Cruda y visceral, así es la poesía de Nina León. Oriunda de las entrañas de Formosa retrata en su libro amores, encuentros sexuales con clientes, escenas de su vida cotidiana, su infancia y la de otrxs, el placer, su primer amor lesbiano, la maternidad.
Natalia Soledad Canteros, nació en Fontana un barrio no urbanizado de Mendoza capital, donde vivió hasta los 12 años. Su infancia transcurrió entre el barro y las juntadas con tres generaciones diferentes de amigxs. Había una canchita que nunca tenía redes en los arcos, se reunían a jugar y en la esquina tomaban tereré, se reían y cazaban anguilas de las grandes zanjas, jugaban con sol y con lluvia, no se perdían una. De esa niñez rescata también el amor por su abuela que inmortalizó en un poema y otras escenas de esa época. “Ambrosia/tu nombre nunca me sonó tan lindo/pero tus ojos/fueron los mares/más calmos que conocí/Todo tu cuerpo guaraní/también es el mío.” Tuvo una infancia difícil cuando la pobreza apretaba, a pesar de eso, recuerda los momentos de felicidad que pasaba con sus amigxs.
“El cariño de mi vieja o de mi viejo y la necesidad de llamar su atención todo el tiempo porque no solía suceder. Mi vieja laburaba de siete la mañana 23, era muy difícil que podamos estar juntas y que pueda prestar atención a toda esa contención que una niña también necesita. Escribí sobre cosas que quería sacarlas del cuerpo. El amor extenso que tengo por mi abuela que ya no está viva, pero que, a la vez, para lo está y con la cual todo el tiempo me comunico. Continúo creando, artísticamente a partir de su presencia”, dice Nina a sus 35 años revalorizando sus raíces guaraníes.
Recitales eróticos por todo el país
El 2021 tuvo días agitados para Nina, giró por el país presentando su libro. Cada show es una performance única, se tratan de recitales eróticos donde reúne a artistas locales que la acompañan en sus relatos con música, danza e improvisación. Después de superar el pánico escénico, cuando le costaba leer frente al público, Nina se anima a crear distintas voces, tiene buen oído y le gusta jugar con eso. La tapa de su libro es una ilustración de un león con un atardecer que evoca al departamento monoambiente donde vivía hace unos con su hija. Ilustrado por La Keni, trabajadora sexual y tatuadora que ya había depositado sus tintas en la piel de Nina inmortalizando a esa mujer león.
En ese monoambiente nació Nina León, antes de comenzar a ejercer el trabajo sexual escribió un poema erótico sumergida en un limbo de angustia después de haber terminado una relación amorosa con las características típicas del amor romántico que incluyen altos niveles de dependencia emocional. Durante esos días, su salvataje fue la escritura, que le permitió entenderse y llegó a terapia con sus primeros poemas donde describe su presente pero también vivencias pasadas que comenzó a notar que hacían huella en su ahora.
“En esos momentos de angustia por mi sexualidad y no saber cómo vincularme con una nueva persona, empecé a pensar que podría hacerlo sola, me puse a escribir, saqué afuera mucha angustia y a los 20 minutos, con un disco de fondo, en el sillón cómoda, empecé a tocarme y a masturbarme porque hasta eso me costaba. De pronto fui transformando toda esa angustia, miedo y ese sentido de soledad en algo que era simplemente jugar conmigo misma. Y en la última parte del poema como una cuestión mágica, escribí ‘decidí bautizarme Nina Simone’”.
Nací masturbándome
“Soy el fruto/que rompió cadenas/Nací masturbándome/la rebeldía erótica/que mi madre nunca/hubiera querido parir/El pánico de mi hermana/ante su putez/Mi padre y mi hermano/jamás podrán contratar mi placer/Soy mi mutación/cuantas veces desee/la historia/de mis propios labios/Nina León/Nací masturbándome/con la izquierda/mientras escribía con la derecha/lo que te repetía mi cuerpo mojado/escuchate/escuchate.
