En Abu Dhabi acaba de finalizar el Campeonato Mundial de natación en pileta de 25 metros. En el plano individual se destacaron la velocista de Hong Kong Siobhan Haughey, y el fondista alemán Florián Wellbrook, quien con su extraordinario récord mundial de los 1500 libres, muestra que la aparentemente imposible barrera de los 14 minutos puede quebrarse.
Sin embargo, la presencia de algunas estrellas no disimula la ausencia de muchas otras, como Dressel, Peaty y Ledecky. Ha sido una paradoja que varios grandes nadadores se "abstuvieran" del máximo torneo por razones de cansancio, técnicas, o incluso de resguardo ante las nuevas variantes de covid, cuando han competido incansablemente durante varias semanas en el circuito de la ISL.
Me dirán que los torneos de la ISL son profesionales, y puedo responder que en los organizados por la FINA también hay premios. El formato ISL publicitado por la empresa y medios afines, dice "centrarse en deportistas y técnicos". Sin embargo, apenas participan poco más de 300 nadadores y los que se llevan la parte del "león", económicamente hablando, son una media docena de estrellas. Mientras los demás reciben muy módicos estipendios con los cuales por supuesto no podrían mantenerse.
O sea, nada nuevo bajo el sol. Otro detalle perturbador para la natación, y en especial en varios países con alto estándar de vida, son las dificultades que existen para el desarrollo de los entrenamientos entre las nuevas generaciones. Es sabido que la natación es un deporte difícil, y que requiere un importante entrenamiento cotidiano: por supuesto, no es fútbol, ni ningún otro juego deportivo que en general son mucho más llevaderos para el trabajo diario del atleta.
Me ha tocado ver en Alemania, donde resido, como ciertos técnicos, porque sus nadadores supuestamente "se aburren", intentan otro tipo de entrenamiento que transforman a la natación en un "híbrido", que no alcanza ni los niveles de diversión del juego, ni los del entrenamiento específico de una disciplina deportiva como esta.
Encrucijada difícil para el deporte acuático, jaqueado por una Liga que privilegia sólo los ingresos para media docena de estrellas, además del espectáculo televisivo, los puntos sobre las marcas y sólo las pruebas de velocidad, dejando de lado al resto y por otro sector las dificultades técnicas de algunos entrenadores en varios países, que creen pueden transformar exitosamente una sesión de entrenamiento específico en un mix de actividades lúdicas. Entiendo que no va a funcionar y habrá que volver a las fuentes.
* Ex Director Nacional de Deportes.