Aldosivi llegó al Nuevo Gasómetro la marca de punto tatuada en la frente, como consecuencia de sus siete derrotas consecutivas: 0-1 con Temperley; 1-4 con Estudiantes; 0-1 con Gimnasia; 0-3 con Newell’s; 0-2 con Central; 0-3 con Huracán y 0-2 con Olimpo. Cero sobre 21 puntos, con un solo gol a favor y 16 en contra. El Tiburón estaba en la puerta del horno y San Lorenzo, que venía de tres victorias consecutivas, embalado por su clasificación en la Copa, solo tenía que cerrarlo para cocinar al rival a fuego lento. Tal vez por eso, en la previa no preocupaban tanto las ausencias de Pablo Díaz, Angeleri (ambos suspendidos), Ortigoza y Belluschi. Pero la realidad le dio un nuevo cachetazo a la lógica y el conjunto marplatense se quedó con una victoria inesperada que celebraron en Mar del Plata tanto como en Núñez y en la Boca.
A San Lorenzo, que quedó a 6 puntos de Boca, con 15 en disputa, parece habérsele escapado el tren del campeonato, porque perdió de local el más accesible de todos los partidos que le restan jugar de aquí al final del torneo. A saber: Racing, River, Colón, Banfield y Talleres.
El equipo de Diego Aguirre jugó mejor en el primer tiempo e hizo méritos para cerrar la etapa con un golcito en el bolsillo. Inspirado Cerutti para desbordar por cualquiera de las dos puntas, metió buenos centros que buscaron la cabeza y las piernas de Blandi, que inquietó permanentemente. Una tijera, un remate forzado y un cabezazo cruzado fueron las marcas del dominio del equipo local, que parecía tener todo controlado en el fondo y solo necesitaba un poco de paciencia para que su dominio se cristalizara en el arco de Vega.
Pero en el segundo período, ya desde el arranque, empezó a cambiar el pulso del juego. Aldosivi se dio cuenta de que podía disputar un poco más la pelota en el medio; que no había necesidad de mantener a ultranza tan pegadas las dos líneas de cuatro; que San Lorenzo daba ventajas en el fondo; que Cerutti empezaba a contagiarse de la intrascendencia de Botta y la pelota le empezaba a llegar muy sucia a Blandi. Se armó otro partido y las camisetas de los visitantes colorearon seguido los pagos de Nico Navarro. En un tiro de esquina, Lugüercio metió un buen cabezazo, Navarro manoteó hacia abajo y se la dejó muerta para Alegre, que hizo lo que tenía que hacer: empujarla a la red. No sorprendió a nadie porque Aldosivi ya había avisado en un par de llegadas.
Las entradas de Romagnoli, el pibe Barrios y luego Bergessio ayudaron a que en el último tramo del encuentro, San Lorenzo martillara una y otra vez sobre el área de los visitantes, pero no fue suficiente para quebrar el bloque sólido que volvieron a montar los de Perazzo para sostener la esperada victoria. Hubo un par de revolcones de Vega, tres o cuatro pelotas que quedaron boyando cerca de la línea de gol, pero nada quebró a los marplatenses aferrados a su golcito salvador. Si se hubiesen atrevido un poco más, cuando San Lorenzo atacaba desesperadamente, pudieron haber aumentado de contra, pero lo que a ellos más les interesaba era que corriera el tiempo para que Espinoza decretara el final, el 1 a 0 que le ponía fin a la seguidilla de derrotas.