La pandemia visibilizó, como nunca antes, la precariedad de los espacios culturales independientes en la Ciudad. El 85 por ciento de las organizaciones no pudo cubrir los gastos mensuales de funcionamiento y el 56,9 se encontraba endeudado, a marzo de 2021, según los datos del informe realizado por el Centro de Estudios Metropolitanos (CEM). El 70,6 por ciento de los espacios logró volver a abrir sus puertas en marzo del año pasado y el 26,6 continuaba con sus sedes cerradas, aunque con sus proyectos vigentes. Quienes cerraron definitivamente lo hicieron en marzo y abril de 2020 y al principio de la segunda ola, en los primeros meses de 2021. Para más del 50 por ciento de los centros culturales la mitad de las personas que formaban parte del equipo tenían su trabajo como único o principal ingreso. Hubo una reducción de fuentes laborales cercana al 30 durante el primer año de la pandemia: de 2.107 personas que colaboraban de forma permanente a 1.436.
El informe del CEM --un consorcio de cooperación conformado por la Universidad Nacional Arturo Jauretche, la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo y la Universidad Nacional de Hurlingham-- fue presentado por Matías Barroetaveña, legislador del Frente de Todos en la Ciudad y director del centro, junto con la diputada nacional Gisela Marziotta; la secretaria de Industrias Culturales del Ministerio de Cultura de la Nación, Lucrecia Cardoso; el legislador Franco Vitali y representantes del sector como Mónica Lacoste (CLUMVI), Anabella Valencia (ARTEI), Héctor Segura (ESCENA), Fernanda Catullo (Defensoría del Pueblo), Gonzalo Pastrana y Lucía Torre (MECA) y Darío Romano, coordinador del área de Trabajo y Producción del CEM.
El estudio –que estuvo a cargo de Valeria Escolar, Bruno Maccari, Julieta Pachano y Paulina Seivach- se propuso conocer cuál fue la situación que dejó un año de pandemia en los espacios culturales independientes, de marzo de 2020 a marzo del 2021, para generar un aporte al análisis, reflexión y debate sobre el diseño de políticas de reactivación económica para el sector cultural porteño. El relevamiento, efectuado entre abril y agosto del 2021, incluyó a espacios habilitados como Teatro Independiente, Club de Música en vivo, Centro Cultural y Espacios Culturales Independientes. Para la investigación se implementó una encuesta autoadministrada y se realizaron 197 entrevistas con referentes de los espacios culturales y de las organizaciones sectoriales, casi el 50 por ciento del total de los espacios habilitados.
“El Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires hizo un refuerzo económico de sus tradicionales programas de fomento a la cultura nucleados bajo la plataforma ‘Impulso Cultural’. Sin embargo, esto no fue suficiente para resolver la situación del sector cultural independiente (...), que se movilizó para exigir que se declare la emergencia cultural”, plantea el informe del CEM. “La presencia del Estado Nacional en la ciudad de Buenos Aires asumió una enorme relevancia a través de la creación de acciones específicas y partidas extraordinarias para los espacios culturales independientes porteños, ante la emergencia sanitaria”.
Más del 81 por ciento de las organizaciones recibió financiamiento público con mayores niveles en los casos de las salas teatrales (80,2) y Clubes de Música (75,9). Dos de cada tres espacios culturales porteños recibieron del Estado Nacional el Fondo Desarrollar y más de la mitad del Instituto Nacional del Teatro (INT).
Los principales destinos del financiamiento público fueron alquileres y servicios (más del 80 por ciento), recursos humanos (alrededor del 55) y mejoras de infraestructura (20). Respecto a los niveles de asistencia del Estado a los trabajadores de los espacios culturales, se estimó que el 80 por ciento de las organizaciones contaban entre sus integrantes con al menos una persona que recibió entre marzo de 2020 y marzo de 2021 ayuda directa del gobierno nacional -a través de instrumentos como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el Fondo Nacional de las Artes (FNA) o Potenciar Trabajo-, y alrededor de un 10 por ciento consideró que la percibió la totalidad de su plantel estable.
Gisela Marziotta advierte que con este informe “queda clara la situación de los espacios culturales de la Ciudad y el trabajo que viene haciendo Nación acompañando con diferentes acciones a los espacios independientes que sufrieron las consecuencias de la pandemia”, y agrega que el estudio del CEM es “un insumo que permite además ver dónde tenemos que apuntar para fortalecer este sector tan fundamental de la Ciudad”. Matías Barroetaveña, director del CEM y legislador porteño, destaca “la necesidad de darle visibilidad a los centros culturales independientes, que a veces parecen invisibilizados por no ser parte de las políticas públicas, aunque son sostén único de más del 50 por ciento de los trabajadores de esos espacios”.
Barroetaveña cuenta a Página/12 que están trabajando una propuesta del MECA (Movimientos de Espacios Culturales y Artísticos) junto a la legisladora Maru Bielli, también del Frente de Todos, para crear un instituto de fomento para los Centros Culturales Independientes, a la manera de otras instituciones similares en la ciudad como ProTeatro, BAMúsica y BAMilonga. El proyecto de ley para crear este nuevo instituto se presentará en marzo, cuando se inaugure el período de Sesiones Ordinarias en la legislatura porteña. El director del CEM recuerda que el gobierno nacional puso más 1.500 millones de pesos en transferencia directa a instituciones y personas vinculadas al rubro de la cultura sólo en la ciudad de Buenos Aires.
La cuestión de los costos apareció como uno de los condicionantes principales en la continuidad operativa de los espacios culturales. El gasto de alquileres se instala como un tema prioritario a tener en cuenta en el diseño de nuevas políticas públicas de asistencia sectorial.
“El cambio del código de edificación de la Ciudad hizo que se pueda construir en muchos lugares donde antes no se podía y eso está provocando un deterioro importante del patrimonio urbano porque muchas casas, algunas situadas en esquinas o en barrios donde antes no se podía construir en altura, se alquilaban para centros culturales; pero hoy el propietario, al ver la posibilidad de un negocio inmobiliario y poder construir cinco o diez pisos donde antes no se podía, quita la casa del alquiler o la pretende aumentar tomando en cuenta este nuevo valor al que alquila un centro cultural, con lo cual está complicando más el costo de los alquileres por esta política especulativa”, cuestiona el legislador del Frente de Todos.