En materia educativa la restauración neoliberal a cargo del macri-radicalismo gobernante ha empezado a ejecutar las políticas más retrógradas de los últimos 100 años.
Si bien en el kirchnerismo hubo políticas contradictorias, y otras resultaron incompletas, el hecho relevante en materia educativa fue que durante 12 años el acento se puso a la vez en lo salarial, lo legislativo y lo social, puesto que en 2003 todo eran urgencias. Además sus políticas de lectura sentaron las bases para que las nuevas generaciones tuviesen pensamiento crítico e hiciesen culto de la memoria y el espíritu patriótico. Que se pudo hacer mejor, sin dudas. Pero es también indudable que el rumbo de los tres ministerios (Filmus, Tedesco, Sileoni) fue continuo. Rumbo que ahora es destruído con fría y antinacional determinación.
Los estafadores que hoy gobiernan pavimentan el camino hacia una educación empresarial, que pagarán “los que puedan” y no recibirá la mitad de la población. Para eso, con prisa y sin pausas, vienen cerrando todos los programas de lectura que durante años crearon nuevos lectores. He aquí todo lo que discontinuaron en menos de un año y medio:
- La compra y distribución de libros para bibliotecas escolares y colecciones de aula, que entre 2003 y 2015 entregó 96 millones de libros de texto escolar, técnicos, pedagógicos y de literatura, lo que además dio impulso a la industria editorial y cuya selección se hizo mediante procesos transparentes de licitación y con participación de especialistas de todo el país.
- La edición, compra y distribución de libros para el Programa “Libros y Casas” del Ministerio de Cultura, que entregaba bibliotecas en cada vivienda social, así como las ediciones del Programa “Primeros años” del Ministerio de Desarrollo Social para comedores comunitarios, guarderías, hospitales y espacios afines.
- La publicación y distribución de colecciones que conformaron un patrimonio común de lecturas en escuelas y bibliotecas de todo el país, como “Leer por leer” (4 millones de ejemplares en 5 tomos con 180 textos de literatura universal para los 180 días de clase), “Leer la Argentina” (7 tomos con 290 textos de autores de todas las regiones del país) y varios más.
- La publicación y distribución de libros de lecturas para estudiantes y docentes, como “Para seguir creciendo” (5 tomos de lecturas literarias para egresados de cada nivel) y “Palabras para vos” (libros de cuentos de entrega domiciliaria a todo el padrón de docentes del país).
- Cientos de publicaciones literarias breves y en formato económico con cuentos y poemas de autores de cada provincia y de los países del Mercosur, distribuidas en escuelas, colonias de vacaciones, canchas de fútbol, taxis, ómnibus, trenes, peluquerías, balnearios, hospitales, comedores, parques y plazas, de los que se repartieron más de 40 millones de ejemplares.
- La dotación anual de colecciones de libros a cada aula de todas las escuelas públicas del país y cada sala de niños de 3 años con una bebeteca.
- El programa de intensificación de la enseñanza de la lectura “Leer con todo” y el “Programa de Desarrollo Profesional en Alfabetización Inicial”.
- Toda la política de fomento lector a través del Plan Nacional de Lectura, así como la financiación de planes provinciales que desarrollaron acciones propias, incluyendo encuentros de escritores, ilustradores y especialistas con niños, jóvenes y docentes en todo el territorio nacional. Y con el cierre del PNL la política de cercanía y contexto de su estructura federal (5 coordinaciones regionales con sus equipos) que garantizaban coherencia a la política nacional de lectura proveyendo recursos y acompañando a los equipos provinciales.
- Y también los seminarios de capacitación para la formación de docentes mediadores por parte de especialistas y equipos del PNL; la instalación de Bibliotecas Abiertas en las cárceles de todo el país; la edición y distribución territorial de lecturas en lenguas originarias; la apertura de la Biblioteca Nacional con talleres de lectura y escritura, debates, conferencias temáticas y rescate del patrimonio literario y de la prensa gráfica. Y obviamente es repudiable la discontinuación del fomento de la lectura digital que produjo el vaciamiento del Programa Conectar Igualdad.
Todo eso han deshecho hasta aquí. Pero ahora, como frutilla de postre envenenado, viene lo peor: el Ministro Bullrich impone una aberrante propuesta que significará la destrucción lisa y llana del extraordinario avance lector logrado en lo que va del siglo.
Por circular enviada a fines de 2016 a todas las provincias, se exige ahora que los ministerios provinciales cumplan el así llamado “Plan Federal de Fomento de la Lectoescritura”, enunciado que delata una grave confusión conceptual porque la lectoescritura es proceso de enseñanza y no práctica a fomentar.
Sin dudas diseñado con criterio marketinero y propagandístico antes que pedagógico, este Plan es presentado como “Cadena Federal de Lectura”, está escrito en un absurdo castellano neutro y su propuesta central es organizar sesiones de 24 horas de duración junto a un “Lectomóvil” que visitará las provincias... Ordena el “diseño de la ruta federal lectora que mejor satisfaga criterios operativos, logísticos y presupuestarios”, que deben hacerse “en lugar público, simbólico, de fácil acceso, seguro y que no entorpezca el tránsito para aparcar...” Muestra clara del lenguaje idiota (en Argentina nadie aparca coches, sino que los estaciona) además exige que cada ministerio provincial se ocupe de garantizar un fuerte impacto en la prensa local.
Para esta “Cadena” lo fundamental es el control de los textos, por lo que ni siquiera se priva de disimular la censura previa: “Evitar incluir títulos que posean un lenguaje inapropiado (por ejemplo, uso de malas palabras o groserías), una temática incompatible con el Programa (por ejemplo, manifiestos políticos partidarios) o que provengan de autores que generen conflictos o suspicacias”. Sic y recontrasic.
La lectura para estos tipos no está vinculada a lo que leer es (un camino hacia el conocimiento y el pensamiento propio) sino a mostrar “escenas de lectura” en forma de “eventos” como los concursos de escritura para estudiantes de 6º de primaria, cuyo texto ganador será objeto de lectura en un estadio de fútbol...
Tan obtusa propuesta busca engañar a la opinión pública con fotos de gente leyendo. Pero, sobre todo, embrutecer a las próximas generaciones de estudiantes argentinos, sin que se note demasiado.