Con apenas un 40 por ciento de la población con la pauta completa Rumania es, solo detrás de Bulgaria, el país con menos ciudadanos vacunados de toda la Unión Europea (UE). Ese escenario se explica por una ultraderecha poderosa que conspira y llama a protestar contra las medidas dispuestas por el gobierno, pero también por la desconfianza de parte de la población ante la millonaria compra de vacunas. Tal es así que la Dirección Nacional Anticorrupción (DNA) rumana decidió abrir una investigación por posible "abuso de poder" y "beneficios indebidos" en las negociaciones por los inmunizantes. En paralelo, la Defensoría del Pueblo Europeo puso en marcha una pesquisa sobre las conversaciones privadas entre la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el CEO de Pfizer, Albert Bourla. La Comisión Europea sostiene que, cumpliendo con los reglamentos internos, los mensajes intercambiados entre ambos para cerrar el acuerdo de compra de vacunas fueron eliminados, un hecho que alimenta aún más las sospechas.
Rumania: compras en exceso y abuso de poder
De acuerdo a los propios fiscales, la DNA de Rumania inició investigaciones sobre las circunstancias en las que el país balcánico compró vacunas contra el coronavirus "en exceso". El organismo busca detectar posibles "abusos de poder" que darían como resultado ganancias indebidas de funcionarios estatales. "Hasta donde yo sé, los procedimientos seguidos para comprar vacunas en todos los países de la UE fueron los mismos y fueron desarrollados por la Comisión Europea", se defendió Valeriu Gheorghita, jefe de la campaña nacional de vacunación, según el portal rumano Hotnews.
El pasado 14 de julio, el primer ministro Florin Citu declaró que Rumania había ordenado la compra de 120 millones de dosis de vacunas (para un país de 19 millones de habitantes) en base a una estrategia adoptada a nivel de la UE que permite, según la situación, su reventa o donación. También aseguró que el precio total de las dosis se conocerá cuando Rumania deba pagarlas.
La investigación de la DNA sobre la compra de vacunas "es bienvenida", dijo Vlad Voiculescu, un exministro de Salud que estaba en el cargo a principios del año pasado, cuando el país realizó sus primeros pedidos de inmunizantes. Luego de abandonar la cartera sanitaria, Voiculescu prendió el ventilador al afirmar que "siguiendo las decisiones apresuradas, también por decisión de Citu, Rumania ordenó irracionalmente innumerables vacunas, compró más dosis de las necesarias y terminó vendiendo y donando más millones de vacunas que cualquier otro país de Europa".
El exministro de Salud sostiene que eso fue así "no por razones humanitarias , sino porque de lo contrario las vacunas habrían expirado". De esa forma, Rumania donó una enorme cantidad de dosis a países tan disímiles como Dinamarca, Vietnam, Irlanda, Corea del Sur o Moldavia.
UE: intercambio de mensajes sospechoso
Las denuncias por transacciones sospechosas, con la crisis de la pandemia como telón de fondo, también llegaron a la UE. La Defensora del Pueblo Europeo, Emily O'Reilly, abrió una investigación sobre la negativa del ejecutivo de la UE a proporcionar acceso público a la información relacionada con la compra de dosis de la vacuna anticovid. El caso surgió tras la publicación de un artículo en el diario The New York Times del pasado mes de abril, en el que se informaba sobre un intercambio de llamadas telefónicas y mensajes entre la titular de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla.
El problema no fue tanto por el contacto directo entre ambos (Bourla dijo que había "mucha confianza porque entramos en discusiones profundas"), sino porque la Comisión Europea recibió una solicitud de acceso a los mensajes y, para sorpresa de muchos, respondió que no quedaban registros. La UE sostiene que los mensajes de texto son generalmente "de corta duración" y, en principio, excluidos del archivo.
"En principio no contienen información importante sobre asuntos relacionados con las políticas, actividades y decisiones de la Comisión", sostuvo Ilze Juhansone, secretario general de la Comisión Europea. En ese sentido, "la política de mantenimiento de registros de la Comisión excluiría en principio la mensajería instantánea". Esto significa que, si la Comisión quiere ocultar algo, puede comunicarse vía WhatsApp sin dejar rastros.
En abril pasado, von der Leyen le había prometido a la UE negociar solo con Pfizer, comprando 1.800 millones de dosis. Fue el primer ministro búlgaro Bojko Borisov quien protestó en Bruselas porque la farmacéutica estadounidense decidió subir el precio sin previo aviso: pasó de 15,5 a 19,50 euros la dosis. Von der Leyen aceptó, pese a algunas críticas, y cerró un contrato que en ese momento costó alrededor de 35 mil millones de euros.
"¿Cómo ha podido la Comisión Europea aceptar inclinarse ante las empresas farmacéuticas de esta manera?", se preguntó días atrás la diputada del Parlamento Europeo, Manon Aubry. Recientemente se celebró una reunión entre el equipo de O'Reilly y representantes de la Comisión Europea. Se espera que O'Reilly publique próximamente un informe con las conclusiones de ese encuentro, aunque la investigación difícilmente surta algún efecto.