Nina asocia ese momento de introspección a la fuerza que le dio una frase de la cantante Nina Simone que señala “Libertad es no tener miedo” y los movimientos seductores del león a punto de cazar a su presa “sin saber en realidad cuál sería mi presa” dice riendo. Unos meses después de ese episodio comenzó a ejercer el trabajo sexual y fue ese mismo seudónimo que adoptó para sus clientes en la clandestinidad fusionando así a la puta poeta.
“Siento que en este libro no me amigué tanto con la ficción. Recién ahora animándome a ser amiga de la ficción. Puede que algunas personas se sientan interpeladas de distintas formas por algunos de mis escritos desde un sentimiento de asco, hasta alegría, diversión o calentura. Hay cosas que cuento que son reales que han pasado en encuentros, hay muchas otras que les han pasado a personas que conozco y otras que no han pasado.”
Sus poemas ya tienen dos años en la calle con casi 500 ejemplares vendidos, fue un trabajo que nació desde la autogestión como cada movimiento que realiza, al igual que las presentaciones. El libro llegó a la imprenta con ahorros del trabajo sexual y con el dinero que obtuvo de la venta Nina logró costear los viajes a distintos puntos del país donde llevó sus versos.
“A mí me gusta mucho poder llevarlo a las provincias y articular con artistas. Trabajo casi siempre con performers y músicxs locales y voy modificando mucho las melodías. No, es que existe una melodía determinada para cada poema. Eso se va modificando de acuerdo a qué es lo que siente el artista que recibe mi poema y que yo le permito también, como amasarlo de acuerdo a lo que sienta, un laburo colectivo. Trato de trabajar con los sentimientos. Hice recitales con violinistas, bajistas, bandoneonistas, acordeonistas, chelistas y una piba en Formosa que hacía beatbox, yo ni siquiera conocía que era esa disciplina y la piba hizo una genialidad arriba del escenario potenciando mis poemas. Nadie sabe muy bien que va a pasar, entonces es muy divertido, ningún show se parece entre sí. Es un espacio único y eso es lo que más me conmueve a seguir sosteniéndolo con artistas brillantes que me enseñan un montón, que se mueven en la autogestión y no es sencillo pero estamos casi en un mismo lenguaje.”
La escritura como reparación
Puta Poeta fue editado por Paula Jiménez España, quien le dio las herramientas de escritura, con prólogo de Juan Sklar, quien fue su profesor de escritura. Ahora Nina ya comienza a pensar en una segunda edición y está trabajando en un nuevo libro.
Me comí los mocos/hasta los nueve/cuando mi mamá me dijo/que eran caca de mosca/y los dejé. Eso/me dio el mismo asco/que aquel adulto/que me apoyaba la pija/en mi propia cama/mientras yo aún/me comía los mocos.
En uno de sus poemas habla del abuso que sufrió de niña de parte de la pareja de su abuela y una vez más encontró en la escritura una salida reparadora: “Me pareció súper necesario esa escritura, no por una cuestión de venganza personal contra él, porque entiendo también y complejizo hoy de donde vino y de qué familia, sin embargo, pude comenzar a recolectar un montón de información en el plano familiar que también me hizo entender toda esa cultura tan misógina, machista y patriarcal en la que creció mi familia como la de todas y todes. Lo analicé muchísimo para no quedarme con ese enojo y entender un poco más la situación y dije quiero exponer este poema porque siento que hay otras mujeres de mi familia, que también han atravesado una situación similar, incluso con la misma persona y, por otro lado, porque muchas mujeres hemos atravesado esta situación con otras personas de la familia también. Me parece sanador socializar el hecho para poder abrazarnos y seguir construyendo, sin los enojos, dentro de nuestros cuerpos.”
Nina se encuentra trabajando en su segundo libro que será editado por editorial Planeta, un libro de relatos y poemas que está germinando.