Por primera vez desde que comenzó la pandemia, Argentina registró más de 50.000 nuevos positivos en un solo día, en medio del fuerte ascenso de casos que se viene registrando en las últimas semanas.

El último boletín de información epidemiológica que difunde el Ministerio de Salud confirma 50.506 nuevos casos en las últimas 24 horas, lo que eleva a 5.606.745 el número total de personas que hasta ahora han padecido la enfermedad en Argentina, de las que siguen transitándola 195.070.

Esta situación se da en coincidencia con la operación de salida de miles de personas que inician sus vacaciones de verano y están viajando por el país, donde salvo la provincia de Córdoba (centro) --que prohibió hasta el 4 de enero los eventos masivos y los locales bailables-- por lo general apenas rigen restricciones.

Ya este miércoles se superó a la anterior marca histórica de 41.080 contagios que se había registrado el 27 de mayo pasado, cuando se había dado el pico de la segunda ola de covid-19 en Argentina.

Asimismo, 35 personas fallecieron por el virus en el último día --muy por debajo del récord de 792 decesos diarios registrado el pasado 22 de junio--, y son ya 117.146 las víctimas mortales que deja el virus en el país.

El informe también señala que en la última jornada se hicieron en todo el territorio nacional 164.180 tests para detectar la enfermedad.

En la actualidad, 1.004 personas con covid-19 se encuentran internadas en unidades de cuidados intensivos: el nivel de ocupación de este tipo de unidades está al 35 % de su capacidad.

La covid-19, que contagió a más de 280 millones de personas y causó 5,4 millones de muertes, cumple dos años con cifras récord de nuevos contagios en todo el mundo, pero una estabilización de los fallecidos diarios, alentando las esperanzas de que la variante ómicron sea mucho menos letal.

El 31 de diciembre de 2019 las autoridades chinas notificaban la existencia de veinte casos de neumonía ligada a un nuevo y por entonces desconocido virus en la ciudad de Wuhan, a orillas del Yangtsé.

"Teníamos entonces poca información, pero sí la experiencia suficiente para entender que era una situación grave", destacó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, en su rueda de prensa de esta semana.

La OMS puso entonces en marcha su sistema de respuesta, con el que declaró la emergencia sanitaria internacional el 30 de enero, aunque el primer caso de la nueva enfermedad fuera de China ya se había detectado el 13 de enero en Tailandia.

El 11 de febrero de 2020 la OMS bautizaba esta enfermedad como covid-19 (acrónimo en ingles de "enfermedad por coronavirus de 2019") y un mes después, el 11 de marzo, la declaraba oficialmente una pandemia.

Vacunas eficaces pero no infalibles

Eran los primeros momentos de una crisis sanitaria que en 2021 contó con el arma poderosa de las vacunas, que permitieron reducir los casos graves y las muertes. Muchas sociedades abandonaron las estrictas cuarentenas y estabilizaron sus economías, aunque no hayan conseguido el deseado fin de la covid-19.

Pero el coronavirus evolucionó a variantes como la delta o la ómicron, más contagiosas y que las vacunas no logran neutralizar. Esta evolución del virus, facilitada por la desigual distribución de las vacunas, provocó que este segundo año, aunque no haya estado marcado por tantos confinamientos ni masivas cancelaciones de eventos, sí haya tenido cifras oficiales de contagios y fallecimientos mayores incluso a las de 2020.

De los 280 millones de casos de covid-19 confirmados desde finales de 2019, más de dos tercios (195 millones) se detectaron en 2021, y el número de fallecidos por la enfermedad este año casi duplicó al del año anterior (3,5 millones en 2021, 1,9 millones en 2020).

La cifra actual de contagios es además la más alta desde el inicio de la pandemia, debido a la mayor capacidad de transmisión de la variante ómicron, y ya se superó, el día 29, por primera vez, la barrera del millón de contagios globales diarios, aunque el dato positivo es que los fallecimientos no parecen aumentar en la actual oleada.

Cifras aparte, la ciencia consiguió responder a la pandemia desarrollando en un tiempo record no sólo vacunas contra la covid-19, sino también tratamientos especialmente indicados para pacientes graves, con corticoesteroides, anticuerpos monoclonales o antagonistas de los receptores de interleucina 6.

Cuando la política dificulta la ciencia

"La ciencia respondió a la pandemia, pero muy a menudo la política se interpuso a la solidaridad", lamentó Tedros al repasar los 24 meses de pandemia, recordando los muchos obstáculos que la lucha contra el coronavirus enfrentó.

"El populismo, el nacionalismo y el acaparamiento de mascarillas, tratamientos, tests y vacunas en algunos países creó el caldo de cultivo ideal para la emergencia de nuevas variantes", denunció el experto etíope.

A eso se unió "la desinformación, a menudo diseminada por muy pocas personas, que fueron una constante distracción, perjudicando a la ciencia y a la confianza en las herramientas que pueden salvar vidas".

Movimientos como los antivacunas "crearon dudas que ahora se traducen en un desproporcionado número de muertes de personas sin vacunar", aseguró Tedros.

Tras dos años de una pandemia que cambió nuestras prácticas sociales, que causó graves crisis económicas y que  mostró la falta de preparación de la humanidad ante sus grandes amenazas, comienza un tercer año en el que la OMS confía en haber superado ya la fase aguda de la enfermedad, aunque admite que es difícil que desaparezca del todo.

Para eso es fundamental que la actual "ola ómicron" descienda en casos tan rápidamente como ha subido. Algo que parece posible teniendo en cuenta las curvas descendentes de contagios y hospitalizados que ya se vislumbran en los países que primero sufrieron la actual ola, como Sudáfrica o Reino Unido, aunque la OMS se muestra prudente y prefiere comenzar 2022 con llamadas a la precaución.