Succession (HBO Max)
¿Se puede querer tanto a semejante colección de seres despreciables? Jesse Armstrong tomó tópicos tan trillados como la familia disfuncional, el mundo de los medios y la vida de los hipermillonarios, y a pesar de eso consiguió una serie original y adictiva. Cuenta para ello con un elenco de altísimo nivel, personajes siempre algo corridos del molde y líneas de diálogo que cortan como bisturíes. La tercera temporada en la saga de los Roy fue cobrando intensidad de a poco, hasta cerrar con un finale en el que el viejo Logan les plantó a los hijos un jaque mate inolvidable. Eduardo Fabregat
El tiempo que te doy (Netflix)
Ante el exceso de estímulos, la calma; ante la imposición del algoritmo, la creatividad. Ok, no es una serie que haya generado hordas de fans ni monopolice horas de debates. Puede que tampoco vaya a quedar en la historia. Pero esta producción española bien puede vanagloriarse con haber sido una de las gratas sorpresas de 2021. La trama gira alrededor de Lina y Nico, una pareja de veintitantos que, tras nueve años juntos, terminan su relación con varios reproches. ¿Cuál es la novedad? Que El tiempo que te doy decide contar su historia en capítulos breves que se estructuran en un tiempo “presente” y otro de “recuerdos”, pero de una manera particular: cada episodio suma un minuto de tiempo actual y resta uno de pasado. Así, del minuto de presente y 10 de recuerdo del capítulo inicial la serie finaliza con 10 del presente y tan solo uno del pasado. Esa propuesta peculiar en su forma y revolucionaria en su contenido (¿acaso no lo es hablar del amor/ esamor en tiempos de violencia y nihilismo audiovisual?), sin pretensión de psicoanalizar a ninguno de los dos personajes (sólidamente interpretados por Nadia De Santiago y Alvaro Cervantes) sino contando sus estados emocionales y narrando las pequeñas situaciones de su relación, hace de esta serie una propuesta distinta, de consumo ligero, pero muy querible. Una historia mínima, bella, melancólica, que se coló en silencio en el abundante catálogo amigo de la parafernalia tecnológica. Emanuel Respighi
WandaVision (Disney+)
En las películas de Marvel faltaba explorar más la relación entre Wanda Maximoff y The Vision. WandaVision llegó para complementar el relato de estos dos personajes y lo hizo de un modo excepcional, cruzando actuaciones notables y un trabajo metatextual inusual para las series de superhéroes. En cierto modo, la serie se centra en homenajear, desarmar y reconstruir las comedias dramáticas familiares a lo largo de la historia de la televisión norteamericana. Bajo la premisa de una suerte de universo de bolsillo creado por Wanda tras la muerte de The Vision en Avengers, la miniserie explora los modos en los que se atraviesan los duelos. Además, y como la manipulación forma una parte nada despreciable del conflicto de la serie, en cierto modo WandaVision también puede entenderse como un thriller psicológico bajo la máscara de una comedia romántica con superpoderes. En el balance final, como los hechizos de Wanda: la serie es magia pura. Andrés Valenzuela
Mare of Easttown (HBO Max)
Prototipo del policial moderno, la ficción creada por Brad Ingelsby se interesó más en el drama íntimo de su protagonista que en el caso a desentrañar. Claro que si Kate Winslet se hace cargo del personaje principal la cosa cambia. La miniserie podría haber descansado en el magnetismo de la intérprete y las claves del noir, pero fue muchísimo más que eso. Se manejó el suspense con pericia (incluido un certero homenaje a El silencio de los inocentes), se ofrecieron ganchos argumentales en cada episodio, se sumó Jean Smart como una encantadora bisabuela borrachina, junto a todo un coro de personajes inolvidables. Ay de su amiga Lori (magnífica Julianne Nicholson) y del detective Colin Zabel (Evan Peters). La “dama halcón”, en definitiva, es solo una de las desdichadas de esta historia. Drogadictos, mujeres sin rastro, madres adolescentes, tratamientos de cáncer, una dieta cargada de alcohol y calmantes, familias en duelo, bullying intenso, todo ello abundó en la propuesta. Así y todo, se reconvirtieron los mazazos argumentales en una radiografía social del noroeste estadounidense. Sopesar lo más brutal con un cariño por sus criaturas permitió que la trama sea más digerible, el humor imprevisto en los diálogos también ayudó en ese aspecto. Winslet había dicho que el crimen era solo una parte de la narrativa y que lo trascendente era “la historia de una comunidad, de una familia, de misericordia y esperanza”. Mare of Easttwon, en definitiva, propuso el viaje de una mujer que anda en eso de reparar sus heridas bajo el polvo que desprende “cinturón de óxido” estadounidense. Federico Lisica
Loki (Disney+)
En un Universo Marvel a menudo dividido entre la chirriante limpieza del Capitán América y el canchero cinismo de Iron Man, el hermano de Thor, con todas sus ambigüedades y dobleces, merecía su propia serie. Entre el lógico temor a que en Disney expriman demasiado a la vaca de los superhéroes, Tom Hiddleston se lució con una historia que sirve de soporte a próximas películas basadas en el concepto del Multiverso, tuvo momentos memorables con Owen Wilson, se enamoró de una versión femenina de sí mismo, y demostró que se puede comenzar como villano y tener mucho de héroe. E.F.
