El cineasta Rodrigo Fernández Engler estrenará este jueves su nuevo largometraje Yo, traidor, al que considera el film más personal que hizo hasta el momento. Si tuviese que ver un punto de arranque, Fernández Engler no duda: la muerte de su padre en 2007. El realizador reconoce que cuando su papá falleció quedaron "muchas cosas pendientes", según señala. "A partir de ese dolor, de esa insatisfacción por la situación y sin entender muchas cosas, en un viaje que hice a Europa en ocasión de presentar mi primera película, Cartas a Malvinas, fui a una iglesia y escuché un sermón que hablaba sobre la parábola del hijo pródigo", comenta.
Cuando volvió a Córdoba, donde reside, escribió el guión de Yo, traidor. "Lo escribí muy rápido y después quedó guardado durante mucho tiempo. Hice otras películas hasta que finalmente en 2016 lo saqué de un cajón, se lo di a Mario Pedernera, que es un colega mío y él hizo una reescritura". Para ese entonces, Fernández Engler ya había sido papá. "Entonces, conectaron dos cosas: por un lado, la pérdida de mi papá y, por otro, los nacimientos de mis hijos. Eso fue lo que terminó de cerrar un círculo", confiesa.
En la ficción, Mariano Martínez es Máximo Ferradas, empresario e hijo menor de una poderosa familia de pescadores de toda la vida. Máximo le pide a Francisco (Jorge Marrale), su padre, su parte de la herencia. Así comienza un largo viaje que lo llevará hacia tierras lejanas, intentando construir su propio “imperio”. Se instala en Perla del Mar, un pueblo pesquero en la Patagonia argentina, donde conoce a Caviedes (Arturo Puig), un agradable y enigmático empresario que le ofrece la cima de los negocios; a Coletto (Osvaldo Santoro), un pescador artesanal, con quien se enfrenta a muerte por la ley de pesca; y a Maite (Mercedes Lambre), una hermosa y solitaria mujer, de la que se enamora por primera vez.
-¿Qué mirada de familia buscaste transmitir con esta historia?
-Concibo a la familia como el núcleo de la sociedad, como algo vital, como una célula importantísima en la sociedad que, a partir de las fallas o de los problemas familiares, se empieza a resquebrajar todo y genera un efecto dominó. Esa es la visión que tengo en relación a este núcleo, que a mi entender, es lo que le da origen a la sociedad.
-En esta historia se puede decir que toda elección implica una pérdida, ¿no? Cuando uno elige está resignando algo...
-Absolutamente. Todas las decisiones que tomamos en la vida de cualquier índole y de cualquier envergadura siempre van a implicar una pérdida. Nunca vamos a estar completos. Siempre nos va a faltar algo. Por eso cuando me preguntan "¿Vos sos feliz?", yo contesto "Con frecuencia". Pero no siempre porque esa cuestión idílica de la felicidad, de la cosa completa o de la plenitud, como algunos dicen, me parece más que todo una utopía, una quimera.
-También hablaste de salir de la zona de confort. ¿Es un personaje que no teme al desafío?
-Máximo no teme. Cree que con su juventud, con su dinero, con su encanto va a poder llevarse el mundo por delante, va a poder salir a conquistar el mundo y ya vemos cómo le va.