“La causa no murió. La quieren matar, pero no se animan.” Eduardo Saiegh está tranquilo. La semana pasada se enteró del fallo de la Corte que lo ubica un casillero atrás en el camino que emprendió hace cuatro décadas para que la Justicia investigue a “la banda de (el ex ministro de Economía durante la dictadura José Alfredo) Martínez de Hoz” por violaciones a los derechos humanos, pero no pierde la calma. “Yo busco Justicia y la voy a obtener. No van a poder derribar mi caso porque es innegable que lo que sufrí fue un delito de lesa humanidad, fue antisemitismo, y tiene a sus responsables vivos”, concluyó en una entrevista que ofreció a Página/12. El tribunal supremo devolvió a la Cámara de Casación un fallo en el que insistió en que el ex vicepresidente de facto del Banco Central Alejando Reynal debe ser indagado por instigar el secuestro y las torturas de las que fue víctima Saiegh en 1980, según indicó, con el objetivo de obligarlo a deshacerse del Banco Latinoamericano de Inversión, del que fue fundador y era hasta entonces accionista mayoritario. Sin definir si aquellos hechos son delitos de lesa humanidad, la Corte anuló ese fallo por “no cumplir con la exigencia que demanda” una resolución de esas características, y le devolvió el expediente a la Cámara para que emita otra.
–¿Cómo evalúa el fallo de la Corte Suprema?
–Como lo que es: un intento de no juzgar a los civiles que se beneficiaron económicamente con el terrorismo de Estado. Porque eso es lo que busca la Corte, el establishment, el Colegio (de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires) de la calle Montevideo, el Banco Central inclusive. Y mi caso es el único, hasta ahora, que intenta juzgar a la banda de Martínez de Hoz, por crímenes de lesa humanidad. hubo y hay causas que involucran empresarios, pero no a quienes idearon e implementaron la política económica de la dictadura. La Comisión Bicameral para investigar eso se tenía que poner en funcionamiento en 2015 pero todavía no pasó nada. Les mandé cartas a senadores y diputados, a la propia Cristina (Fernández, que fue titular del bloque de senadores opositor durante el gobierno de Mauricio Macri y hoy es vicepresidenta) inclusive, para que la armen, pero sigue parado eso. Sería muy importante que se investigue para revelar que muchos de ellos siguen en los mismos lugares de poder, manejando el país hoy. El eje del mal, el cáncer económico de la Argentina, está en el Banco Central, cooptado por el sistema financiero nacional e internacional, habilitando antes y ahora siempre todos los crímenes económicos.
En el último acuerdo de 2021, y por decisión unánime, la Corte Suprema de Justicia anuló el fallo de la Sala II de la Cámara de Casación, que en 2018 había confirmado que el secuestro de Saiegh y las torturas que sufrió entre octubre y noviembre de 1980 debían tratarse como delitos de lesa humanidad, y por esos hechos, la justicia de primera instancia debía avanzar en la indagatoria a Reynal, principal acusado por el ex banquero. Los cuatro supremos Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti coincidieron en que la alzada había hecho una lectura "arbitraria" del fallo de la Cámara Federal que había declarado prescriptos los delitos –y por ende, sobreseído a Reynal– mientras que criticó la resolución por denotar “un apego de modo exclusivo y excluyente a la pretensión del querellante” Saiegh.
Sin embargo, los ministros insistieron en varios pasajes de su fallo en que su definición no apuntaba a definir si los hechos eran o no delitos de lesa humanidad. “No se atreven a cerrar ellos mismos la cuestión porque no pueden: no hay duda de lo que yo viví fue un atentado contra la humanidad. Lo reconoció el gobierno años atrás, es la Justicia la que no quiere hacerse cargo”, puntualizó Saiegh.
El secuestro
Saiegh, arquitecto, fundó el Banco Latinoamericano de Inversión (BLA) en 1975. Para 1980, contaba en su tesoro con acciones “controladoras” de la aerolínea Austral, en calidad de garantía por un préstamo que esa entidad bancaria le había otorgado a la compañía. Allí radica el núcleo de los delitos que denuncia desde 1982. “Me secuestran por orden del Banco Central, sin orden judicial y con una denuncia trucha, para obligarme a entregarles mi banco porque necesitaban rescatar esas acciones. El que se benefició directamente con eso fue Reynal”.
–¿Por qué hace esa inferencia?
