La palabra valores, en el sentido axiológico, siempre tuvo una connotación economicista y utilitaria para Mauricio Macri. Cuando era presidente de Boca (1995-2007) significaban avales, pero no avales morales, con una mirada existencialista, filosófica. Suponían condiciones de abolengo, de status dinerario, de pertenecer a la comisión directiva en tanto se tuviera una abultada cuenta bancaria o un distinguido origen de clase para ser parte de ella. Macri intentó que sus pares escalaran en rebaño hasta la cima de su torre de marfil. Pero sabía que resultaba casi imposible. Ahora, el club que conducen Jorge Amor Ameal y Juan Román Riquelme decidió que lo mejor será suprimir ese requisito para ser dirigente. Van a convocar a la asamblea de representantes para modificar el estatuto con un objetivo: borrar lo que queda de aquella fórmula para garantizar con fondos propios, primero equivalentes al 20% del patrimonio neto boquense, después del 10% y por último del 5%. Avales que de ser bancarios en 1999 cambiaron a un seguro de caución en 2008. Si la coherencia fuera un valor para el expresidente de la Nación, hoy debería pagar con su patrimonio –aunque no le alcance- el préstamo con el FMI que tomó el país durante su gobierno. Otra misión imposible.

“Nosotros vamos a proponer que se modifique el estatuto y contamos con la mayoría para hacerlo. Estamos dando un debate con la oposición porque Boca tiene un texto vetusto. Las minorías no están representadas en la comisión directiva y aunque hoy nos convenga, nos parece retrógrado que no haya vocales por la oposición, o que la mujer no tenga más presencia en la conducción. Por supuesto, también hay que sacar los avales. Estamos avanzando en la convocatoria a la asamblea para 2022, porque el 2023 será un año electoral”, explica un dirigente del club con pedido de reserva.

Hay una comisión designada que está bosquejando el nuevo estatuto que el oficialismo aspira a que sea aprobado por consenso. Cuando asumió la lista encabezada por Ameal, cada uno de sus integrantes tuvo que pagar el seguro de caución. Unos 20 mil pesos a fines de 2019 en algunos casos. En aquel momento las garantías debían alcanzar 246 millones de pesos en total, divididos de acuerdo a la jerarquía de cada cargo, hasta cubrir el 5 por ciento del patrimonio neto.

Pablo Abbatángelo, opositor histórico al macrismo en Boca, denunció en la Justicia los discriminatorios avales que se agregaron al estatuto en 1999. Eran los últimos meses de menemismo explícito en la Casa Rosada. Y de una relación simbiótica con el oficialismo xeneize. “Recuerdo que hicimos la denuncia con Alegre y Heller y la jueza Betty Saigg de Piccione le dio la razón a Macri con los avales al 20 por ciento. Cuando apelamos, la Cámara que integraba Elena Highton de Nolasco, la ex integrante de la Corte Suprema hasta el 2021, ratificó el fallo sobre el fondo de la cuestión pero redujo los avales al 10 por ciento y nos puso una multa de 20 mil dólares. En noviembre de 2007 nos presentamos ante la IGJ con una denuncia por avales truchos contra el oficialismo y se cayó la elección de ese año. Ahí fue cuando en 2008 se bajan al 5 por ciento las garantías para ser dirigente, y se empieza a exigir un seguro de caución”, recuerda ahora el presidente de la agrupación La Bombonera.

Macri ya había abandonado la presidencia del club y administraba la ciudad de Buenos Aires como si lo hiciera desde la Bombonera. En Boca combinó dosis parecidas de éxitos deportivos con denuncias de corrupción y algunos hitos suavizados u ocultados por la prensa complaciente durante sus tres mandatos: el primer balance rechazado en 40 años. Una comisión investigadora lapidaria que se formó por primera vez en la historia boquense. Un Fondo Común de Inversión flojo de papeles. El vaciamiento de las divisiones inferiores por medio de ACE SA. El intento fallido de crear Boca Sociedad Anónima. Una segunda derrota cuando quiso cederle el merchandising a la quebrada ISL Worldwide y su idea no pasó de un prospecto. Su idilio con las sociedades anónimas materializado nuevamente en Boca Crece SA. El universo de intermediarios y testaferros que inauguró en el club y proyectó a la presidencia de la Nación. La designación en la jefatura de la AFI de Gustavo Arribas - intervino en el pase de Carlos Tevez de Boca al Corinthians-, fue un leading case.

El fútbol es muy generoso cuando alguien se dispone a sacarle provecho. Da mucho más de lo que recibe. La experiencia de Macri en Boca lo ratifica. Modeló con masilla y envolvió con papel de regalo su aureola de tipo exitoso como dirigente que le permitió dar el salto a la política. Pero si esa producción de sentido resultó posible, se debe a Carlos Bianchi, Riquelme y a un grupo de jugadores que se dividieron entre seguirlo en sus negocios de energía eólica (Guillermo Barros Schelotto y el propio Tevez) o enfrentarlo cuanto todavía jugaban y acompañar a Román como vicepresidente 1° (Jorge Bermúdez y Marcelo Delgado).

Aunque las elecciones de diciembre de 2023 parecen tan lejanas, empezaron los chisporroteos porque el expresidente pretende volver a influir en un espacio que ya no controla. “No me gusta cuando todo gira en torno a una persona”, metió el bocadillo Macri cuando se cerraba 2021. De paso empujó a Tevez hacia el centro de la incipiente campaña electoral, su socio y amigo. La devolución de Riquelme, el aludido, fue un demoledor cross a la mandíbula, al estilo de Roberto Arlt en el prólogo de Los Lanzallamas. “Yo soy hincha de Boca, no soy hincha de algún partido político. Ya usaron al club 25 años para eso. Sabemos lo que es Boca, lo que es nuestro club. Ha hecho presidente de un país a Mauricio Macri, así que imagínate lo que es nuestro club”.

Con su juego de filigranas, su pegada y otras exquisiteces futbolísticas, Riquelme contribuyó de modo involuntario a que el promotor de los avales llegara demasiado lejos. El proclamado filósofo del macrismo, Alejandro Rozitchner, su redactor de discursos, un desencantado con el país porque frustró la reelección de su referente político en 2019, cierta vez intentó explicar la ontología de ese espacio: “Tal vez no hay un programa del PRO ni tratados escritos. Sino algo que es más saludable, una posición existencial. Cómo trata Macri a los demás, cómo se considera a sí mismo”. Las respuestas a esas inquietudes metafísicas se pueden completar a piacere.

Hoy todo indica que Macri quiere volver. A la Rosada y a la Bombonera. En simultáneo o por separado. Pero una asamblea de representantes, el órgano interno que expresa la voluntad de los socios cuando deliberan, acabará este año con su herencia estatutaria. Parece muy poco si se compara con la envergadura del perjuicio que dejó cuando tomó préstamos del FMI por 44,5 mil millones de dólares. No hay avales que se pueden ejecutar contra esa deuda.

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