Con un sugestivo título, La chica más feliz del mundo, dirigida por Radu Jude y filmada en Francia y Japón se pregunta si podrían los lazos familiares ser la mejor herramienta de chantaje. En una Bucarest poscomunista, una chica que llega de un pequeño pueblo a la capital, a la que le falta un año para terminar la secundaria, gana un auto en un concurso. Una sátira de la sociedad de consumo que se desató en Rumania tras la caída de Ceaușescu. Esta obra clave de la Nueva Ola rumana pertenece al mismo director de la aclamada Bad Luck Banging or Loony Porn (disponible en Mubi).
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