–La dictadura había estatizado dos compañías, la Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad y la Austral. De la primera estatización se benefició Martínez de Hoz. De la segunda Reynal. Pero para perfeccionar ese decreto en el caso de Austral necesitaban neutralizar la deuda que tenía con mi banco, que era accionista controlador de la aerolínea. Para 1980, yo había cerrado la negociación por la venta del 60 por ciento de las acciones del Latinoamericano al gobierno de Francia. Pero cuando los franceses vinieron a Buenos Aires a firmar el acuerdo, Reynal me mandó una mega inspección, 15 inspectores, a hacer una auditoría sin razón. Los franceses se volvieron locos y se corrieron a un costado. Finalmente, terminarían comprando el banco Tornquinst, que entonces era de Francisco Capózzolo, socio de (el ex ministro del interior de facto, Albano) Harguindeguy. El viernes 31 de octubre, recuerdo que era un viernes porque estas cosas se hacen un viernes, y en base a una denuncia anónima, que luego supe que armaron con un ex empleado de mi banco que me había robado 2 millones de dólares, ordenaron y concretaron mi detención. Una comisión parapolicial de la División Bancos de la Policía Federal, unos 20 efectivos armados con ametralladoras y revólveres, me fueron a buscar al banco. Me llevaron a mí y a cinco gerentes. Nos llevaron primero al Banco Nación, donde me sometieron al submarino frente a los gerentes para amedrentarlos. Después me dieron una paliza terrible con toallas mojadas. De ahí, me llevaron al departamento de Policía y durante una semana me pasearon por diferentes lugares. Me torturaban en cada lugar. “Turco confesá algo”, me decían. Yo no iba a mentir. 47 años tenía.
–¿Qué buscaban?
–Primero me impidieron vender el BLA a los franceses. Necesitaban rescatar las acciones de Austral para poder perfeccionar el decreto de estatización. En 1981 me obligaron a liquidarlo. Me robaron no solo el BLA sino 20 empresas mías y aun mis bienes particulares como mi casa y demás. En los 80 la dictadura liquidió mil entidades financieras; la mitad de ellas eran de judíos. A mí me persiguieron , me secuestraron y me torturaron, también, porque me quisieron arrebatar patrimonio por judío. Además, el BLA era un proyecto político que era peligroso para el plan económico de la dictadura. Era un banco de inversión, era un banco que apuntaba el desarrollo. No hay bancos de desarrollo en el país, no hay bancos en manos de judíos.
–¿Cómo te liberaron?
–Porque negocié mi vida. Un día miércoles me dijeron ‘¿sabés rezar? despedite porque esta noche tomás el vuelo’, me amenazaron. integraba la lista de los vuelos de la muerte. pero al día siguiente, me sentaron en una mesa larga, roredo de gente armada y me quisieron obligar a suicidarme. Me revolearon un arma plateada y me dijeron ‘Turco, liquidate que te va a salir más barato”. Entonces les respondí que negociaba. Me llevaron con el comisario Ianibelli, entonces jefe de la División Bancos de la Federal. Cerramos en 500 mil dólares que tuve que pagar en 10 cuotas de 50 mil dólares por semana, todos los viernes en el Jockey Club de Sarmiento y Cerrito. Yo me sentaba, pasaba un tipo que me mostraba una credencial de la Policía, le entregaba el sobre, se iba y me iba luego yo. Así negocié mi vida.
La denuncia
Saiegh denunció por primera vez los hechos en 1982. Y la causa tuvo esporádicos hitos a principios y a fines de 1990. Pasó por varios jueces federales que “recibieron coimas de Reynal para que no avancen en su contra. Desde afuera, era una regadera de dólares”, advirtió el arquitecto. Desde 1991 Reynal vive fuera del país.
–Pero insistió usted en el expediente…
–Por supuesto. No me van a ganar. Tengo un fallo del juez (español Baltasar) Garzón, que en 2000 tomó mi historia como caso testigo para demostrar cómo la dictadura argetnina se enzañó con alevosía y agresividad contra los judíos. En 2004, el entonces secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde declaró mi caso como de lesa humanidad agravado por mi condición de judío. En 2009 volví a denunciar los hechos ante la justicia federal. El caso lo tomó (el ya jubilado juez) Rodolfo Canicoba Corral y la carátula durante algún tiempo fue Terrorismo de Estado y antisemitismo. En 2011, la Secretaría de Derechos Humanos se presentó como coquerellante denunciando a Reynal. Allí el Estado tambien reconoció los hechos. En 2012, la Cámara Federal unifica las dos causas y el expediente recae en el despacho de (María) Servini de Cubría, que no se movió. Nunca me recibió a mí, nunca quiso citar a Reynal a declarar como testigo, siquiera. Y aquí estamos, otra vez en la Casación.
–¿Cuáles son sus expectativas?
–Yo quiero tener justicia. Si no la tengo acá en Argentina, la tendré ante la Comisión Interamericana de derechos Humanos, que tiene mi caso en carpeta. Mi caso es un caso de delitos de lesa humanidad y la Corte no pudo retroceder en eso.