Reservation Dogs (Star+)
A partir de sus recuerdos de infancia en una reserva indígena, Sterlin Harjo le dio forma a una de las entregas más originales y sensibles de la temporada. Todo en esta producción, que cuenta con el padrinazgo de Taika Waititi, es encantador. Según sus responsables, marcó un mojón en el retrato de los nativos americanos en la pantalla chica puesto que el elenco, equipo técnico y creativo pertenecen a diversos pueblos originarios. Pero además de esa etiqueta está la historia iniciática de los “Rez Dogs”. Esa pandilla que sueña con huir de Oklahoma hacia la soleada California. El cuarteto de Bear, Elora, Willie Jack y Cheese, coquetea con el crimen (sus golpes incluyen vender porro, robar cobre o snacks) porque el horizonte no luce demasiado amigable. La manada debe aprender de los golpes que se le presentan día a día. También de las tradiciones. Así es como entre sueños surge el fantasma de un ancestro que los incita a ser guerreros orgullosos aunque éste no sepa andar a caballo. Sus ocho episodios pendulan entre el humor slacker y la tragedia, la subversión de los clisés, un soundtrack notable y la reapropiación de la cultura pop. Lejos de la corrección política, Reservation Dogs permite conocer a cuatro adolescentes navajos por fuera de cualquier (señal de) humo. F.L.
Star Trek: Lower Decks (Paramount +)
Lower Decks sigue las desventuras de los operarios más modestos de una nave de segunda línea de la Flota Estelar. A diferencia de la mayoría del resto del universo Star Trek, esta serie se hace fuerte en el humor antes que en la épica espacial. Apela a un registro muy ácido, más bien cercano a Rick & Morty o Futurama. A diferencia de estas, sin embargo, cualquier nihilismo es una fachada. Por debajo de todas las peripecias y, sobre todo, deformidades que atraviesan los personajes, late un corazón. Un mérito notable de la serie creada por Mike McMahan es que no exige conocimiento del universo en que transcurre. Hay chistes que se entienden mejor si uno sabe quién es Spock o de dónde salió Q, pero en el fondo, no es muy difícil reponer esa información por un genérico para comprender el choque de culturas entre terrícolas y alienígenas. Por eso lo que guía la trama no es tanto un conflicto a resolver como el desarrollo de los protagonistas, en particular de Marnier y Boimler. A fin de cuentas, que consigan un ascenso o no, es lo de menos. Pero siempre es a velocidad warp. A.V.
Dopesick (Star+)
Drama de denuncia pero con un fuerte componente humano, con un toque de thriller judicial en su trama, Dopesick es una de esas series que entretiene a la vez que crea conciencia sobre el mundo actual. Sin medias tintas, la ficción se mete de lleno en la profunda crisis que atraviesa Estados Unidos por el consumo indiscriminado de los opiáceos, que en la actualidad es la principal causa de muerte entre los ciudadanos mayores de 50 años. Desgarradora, la serie aborda la cuestión a partir de un caso real (el OxyContin, un medicamento que se masificó a mediados de los '90 bajo la falacia de ser inofensivo), para construir una trama que indaga sobre el poder y el lobby de la industria farmacéutica, la vista gorda de los organismos de control, y la cruda cotidianidad de los pueblos olvidados de Estados Unidos que viven de la minería y las explotaciones agrícolas. Lo hace profundizando en el manejo corporativo, económico y político que está detrás de un problema estadounidense pero que bien puede proyectarse al resto del mundo. ¿Eso es todo? Claro que no: la estupenda actuación de Michael Keaton, en la piel y las cavilaciones de Samuel Finnix, ese típico doctor de pueblo preocupado por sus pacientes que se transforma a medida que percibe las consecuencias del opioide, le imprime a la serie el toque justo que necesitaba para dirigirla como una de las buenas producciones de esta temporada. E.R.