MADRE/ANDROIDE 5 puntos

Mother/Android; Estados Unidos, 2021

Dirección y guion: Mattson Tomlin.

Duración: 110 minutos.

Intérpretes: Chloë Grace Moretz , Algee Smith, Raúl Castillo, Linnea Gardner, Kiara Pichardo.

Estreno en Netflix.

El prólogo es potente y promete. Georgia y Sam, una pareja de universitarios, disfruta con amigos de los festejos navideños cuando el robot de la casa (la historia transcurre en un futuro más o menos cercano) destroza la primera ley de la robótica creada por Isaac Asimov: “Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño”. El androide, que en realidad es eso, una mezcla de chips, tendones de titanio, carne y sangre artificial, comienza a masacrar a los invitados al ágape, hasta que uno de ellos lo revienta a palazos. Afuera, cortes de luz, disparos, gritos, explosiones, ruido a vidrios rotos. Los seres creados por los humanos a su imagen y semejanza para servirlos se han rebelado, tomando por asalto las riendas de la sociedad. Si algo no puede destacarse de la película escrita y dirigida por Mattson Tomlin es su originalidad, pero la historia del cine está repleta de títulos escasamente novedosos e interés significativo. No es el caso de Madre/Androide, que va de mayor a menor con apenas algunos chispazos de atracción.

No es culpa de Chloë Grace Moretz y Algee Smith, el dúo encargado de darles vida a Georgia y Sam, que a poco de terminada la introducción andan deambulando por un bosque desolado, en un intento por llegar a Boston sin que los homúnculos con corazón de metal los tomen por sorpresa. Detalle: Georgia evidencia un embarazo avanzadísimo, lo cual dificulta bastante el avance por tierras peligrosas (ni hablar de las posibles corridas). Pero dicen que, en la gran ciudad, todavía resistente al embate de los nuevos amos, están enviando a China y a Corea a los padres con chicos pequeños, y la esperanza es lo último que se pierde. 

El planteo es esencialmente ese, una película de supervivencia donde los peligros acechan en cada recodo. La llegada a un fortín militar permite un respiro temporal, aunque las malas vibras de los soldados no transforman el descanso en un edén. El primero en una extensa serie de malos pasos de Sam (cariñoso, seguramente un futuro buen padre, pero bastante pato criollo) los pone nuevamente de patitas en el bosque, con un revólver y un machete como única defensa contra los letales enemigos.

Rutinario y predecible, por momentos un poco ridículo (Sam admite que no podría navegar un velero, pero, como quien no quiere la cosa, arregla una motocicleta de gran cilindrada) el film avanza hasta presentar a un protector inusitado (Raúl Castillo, en plan experto en inteligencia artificial) y de pronto encuentra una veta interesante para el tercer y último acto. Pero la novedad introducida por el guion es mancillada rápidamente por una escena de suspenso y acción risible. La caída en desgracia definitiva ocurre hacia el final, cuando Madre/Androide se vuelca al drama familiar lastimero con una serie de flashforwards ucrónicos que provocan más vergüenza ajena que llantos genuinos. Un Terminator a la derecha, por favor.