Un buen parámetro lo ofrecen los premios Rosario Edita, que organizan la Secretaría de Cultura y Educación y el programa radial La Canción Del País de Radio UNR, por evidenciar la profusión discográfica de la ciudad. Ésa es una gran noticia, la música sigue y a pesar de todo. Como también lo hacen estos premios (o reconocimientos, que de esto se trata), cuyo Disco del Año fue para Rodolfo “Cholo” Montironi: Con la participación especial de Martín Tessa. Se trata de un álbum excepcional, en donde la relación entre Montironi y Tessa evidencia no sólo entendimiento, también legado y continuidad. Es un disco que une generaciones y vislumbra el tango rosarino que sigue. Montironi es uno de sus maestros, Tessa también.
Algo similar puede decirse de Ciudad Malandrina, el disco tanguero que grabaron Adrián Abonizio y La Máquina Invisible, un cruce generacional de afectos compartidos y tangos que pican, son geniales. Y como de tango se trata, vale mencionar a otro maestro, Carlos Quilici, que este año presentó Bandoneón Solo, un disco doble que articula “Tangos clásicos” (Cobián, Gardel, Troilo, Pugliese, Arolas, entre otros) y “Tangos nuevos y clásicos” (entre composiciones propias, de Martín Tessa, Cholo Montironi y Cristian Gustafsson). Siempre dentro del tango, con Barricadas Leonel Capitano ofreció un disco contundente y autoral, con el cual celebró además sus 25 años de trayectoria.
El reencuentro con el público se reveló esencial, y las músicas y los músicos así lo reconocen. El aniversario de Capitano coincidió con el de otros. Tal es el caso de Fluido, que celebró sus 20 años de música, al igual que Cielo Razzo y los 20 años de la edición de Buenas, su primer álbum. Los 20 fueron también motivo de festejo para el sello discográfico BlueArt, de cuyo catálogo hay que destacar dos trabajos recientes: Sección Manzana Gráfico, del tándem Kay Heinrichsdorff/Mariano Suárez, un precioso recorrido sobre un barrio tan cierto como imaginario; y Allá Lejos y Hace Tiempo, de Rubén Chivo González, grabado junto a Mariano Ruggieri, Franco Di Renzo y Luciano Ruggieri, elegido Mejor Disco de Jazz en Rosario Edita.
Siempre en el jazz, con el título Encuentros, el pianista Pablo Juárez dio a conocer su nuevo trabajo en compañía de Luciano Ruggieri y Jorge Palena, junto a sonidos de rítmica variada y tamiz litoraleño. Por su parte, el grupo de jazz-fusión Mobyfreak presentó Albor, un mundo de paisajes sonoros que evocan momentos diversos y relacionados, junto con la voz de Pau Soca en dos canciones. A propósito, vale recordar que la ciudad volvió a tener su Rosario Jazz Festival, fue en Sala Lavardén y todo indica que habría continuidad el año entrante.
En otro orden, hubo un hecho nodal, protagonizado por el pianista rosarino Fabio Banegas, radicado en Estados Unidos y dedicado a recuperar la obra de su maestro: José Antonio Bottiroli, músico insigne de Rosario. Con este propósito ya lanzó un segundo álbum. Otra noticia internacional es el lanzamiento en inglés del disco Madness, del grupo de hard rock Bangkok –que lidera Pablo Vitantonio–, a través del sello WormHoleDeath Records. El hard rock suma otras dos buenas noticias: Ahora te Creo, de Edelvais, fue elegido Mejor Disco Metal/Hard Rock en Rosario Edita; y West, una de las legendarias bandas del género en los ’90 rosarinos, recuperó la grabación de un disco perdido: Lejos del Cielo.
