El serbio Novak Djokovic, número uno del tenis mundial, aún no fue deportado y permanecerá hasta el lunes retenido en un hotel de Melbourne luego de apelar la cancelación de su visa de ingreso a Australia por no estar vacunado contra el Covid-19, en lo que ya se convirtió en un escándalo diplomático internacional.

En una audiencia celebrada este jueves en esa ciudad, el abogado del Estado australiano Christopher Tran aseguró que el gobierno no tiene previsto expulsar al serbio antes del lunes cuando se realice una segunda mediación judicial. En paralelo, en Serbia comenzó un operativo para convertir en mártir al tenista, con una conferencia de prensa que brindaron sus familiares y una multitudinaria protesta en las calles de Belgrado.

La primera comunicación del tenista desde que aterrizó en el país oceánico habría sido un escueto mensaje a la familia: “¡Dios todo lo ve! La moralidad y la ética como los más grandes ideales son las estrellas que guían hacia la elevación espiritual. Mi gracia es espiritual, y su riqueza material", escribió Novak desde su teléfono celular, según su hermano Djordje. "Mi hermano no es un criminal, es un atleta", agregó.

Srdjan Djokovic, padre del tenista, consideró que su hijo Novak "está siendo crucificado" por la decisión de no vacunarse contra el coronavirus, lo que le generó un conflicto en su intento de entrar a Australia para jugar el primer Grand Slam del año a partir del 17 de enero.

“Jesús fue crucificado en la cruz, y todo le fue hecho, pero él está vivo entre nosotros incluso hoy. Ahora Novak está siendo crucificado, le están haciendo de todo. Pero él resistirá", aseguró Djokovic padre en declaraciones al diario serbio Telegraf.

Djokovic, de conocida posición contraria a la vacuna, viajó a Melbourne para disputar el Australia Open, al conseguir una "exención médica" por parte de las autoridades locales. Sin embargo, al aterrizar el miércoles en la capital del estado de Victoria, quedó retenido por el personal de Migraciones del Aeropuerto Internacional Tullamarine debido a un problema con su visado.

El incidente se convirtió en un escándalo diplomático cuando el presidente serbio Aleksandar Vucic acusó a las autoridades australianas de "maltrato" al número 1 del tenis y de ejercer una "caza política". 

Un grupo de aficionados se congregó durante toda la jornada frente al Park Hotel de Melbourne, donde el tenista fue derivado, para pedir por su liberación. El establecimiento, usado como centro de cuarentena durante el año pasado, también alberga inmigrantes ilegales que fueron trasladados desde las islas de Manus y Naur.

“Sigue detenido en prisión. Le quitaron todas sus cosas, le dejaron sólo el teléfono móvil, no tiene nada que ponerse, cambiarse de ropa y lavarse. Novak es un prisionero de esos bastardos y la culpa es de ellos. Todo el mundo libertario, levántese, esta no es solo una lucha de Novak. Lo colocaron en habitaciones insalubres”, denunció su papá en la rueda de prensa brindada en Belgrado. "Tienen cautivo a Novak. Novak es Serbia, y lo están pisoteando tanto a Novak como a Serbia. Querían subestimarlo, humillarlo. Somos serbios, un pueblo orgulloso, nunca atacamos a nadie, simplemente nos defendemos", concluyó Srdjan.

Ante estas acusaciones, según el medio The Age, las autoridades australianas barajan no solamente deportarlo ahora sino la posibilidad de prohibir la entrada al país del nueve veces campeón del Abierto australiano durante tres años.

Djokovic, de 34 años, no aportó evidencia de tener la vacunación completa ni la justificación médica para estar eximido de ella, dijo el primer ministro Scott Morrison para argumentar el trato que recibió el tenista. "Las reglas son las reglas, especialmente cuando se trata de nuestras fronteras. Nadie está por encima de las reglas", aseguró en una conferencia de prensa reproducida por la agencia AFP.

Después de meses de incertidumbre, el campeón de 20 Grand Slam confirmó esta semana su viaje a Australia después de anunciar que había conseguido un permiso sanitario para jugar el torneo en busca de su décimo título y de batir el récord de 20 Grand Slam que ahora comparte con el suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal.

En el pasado, el número 1 del ranking ATP hizo pública su oposición a la vacuna contra el coronavirus y se negó repetidamente a confirmar si se había inoculado por considerarlo un acto de reserva personal.

El Abierto de Australia exige que todos sus participantes deben estar vacunados o disponer de una exención otorgada por dos comités de expertos independientes. Por caso, los tenistas que recibieron la vacuna Sputnik V, que no está aprobada en el país oceánico, tampoco pueden jugar en el Melbourne Park.