Los casos se disparan y la curva crece a un ritmo inédito en Argentina: si el 19 de diciembre se reportaron 3.254 nuevas infecciones, tan solo diez días después, esa cifra saltó a 42.032, record absoluto desde el inicio de la pandemia. La buena noticia es que los nuevos fallecimientos informados en cada jornada se mantienen con un promedio por debajo de 20. El desacople entre contagios y defunciones es obra de la campaña de vacunación que, en la actualidad, acelera su ritmo mediante la aplicación de las dosis de refuerzo, con el objetivo de compensar la propagación de Delta y Ómicron. Ante un escenario signado por el inminente colapso del sistema de testeo, el Consejo Federal de Salud (Cofesa), que reúne a las autoridades sanitarias de todas las jurisdicciones, decidió confirmar la puesta en marcha de un nuevo paradigma. A partir de ahora, los aislamientos que realicen los contagiados y los contactos estrechos variarán según si fueron o no inmunizados con vacunas. La perspectiva de los especialistas, en diálogo con Página 12.
Aislamientos diferenciados para vacunados y no vacunados
¿Cuáles son los ejes centrales del consenso logrado en el Cofesa y comunicado por la ministra Carla Vizzotti? De aquí en adelante, los casos confirmados vacunados con dos dosis se aislarán por siete días y reforzarán los cuidados durante los tres días restantes para completar los diez; mientras que aquellos infectados que no se inmunizaron tendrán que confinarse durante diez días y, al finalizar ese lapso, se realizarán una PCR para certificar que han superado la enfermedad.
Para el contacto estrecho asintomático con esquema de vacunación completo (a menos de cinco meses de haber recibido ambas aplicaciones o el refuerzo), el aislamiento será por cinco días y los cinco días restantes tendrá que maximizar los cuidados. Se diferencia del contacto estrecho asintomático sin vacunación o con esquema incompleto, que deberá realizar los diez días de aislamiento y un test por PCR al finalizar el confinamiento.
Los motivos de la diferenciación
Jorge Geffner, bioquímico e investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida, señala al respecto: “Me parece bien diferenciar vacunados y no vacunados, porque en los primeros, de infectarse, las cargas virales bajan rápidamente en el tracto aéreo superior, esto es, nariz, boca y garganta. Resulta lógico, por lo tanto, que deban aislarse menos tiempo. Mientras que los no vacunados sigan cumpliendo con la disposición inicial”. Esta misma semana, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, en EE.UU., replantearon sus propios criterios y también optaron por disminuir el aislamiento de diez a cinco días.
“Al igual que sucedió en otros momentos de la pandemia, cada situación particular se revisa y se ajusta con el objetivo de facilitar el trabajo. Desde mi perspectiva, es una decisión muy adecuada; a medida que los criterios epidemiológicos se modifican, las decisiones deben ser distintas”, comenta Sandra Goñi, investigadora del Laboratorio de Virus Emergentes de la Universidad Nacional de Quilmes. Después, quien se desempeña en la Plataforma de Servicios Biotecnológicos completa su razonamiento: “Que ahora se reduzca el número de días de aislamiento para los vacunados no implica que en unos meses no sea distinto. Seguimos aprendiendo sobre el Sars CoV-2 y las diferentes variantes presentan escenarios específicos”.
Este cambio de rumbo se relaciona con otra medida sanitaria anunciada a comienzos de semana: los contactos estrechos de casos positivos que presenten síntomas, se considerarán positivos sin necesidad de hisopado. En paralelo, CABA y la Provincia de Buenos Aires sumaron nuevos puntos de testeo para multiplicar las opciones de la ciudadanía.
Una situación diferente
En relación al panorama que atraviesa el mundo, Vizzotti dijo: "La mayoría de las regiones están transitando su cuarta ola y nuestra región la tercera ola, o sea que retrasamos tanto la llegada de la Delta en la Argentina que hemos evitado una ola. Eso es un logro de todo el país y muestra que las medidas que tomamos en junio tuvieron éxito”. Y continuó: “Haber avanzado como avanzamos con la vacunación nos permite tener una situación totalmente diferente”.
Que el escenario es distinto se constata con números. Hace un año que Argentina comenzó con su campaña de inoculación masiva: ya se aplicaron casi 76 millones de dosis y llegaron al suelo doméstico más de 100 millones. Si el 29 de diciembre de 2020 se anunciaban 11.650 infecciones y 151 fallecimientos, el 29 de diciembre de 2021, el reporte anuncia 42.032 contagios y 26 muertes. No está bien comparar defunciones como si fueran naranjas o manzanas, pero lo cierto es que, como suele apuntar el ensayista Alejandro Kaufman, “a partir de la capacidad de contar vivos y muertos se diseña y construye la estatalidad”.
En efecto, las vacunas sirven y mucho. Desde aquí, Geffner proyecta: “La situación actual es de emergencia, es preocupante por el aumento dramático en el número de casos. La semana que viene podríamos estar en 70 u 80 mil nuevas infecciones. Gracias a la campaña de vacunación, que llega a 71 por ciento de cobertura con dos dosis, no se traduce a pacientes internados por infección”.
El refuerzo a los cuatro meses
En la reunión del Cofesa también se insistió en reducir a cuatro meses el tiempo para la aplicación de la dosis de refuerzo al personal de salud y a mayores de 60 años. Buenos Aires, en este sentido, a través de su ministro Nicolás Kreplak anunció que “se suma al esquema de vacuna libre las terceras dosis para mayores de 60 años y trabajadores de la salud que hayan cumplido al menos 4 meses de la segunda dosis. También las personas inmunocomprometidas que hayan cumplido al menos un mes de la segunda dosis”.
El test en casa
Para descomprimir la situación de los centros de testeo, en el encuentro del Cofesa se discutió la posibilidad de contar con el autotest. Vizzotti comunicó que son tres los laboratorios que iniciaron el proceso de validación de su tecnología sanitaria ante la Anmat. Desde el punto de vista de la ministra, el test hogareño puede servir como una herramienta de "autocuidado" en sentido individual, o bien, puede desempeñar un rol colectivo y ayudar con “la gestión de casos y al levantamiento de aislamientos", así como también, para “sostener lo más posible las actividades económicas".
“El autotest es una medida de emergencia. Uno mismo se hace el hisopado y se siembra en una plaquita para chequear si es positivo o negativo. Presenta algunas limitaciones: posee baja sensibilidad, con lo cual, hay chances de que sea negativo aun estando infectado”, observa Geffner, aunque luego continúa con el rescate de sus virtudes: “Al mismo tiempo, puede ser positivo al descomprimir la situación. Si te hacés el hisopado y da positivo, ya sabés que estás contagiado y entonces te aislás, sin nutrir las colas interminables de las unidades de testeo”.
Otros especialistas consultados por este diario, como el virólogo Mario Lozano o el médico Tomás Orduna, han subrayado sus reparos en relación al autotest, en tanto se trata de una tecnología que requiere de cierto manejo por parte de los usuarios. “Si la gente se hace el autotest, le da negativo y considera que no es una fuente de contagio para otros, estaremos en problemas. La población debería aprender a utilizarlos del modo correcto, si no podríamos afrontar inconvenientes y multiplicar aún más las infecciones”, apuntan.