Aunque en el país puede que pase inadvertido, Tall Juan es el artista argentino mejor rankeado en la compleja, abundante y competitiva escena indie estadounidense. Así que, por más que le pese, cumple con la sempiterna máxima que versa que “nadie es profeta en su tierra”. Si bien siempre la escuchó, nunca imaginó que la iba a vivir en carne propia. “Ahora no lo siento tanto”, reconoce Juan Cruz Zaballa, el nombre detrás del álter ego. “En el momento que vi que acá no podía hacer lo que quería, me dio dolor y tristeza. Toqué con mucha gente, y nadie me dijo ‘Juani, tirate a la pileta con lo tuyo’. Eso lo pude tener allá”. Al poco tiempo de establecerse en Nueva York, a partir de la invitación de su hermana, el artista de San Antonio de Padua consiguió hacerse de un grupo de pertenencia (en el que se destaca el cantautor uruguayo Juan Wauters) que lo ayudó a encaminarse hacia el éxito. “Ya está. Dejé de pensar como músico argentino. Ninguna de las canciones que tengo las escribí acá”.

-¿Cómo te presentan cuando actuás en un festival norteamericano?

-Como argentino y también como estadounidense. Pero me gusta más que digan que soy argentino porque parezco más exótico. Lo contrario a acá. Si estuviera tocando en Padua, nadie me iría a ver. Prefiero ni pensarlo.

Después de casi cuatro años sin poner un pie acá, el músico regresó a su terruño para visitar a su familia. Situación que aprovechó para presentar ante su gente, y en plan de “solo set”, las canciones de su segundo álbum, Atlántico (2020), elogiado en ambas orillas del océano que inspiró su título. “No sé qué significa eso, la verdad”, se sincera Tall Juan, quien estará tocando este repertorio este viernes en  Buenos Aires, en La Tangente, a las 21 hs, y el sábado en el marplatense Club TRI. “Pero soy consciente de eso. No tengo equipo de prensa ni nada así. Sucedió de manera natural, lo que me pone muy feliz y por lo que estoy agradecido. A mí me gusta el disco, y disfruto de tocarlo. Mucha gente me escribió para decirme que estas canciones la ayudaron a llevar la pandemia. Ese gesto me llena el pecho de felicidad”. Originalmente, este trabajo iba a aparecer el año pasado, pero el coronavirus cambió los planes. “Luego de cancelar la gira, estaba aburrido en casa. Lo subí a Internet en mayo, y me propusieron imprimirlo. Lo hice yo solo cien por cien”.

En su primer disco, Olden Goldies (2017), el ex bajista de Fantasmagoria y María Eva Albistur invocó a Los Beatles. Aunque con un arrebato punk en el que evocó a bandas influyentes como Ramones, y las locales Loquero y Fun People. Sin embargo, en Atlántico hurga en otro tipo de raíces, las que descubrió siendo inmigrante: desde la afroargentinidad hasta María Elena Walsh, con sabor a cumbia, afrobeat, Jamaica y Tanguito. “Nos re engañaron”, se indigna. “Hay gente que todavía cree que no hay afrodescendientes en Argentina, y los ves por ahí. El problema está en la educación colonialista que tuvimos todos acá. A mí me abrió los ojos el haber viajado, pude ver las cosas desde otro lugar. Así empecé a interesarme no sólo en mi cultura, sino también en la de otros países latinoamericanos con influencia africana, como Colombia. Ahondé en la cumbia, en el samba, y en la bomba y plena puertorriqueñas, y en todas esas músicas se habla con orgullo de su pasado africano. Algo que no sucede con el tango. Se refieren a él con ese orgullo blanco y europeo”.

-Ahora que vivís en Estados Unidos, ¿cuál es tu interpretación de la Argentina?

-Amo a mi país de la misma manera que amo a Chile. Me cuesta el sentimiento de patria. Llegar allá me afectó mucho gracias a que pude conectar con gente de otros países latinoamericanos. Veo a la Argentina como parte de Latinoamérica, mientras que antes la veía más europea.

-¿Escuchabas a María Elena Walsh antes de irte?

-Alguna vez leí algo de ella, y me empecé a interesar en su historia. Lo hice mientras iba a por (Atahualpa) Yupanqui y el folklore. Así llegué. Me cautivó cómo hizo un disco con varios estilos musicales diferentes, a propósito. Eso me inspiró a la hora de decidir no hacer un disco enteramente rockero, onda Fun People, porque era lo que escuchaba de chico. Me animé a mezclar lo que se me ocurra. Más que escuchar un disco suyo, fue su actitud lo que me inspiró.

Aparte de Tall Juan, José González es el otro artista argentino que supo hacerse un lugar en el circuito indie anglosajón. A diferencia del paduense, su colega nació en Gotemburgo cuando sus padres, de origen mendocino, decidieron huir de la última dictadura militar. Ahí aprendió no sólo acerca de la copla cuyana sino también de Mercedes Sosa, Quilapayún, Silvio Rodríguez y Caetano Veloso, lo que está patente en su propuesta. Recientemente comenzó a atreverse a cantar en español, sumándose así a una generación de cantautores latinos que apelaron al bilingüismo y de la que son parte, además de Juan Wauters, Helado Negro o Devendra Banhart. “Eso es muy llamativo sobre todo en el circuito under de allá”, comparte Zaballa. “Está el público para eso, e involucra al angloparlante. Eso me pone muy feliz. Puedo tocar una canción de Milton Nascimento, por ejemplo, y quizá el que está ahí piensa que es mía. Abogo por esa idea de compartir la música sudamericana, porque es una posibilidad de que la gente descubra a esos artistas. Es un ambiente más bonito”.

-¿En qué están inspiradas las letras de Atlántico?

-Tienen que ver con el amor y las amistades. Todo lo contrario a las del nuevo disco, que están inspiradas por el miedo.

-¿Ya lo tenés listo?

-Sí, pero lo sacaré en el 2023. Haré algunas canciones en La Tangente para sacarme las ganas. Las letras tienen que ver con lo que experimenté en la pandemia. Reflejan mi estado anímico depresivo, por no hacer lo que uno venía haciendo. Fue bien duro no poder ver a los amigos ni viajar. Hacer ese disco me sirvió de ejercicio para liberar ese mal gusto.

Atlántico cuenta con las participaciones de los músicos argentinos Fernando Samalea y el tecladista Sebastián Volco (ex Fantasmagoria), al igual que del ingeniero de sonido local Max Scenna. “En un show que hice en París, Fernando vino y me dijo que cuando quisiera quedar para hacer algo que le avisara. Venía de grabar con Robert Fripp o algo así. Algo similar me propuso Volco, que fue al mismo recital”, recuerda quien en 2014 lanzó “Falling Down”, el primer sencillo que sacó en el mercado estadounidense. “Podía haber hecho el disco con los músicos que me acompañan, tal como sucedió ahora. Pero en ese momento pensé que estaría bueno hacerlo con una banda argentina. Tenía sentido llamarlos a ellos para volver a mis raíces, en vez de hacerlo con mis amigos latinos de allá. Aún hoy creo que estuvo buenísimo porque todo fue improvisado. No hubo demos ni nada similar. Sólo les mostré las canciones en el momento, y las grabamos. Por lo menos a mí me encantó cómo quedó”.

-¿Estás al tanto de la música que se hace hoy acá?

-Sé lo que sucede con la movida del trap. Pero lo que más me gustó hasta ahora fue L-Gante.