grupo Octubre es un gran grupo de medios y cuenta con un espacio artístico de referencia como Caras y Caretas, entonces pensamos que era importante proponer una serie de talleres formativos culturales para todas las edades (@talleresculturalesgo)”, cuenta Pereiro.

Otra de las novedades de la temporada fue “Un minuto y medio no se le niega a nadie”, ciclo online producido por la sala que reúne a diversas personalidades de la cultura para interpretar destacados textos literarios. Entre los participantes figuran Daniel Aráoz, Cristina Banegas, Maruja Bustamante, Paloma Contreras, Patricio Alejandro Contreras Pavéz, Laura Cymer, Alejandra Darín, María José Gabin, Diego Gentile, Elvira Gómez, Juan Isola, Tony Lestingi, Valeria Lois, Francisco Lumerman, Luis Machín, Osmar Núñez, Marina Olmi, María Onetto, Florencia China Pereiro, Marlene Wayar y Luis Ziembrowski.

Al igual que “Monólogos de la peste”, esta iniciativa colectiva fue una propuesta interesante desde el punto de vista artístico, pero también significó una gran fuente de trabajo para lxs artistas en tiempos difíciles. “Estos proyectos surgieron al inicio de la cuarentena como una forma de reinventarnos y continuar con el circuito teatral activo. La particularidad es ese vínculo directo con el público: miles de personas enviaron sus monólogos para que artistas de primera línea los interpretaran después de una compleja selección. Este tipo de propuestas permite abrir las puertas y generar trabajo para que todos puedan formar parte”.

A modo de balance, Pereiro asegura que la apertura de las salas causó gran felicidad por la tan ansiada vuelta: “Desde que lanzamos la temporada hasta hoy el balance es súper positivo, con obras como Terrenal, Potestad, Othelo, 200 golpes de jamón serrano, y ahora para la temporada 2022 La vis cómica. Propuestas teatrales que hablan de sí mismas para hablar de otras cuestiones, obras que se han vuelto de alguna manera ritual. En el teatro uno le está contando el cuento a alguien que está ahí, a unos metros, y eso que pasa esa noche no va a pasar nunca más. Buscamos reforzar la capacidad infinita del teatro para hacer verosímil lo imposible”.