Autotesteades; contactes o sintactes estreches; asintomáticus; aisladitos sin causa; trivacu-, bivacu- y monovacunados; turistas en su propia casa; descubridoras de habilidades inútiles pero que ayudan a sobrellevar el encierro; dudosos; ansioses; temeroses: ¡es con todes y todis!
Desearía comenzar esta columna por la de la semana pasada. Antes de que me encierren o al menos de que me hisopen la neurona de manera poco ortodoxa, me explico: quiero agradecer a todos y todas las lectores y los lectoras por los comentarios, en esta misma columna y en otros ámbitos, provocados por la columna y el video "Papapatricia" que hace siete días se hiciera público en este mismo espacio.
Ahora sí, continúo (dijo el búho).
Se está notando en Europa, en Estados Unidos y también en estas tierras una nueva ola del mal que asola (rima que combina) y aqueja a la humanidad en particular y a las personas en general, o similar.
No me estoy refiriendo a la covid-19: ese es un tema muy serio y grave que requiere conocimientos de los que este humorista carece. Sí, en cambio, podemos hablar de esa cosa que no sabemos si es un virus (como las fake news, que les venden a tus células falsa info y hacen que la repliques), un parásito (que se te instala y vive de vos, hace negocios con tus propiedades, tus espacios, tus recursos) o qué. Presenta varias cepas, que podemos denominar N (neoliberalismo), NN (negacionismo), L (libertario), M (mercado) MM (ustedes ya saben), I (infodemia), EEE ( egoísmo extremo estratosférico), M (otra vez, pero estos son Mileinials, o sea, seguidores de un eclownomista), y ETC.
- La pandemia de este mal está dividida en “Pan para pocos" y "Demia para el resto”.
- Hay cepas contagiosas, y otras no tanto, pero en general se transmite por vía mediática, sea en pantalla grande o por redes sociales.
- Quien está aquejado por este mal puede sufrir algunos síntomas, pero los más graves son los síntomas que les hacen sufrir a los demás.
- En la Argentina hubo y hay recursos para mantenerlo a raya, pero a veces se escapa y produce una tremenda ola que dura cuatro años. Y lo peor es que, cuando logra predominar, en lugar de cerrar las fronteras, las abre, permitiendo que el país se llene de pequeños o grandes productos importados que transmiten el virus y pueden causar la muerte de varias industrias.
- Suele provocar el éxodo de nuestras reservas de anticuerpos depositándolos en Panamá u otros paraísos virales.
- Como buen virus, intenta engañar todo el tiempo a nuestro organismo. En este caso, le miente, le hace creer que no tiene fiebre, que no se está vaciando, que no se está alimentando mal. Y si el organismo se da cuenta de que algo falla, le echa la culpa al virus anterior, aunque este no haya existido.
- También les hace creer a los pacientes que “es bueno estar enfermos, porque se trata de una pandemia, y sería feo que todo el mundo estuviera enfermo y nosotros no, porque eso sería aislarnos".
- Luego de haberse quedado sin defensas, pide anticuerpos prestados al exterior, quien le promete que los mandará, no los manda y luego exige que le sean devueltos muchos más de los que jamás nos llegaron.
Como en estos últimos dos años hemos observado marchas, protestas y hasta votos sintomáticos, queremos pedirle a nuestra población que esté atenta ante el menor síntoma de:
- Meritocracia
- Sensación de superioridad
- Movimientos compulsivos como si golpeara una cacerola
- Repetición como si fuera un mantra de “sedobadontodo”, “quiedolafaized”o “culpadelayegua” ante cualquier reclamo de vecinos, familiares, amigos, parejas, mascotas.
- Necesidad repentina o endémica de que los demás estén peor que usted.
Dos de estos síntomas serían causa justificada de aislamiento (sobre todo, mediático). Peeeero, por las dudas, como puede haber muchos “falsos negativos” (se creen progres, pero…), y como las consecuencias de una nueva ola son tremendas e imprevisibles, y como los autotesteos pueden fallar, le recomendamos lo siguiente: “Ante cualquier impulso de poner una boleta neoliberal en la urna, no lo haga. Así nos cuidamos entre todes”.
Sugiero acompañar esta columna con el video “La morochenka no se toca”, de RS Positivo (Rudy-Sanz)