El impulso en favor de la puesta en marcha de impuestos a la herencia en las provincias por parte del Gobierno nacional en el marco del consenso fiscal generó el rechazo de parte de empresarios y terratenientes vinculados al sector agropecuario. Se trata de un impuesto eliminado por José Alfredo Martínez de Hoz en la última dictadura militar.

“Va a hacer que las grandes riquezas se vayan de la Argentina”, criticó el experto en temas tributarios del agro Héctor Tristán. “Tendría un fuerte impacto en el agro porque la generación mayor generalmente lega su patrimonio a la siguiente y con cada cambio de titularidad el fisco se llevaría un porcentaje”, agrego el consultor Gabriel Gambacorta de Barrero & Asociados. Por su parte, Jorge Chemes, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas, dijo que “en lugar de incentivar para que el capital crezca, le ponen el pie encima para asfixiarlo”, para luego enfatizar que “atenta contra la transmisión de bienes que puede hacer un padre a su hijo para apoyarlo en su desarrollo y crecimiento”.

El sector agropecuario argentino se caracteriza por una predominancia de propietarios que no han tenido más mérito que heredar campos que pocas veces se tomaron el trabajo de poner a producir. En cambio, terceriza la tarea en productores de los cuales cobran una renta.

Es por ello que los argumentos sobre el impacto en la producción y en la acumulación de capital carecen de validez, ya que los terratenientes no producen ni acumulan capital, sino que arriendan y acumulan patrimonios improductivos. Respecto a la amenaza de llevarse sus fortunas del país, dado que no podrían trasladar al exterior sus campos, tendrían que vender primero sus propiedades. Ello induciría una desvalorización de las mismas y una baja en los arriendos, que estimularía la producción agropecuaria al disminuir el peso parasitario de esa clase propietaria.

A contramano de la opinión de terratenientes y sus estudios contables, las diversas escuelas del pensamiento económico coinciden en que el impuesto a la herencia es uno de los mejores tributos ya que no afecta las decisiones de producción y apunta a la igualdad de oportunidades para el desarrollo económico de las familias. 

Ello es así porque no grava una actividad productiva ni el patrimonio de quienes las impulsan, sino que tributan los herederos que nada han hecho por sí mismos. Ese impuesto a los que ostentan el título de “hijos de”, es el más capitalista de los impuestos, ya que va de la mano de su espíritu meritocrático y a contramano de cierto remanente precapitalista que vincula los lazos de sangre con las oportunidades económicas. 

Es por ello que el liberal Jeremy Bentham veía en la herencia una contraposición a la libertad, pues implica que se parte de situaciones desiguales que impiden a otros ejercer la plena libertad.

@AndresAsiain