Otro de los mejores discos del año es Marquet, en donde Nahuel Marquet -elegido Mejor Cantautor por Rosario Edita- ofrece canciones íntimas, que ofician como cuadros en movimiento. Otro cantautor de relieve de la ciudad es Pichi de Benedictis, quien dio a conocer un nuevo trabajo –Sudaca–, cuyas letras invitan a habitar las historias que cuentan. Por su parte, Maia Basso presentó La Pregunta Última, en donde navega por estados de ánimo tejidos mediante sonidos electrónicos y voces que susurran. Otro disco notable, que permanece luego de cada escucha, es Inextinguible, de Julián Rossi, cuyas canciones de poesía bella y dolorida, dialogan con la luna y una tierra renacida. Rossi y el gran Julián Venegas –este último con Río Arriba, su último trabajo– se presentaron juntos en el Anfiteatro del Parque de España.
De un modo similar y con el tango como lugar de encuentro, quienes unieron talentos y generaron disco fueron Analía Camiletti y Fabricio Breventano con Linya, a través de una lírica afilada, donde sus miradas se cruzan y enriquecen. Entre Roger Muzzio y Nilo Costa hubo felicidad creadora para el festivo Circo de Pulgas, que promete continuidad. En otro orden, la dupla conformada por Paula Shocron y Pablo Díaz propuso un escenario cambiante, de asociaciones imprevistas, con Algo en un espacio vacío, una especie de vaciamiento formal, que busca un sonido último con el cual volver a comenzar.
Quien ofreció un primer y notable disco es Aye Prado, en Por esas cosas la cantautora reúne ritmos y sonidos variados, que señalan un momento distintivo en su trayectoria. De igual manera oficiaron, cada uno desde su poética personal, los nuevos trabajos de Luis Caruana (Suite del Agua: en la compañía de Teresa Parodi), Martín Neri (Encierro: junto a un video animado en stop-motion y relatos de Leopoldo “Teuco” Castilla, Nadia Larcher, Gustavo Cortés, Carlos Aguirre y Teresa Parodi), Martín Sosa (Vocales Argentinas: un recorrido de raíz folklórica junto a la participación del Grupo Vocal 2 a 4, Jorge Fandermole, Myriam Cubelos, Rubén Goldín), Cuarteto Karê (Yuyay: con las voces invitadas de Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Ana Matilde Alsina “Luciana” y José Tcherkaski), Germán Roffler (Túneles: su segundo trabajo solista, con ritmos diversos de raíz latinoamericana), Valei (Nueva Atlantis: donde transforma el dolor personal en seis canciones luminosas), Ayelén Beker (Furia: su primer disco, de una relación atractiva y problemática entre la alegría y el dolor). De manera distintiva, el nuevo y cuarto disco de COLONIkOCOLOkIO, Pequeñas Músicas Ocultas, es todo un hallazgo entre el dúo (electrónico) que integran Eh’Bo y Kolia (ahora acústicos) y la compañía de un cuarteto de cuerdas con arreglos de Joel Tortul.
También hubo disco nuevo y rockero para Álvarez & Los Borges con Zona Cero, Grassa hizo lo propio con Fuste (junto a la voz invitada de Diego Popono), y Camperas presentó Todo Desliza. Ahora bien, si de pensar la nueva escena se trata, emergente y poderosa, la mención del proyecto músico/audiovisual Broda es suficiente: a lo largo del año y a través de su Canal de YouTube, el colectivo ofreció una serie de videos que dio a conocer la nueva música de la ciudad; el empeño de Broda tuvo su corolario con un espléndido show en el Anfiteatro donde estuvieron presentes, entre otros, Manu Piró, Mutu, Señores Vuelan, Agustín Pérez y China Roldán. A propósito, alguien siempre relacionado con las nuevas músicas y los nuevos músicos es Gonzalo Aloras, y la ciudad le ofreció su merecido reconocimiento, con distinción por parte del Concejo y una noche de música a pleno en el escenario de La Comedia.
Visto lo expuesto, sólo decir (y desear) que los escenarios no falten para el año que sigue. Las ganas de hacer música sobresalen y dan razón urgente a las palabras del Secretario de Cultura y Educación Dante Taparelli, durante los Rosario Edita: “La música tiene que transformarse en lo que debe ser: una industria. Y yo debo impulsar esa industria”.