Los futboleros estamos felices porque este año que empezamos es un año de Mundial. Y es sabido que para nosotros la vida es eso que pasa entre Mundial y Mundial. Pero convengamos que el que viene será un Mundial raro. Primero porque se juega recién en ¡Noviembre! De dónde vamos a sacar la paciencia necesaria para esperar once meses para ver en acción a la Scaloneta, no sé. Pero lo cierto es que deberemos aguantar hasta el 21 de noviembre - fecha en que empieza - y un poquito más, hasta el 18 de diciembre, para saber si Messi estará levantando por fin la Copa del Mundo. La única buena es que si no salimos campeones al menos nos quedará aguantar unos pocos días más para festejar algo: la Navidad.
Después será un Mundial raro porque se jugará en un país que ya se escribe raro: Qatar. Explicame el porqué de la “Q” al lado de la “a”. Si la “q” y la “u” son de esas duplas insustituibles: como French y Beruti, como Batman y Robin, como Bochini y Bertoni, o como Wanda Nara y el escándalo mediático. Y decime con una mano en el corazón y la otra en el celular- mientras seguís leyendo esta nota- si alguna vez escuchaste algo de Qatar que no sea la aerolínea que se promociona en la camiseta de Boca. ¿Qué antecedente futbolístico tiene Qatar para ser sede del mayor evento futbolístico? Nombrame un jugador qatarí y te regalo mi auto. No tengo auto, pero no importa, me lo compro o me lo robo y al toque te lo regalo. ¡Mi casa te regalo! Decime la delantera de algún memorable equipo de Qatar y te regalo mi monoambiente luminoso con baño y bajas expensas.
Es más, te doy la ventaja de que uses Google para pasarme alguna vieja grabación radial en donde se escuche a algún periodista onda Dante Zavatarelli o Macaya Márquez elogiar la maestría de alguna antigua selección qatarí. Y redoblo la apuesta. Mostrame una revista El Gráfico vieja en donde algún Borocotó o un Félix Daniel Frascara, y si querés un Osvaldo Ardizzone colmen de elogios a algún legendario futbolista nacido en Qatar. No existe. Como no existen antecedentes de la pasión que despierta el fútbol en su capital Doha o en el resto del país. Quiero el video de algún hincha de Qatar enfervorizado cantando y saltando con su turbante con los colores del Deportivo Camello o Beduinos Juniors o como se llamen los clubes de ese país sede del mundial o puteando porque no le cobraron un penal en la final de la Copa Libertadores de Arabia o la Supercopa Aladino o como se denomine a la liga profesional qatarí, que ni si quiera creo que sea profesional. Ni en pedo vas a encontrar en el Conurbano del Golfo Pérsico un par de pendejitos qataríes pobres –aquellos cuyos padres cobran el Plan Jeques y Jeqas de Hogar– jugando un picadito en la arena, improvisando los arcos con 2 pares de turbantes y jugando por el fatay y la Coca para soñar alguna vez en hacer un gol con la “Mano de Alá”. Para nada. Solo vas a encontrar desierto. Es lo que tiene Qatar: desierto y pozos petroleros. Y jeques árabes contando petrodólares.
Qatar, decime qué se siente ser sede de un Mundial que no sentís. ¿Qué se siente ser un país sin tradición futbolística y con temperaturas extremas (no por nada se juega en noviembre)? O al menos decime…¿Cuántos millones de petrodólares habrán pagado tus jeques y príncipes a la FIFA para ser sede de un Mundial de Fútbol? No hay respuestas. ¿no? Todo muy raro. En un Mundial raro.