El 6 de enero de cada año, con la llegada de los Reyes Magos y sus regalos, culmina la temporada de fiestas de fin de año que comienza a principios de diciembre.
Los niños les escriben cartas a Melchor, Baltasar y Gaspar con un regalo deseado. La noche anterior, la carta se deja dentro de un zapato que acompaña un cacharro con agua y un poco de pasto en la puerta, ventana o patio del hogar.
Tanto el pasto como el agua son para los camellos en los que se transportan los Reyes Magos, tal como se hacía antiguamente en gran parte de Oriente.
Si bien las costumbres varían en cada familia, los zapatos, o algún tipo de calzado, siempre están. Hay distintas teorías que explican el origen de este gesto.
La tradición de Reyes Magos en Europa
La teoría más fuerte sobre cómo comenzó la costumbre de dejar los zapatos se remonta a la Países Bajos (Holanda en ese entonces) del Siglo XV. Existía la tradición de “poner un zapato” durante una noche por estas fechas: las personas de sectores más populares llevaban sus zapatos a la Iglesia para que los ricos depositaran allí sus limosnas. Al día siguiente, se repartían los "regalos" entre las familias pobres.
El origen de la costumbre en México
La costumbre más ligada a la religión católica tiene su origen en una leyenda mexicana y explica que los zapatos deben colocarse cerca del pesebre, ya que los Reyes Magos se acercan al Niño Jesús.
Es necesario dejar un calzado por miembro de la familia, ya que según la cantidad de pares y el tamaño de los pies, los Reyes Magos sabrán cuántas personas hay en la casa, y de qué edades.
En una línea similar, otra hipótesis planteada por la rama tradicional de la Sociedad Artística Sinaloense señala que los niños allegados a Jesús se apenaban tanto de verlo siempre descalzo que decidieron juntarse entre varios para regalarle un par de zapatos que dejaron durante esa noche en la ventana de su vivienda. La acción desinteresada de los pequeños habría sido recompensada por los Reyes Magos, quienes le dejaron dulces y regalos en sus propios zapatos.