El mundo celebra la llegada de Año Nuevo en medio de una inusitada suba de contagios de covid-19. La pandemia llevó en muchos casos a la cancelación de las celebraciones masivas pero no pudo empañar la tradición de vestirse de blanco. Se trata de un rito que se cumple en gran cantidad de países y que, en los últimos años ganó adeptos en Argentina.

Vestirse de blanco a la hora de despedir el año y recibir el nuevo no es tradición en el país, aunque son cada vez más los argentinos que eligen hacerlo. Tal es así que de un tiempo a esta parte en las vidrieras de los shoppings y centros comerciales los locales de indumentaria muestran opciones de looks "total white" para vestir en la noche de año nuevo.

El origen de la tradición

El blanco es símbolo de pureza. También de renacimiento. Por ser un tono acromático -es decir que posee una luz compuesta por la suma de todos los colores- se dice que atrae nuevas energías. Por ello suele ser usado en el vestuario para comenzar el nuevo año con energía renovadora y positiva.

Muchos atribuyen también el origen del ritual de vestirse de blanco para recibir al año que llega a una tradición de Brasil. En el país vecino cada año se hace la fiesta de Reveillón, en Copacabana, donde miles de personas -de blanco- se reúnen en la playa para dejarle ofrendas de flores y comida a la diosa Iemanjá, protectora los navegantes y madre de los peces que también “protege el hogar y la fertilidad”.

La ceremonia se hace en medio de un espectáculo de fuegos artificiales, acompañada por el sonido de tambores con ritmos provenientes de África. Río de Janeiro es una de las ciudades que decidió cancelar los festejos masivos por lo cual esa postal no se verá este año en la tradicional playa carioca.