Finalmente Franco Darío Centurión, el joven que habría sido salvajemente golpeado en la comisaría 45 de Tartagal, falleció luego de permanecer más de dos semanas internado en grave estado, por lo que ahora tomó intervención el fiscal penal de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas de Tartagal, Gonzalo Ariel Vega.
Inmediatamente dispuso una serie de medidas, entre ellas, el traslado del cuerpo del joven al Servicio de Tanatología Forense del CIF, donde cumplidos los protocolos sanitarios vigentes, se le realizará la autopsia y estudios anatomopatológicos para determinar la causa del fallecimiento, como así también la remisión de la historia clínica actualizada.
Se espera que con las conclusiones de ambos elementos, hoy pueda dictar alguna medida al respecto, y avanzar en determinar la responsabilidad de los efectivos policiales en el fatal desenlace.
Hasta el momento el caso lo investigaba el fiscal penal de Derechos Humanos, Gabriel Alejandro González, por la posible comisión del delito de apremios ilegales por parte de policías de la Comisaría 45 de Tartagal y de la motorizada.
La intervención del Ministerio Público Fiscal,, se produjo a partir de la denuncia radicada por su padre, Santos Centurión, el 17 de diciembre.
En diálogo con Salta 12, Centurión señaló que el 11 de noviembre su hijo había ido en su moto al monte a juntar algarrobas con un amigo, y allí se encontró tirada una pistola vieja que la guardó en la mochila.
Al regresar a Tartagal son detenidos por un control de la Policía motorizada, que le requisan las pertenencias, encuentran el arma y lo detienen a Franco por portación ilegal. Enterado de la situación su padre va hasta la comisaría, llega a ver a su hijo de lejos esposado, y habla con el comisario al que le explica que se trata de un trasplantado de medula, y por lo tanto le ruega al efectivo que no lo maltraten durante la detención.
Allí el comisario le asegura que “aquí nadie pega a nadie”, pero según por lo que supo de testigos, esa misma noche entre varios policías habrían humillado y golpeado brutalmente a Centurión, dejándolo en muy malas condiciones y sin ningún tipo de atención médica. A la cual accedería de manera superficial unos 15 días después como parte de los trámites obligatorios para dejarlo en libertad.
Según pudo saber Santos, a su hijo lo desnudaron, lo obligaron a hacer saltos de rana y mientras le iban pegando golpes y patadas, pasada esa primera golpiza y cuando el joven estaba levantado su ropa, otro oficial sin mediar palabra le encaja un golpe que lo tira semi inconsciente a Franco, momento en el que otros policías habrían aprovechado para patearlo. Según Centurión esto fue bajo, por lo menos, la mirada del comisario, del que no recordaba su apellido, que avaló los maltratos.
Cuando recupera su libertad, su padre nota a Franco decaído y cansado, a partir de ahí su salud iría en constante declive, y al notar que orinaba sangre, lo internó primero en el hospital Perón de Tartagal y luego ante la gravedad del cuadro lo trasladaron al hospital San Bernardo en Salta capital.
El diagnóstico con el que sale del nosocomio norteño indica que Franco tenía un pulmón que no le funcionaba, el hígado gravemente afectado y una úlcera en la pierna, por lo que evaluaron cortársela.
Al llegar al San Bernardo, el joven es dormido para intubarlo y nunca más pudo recuperarse.
A partir de la denuncia que radica Santos, le comienzan a llegar testimonios de otros detenidos que le fueron narrando como maltrataron a su hijo, y además le indicaron que es una práctica habitual en esa comisaría con todos los presos.
Según le contaron, los policías utilizan toallas mojadas envueltas en los puños para castigar a los detenidos, y de esa manera no dejar marcas visibles. Otra modalidad sería la de retirar a los presos de la comisaría, llevarlos a descampados y lejos de la mirada de cualquier testigo descargar toda su furia contra los presos.
El propio padre de la víctima informó que habían separado de la fuerza a los policías sospechados, pero señaló que: “No me gusta que los separen de la fuerza, porque creo que así se aseguran que todo quede en la nada”. Pero ahora, con la muerte de Franco, la situación cambia radicalmente ya que de haber evidencias de la culpabilidad de los policías la investigación ya será por un homicidio y no solo por apremios ilegales.