La reunión del presidente Alberto Fernández y el ministro Martín Guzmán con gobernadores delineó el tablero político y dejó en claro dos aspectos centrales: por un lado, el Gobierno blanqueó que el problema con el FMI, y por lo que aún no cerraron un acuerdo, es que Estados Unidos pide un ajuste fiscal que el Presidente no está dispuesto a hacer. Por el otro, quedó a la vista de todos la puja de poder que vive la oposición en su interior entre el Pro y el Radicalismo. Según el acuerdo al que el Presidente llegó con el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, en los próximos días habría una reunión de la que participarán ellos dos, Guzmán, el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés y el de Mendoza, Rodolfo Suárez y los presidentes de los bloques opositores. Luego, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta se sumó a la convocatoria. En Casa Rosada dijeron que esa reunión volvería a ser abierta, que no sabían si se llevaría a cabo en el mismo lugar que la anterior o en el Ministerio de Hacienda, y que estaban en la organización de la misma el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, el presidente de bloque del FdT en diputados, Máximo Kirchner, y el del bloque en Senadores, José Mayans. La fecha, estimaban, sería el 15. Sin embargo, según supo Página/12, la reunión todavía no está confirmada porque el diálogo se crispó entre el bloque oficialista y los opositores. La situación se tensó por las exigencias que la oposición realizó para asistir al nuevo encuentro. Fernández y Massa acordaron con Morales que la semana que viene "si las aguas se calman" podrían volver a combinar.
Las diferencias que podrían hacer fracasar la reunión empezaron a raíz de las exigencias por parte de Juntos que, el jueves, luego de un encuentro partidario, dijeron que irían, incluso que se sumaría Larreta, pero que "el ministro de Economía fue muy poco claro con los gobernadores" y que esperaban que "sea más preciso en la reunión de la semana que viene". Además, exigieron que el encuentro sea en el Congreso, que querían ver "números", y la presidenta del Pro, Patricia Bullrich, reclamó que Guzmán explique “qué es lo que Argentina va a hacer para bajar el déficit, la inflación y salir de los problemas que tiene”.
Los principales diputados del oficialismo salieron a responder: Carlos Heller, por ejemplo, escribió: "se endeudaron con el FMI en 44 mil millones de dólares y se comprometieron a devolver esos préstamos en plazos imposibles. No consultaron al Congreso. No lo discutieron. Ahora, convocados a una reunión informativa en el camino de ir resolviendo el desastre que dejaron, ponen un pliego de condiciones para asistir. Basta de chantaje". Victoria Tolosa Paz agregó que "ya bastante nos condicionaron al tomar semejante deuda como para venir a condicionar una reunión que busca solucionar el período de mayor endeudamiento de la historia". Cecilia Moreau destacó que "en dos minutos endeudaron la Argentina en 44 mil millones de dólares, no consultaron al Congreso y hoy reclaman condiciones para asistir a una reunión informativa".
Con el enfrentamiento que se generó entre los bloques, según comentaron fuentes parlamentarias del oficialismo, la reunión había quedado en stand by. "Es muy difícil organizar una reunión con Juntos", agregaron. A su vez, consideraron que es un problema que no haya un jefe de interbloque en la oposición: "eso hace más difícil todo porque son 10 presidentes, que cada uno dice lo que quiere y no se ponen de acuerdo", señalaron. En esa línea, consideraron que "la oposición debería dejar de exigir alfombra roja y empezar a poner el cuerpo, que es lo que necesita el país".
El Presidente, para poner paños fríos, volvió a tomar el guante y el jueves por la noche llamó nuevamente a Morales. "Venía todo bien con los radicales, pero el comunicado y las declaraciones de Bullrich y Larreta fueron muy violentas y no daban lugar a que hiciéramos una reunión lunes o martes", puntualizaron a Página12 desde el Gobierno. Fernández le pidió a Morales "bajar un cambio" y "esperar unos días" porque le dijo que en estas condiciones no se iban a sentar. "Le están diciendo a los demás gobernadores que estuvieron sentados con nosotros para nada", añadieron cerca del mandatario. Massa, aislado por ser contacto estrecho, habló con Morales el viernes y quedaron que en la semana volverán a hablar, con la idea de que la reunión sea en diez días.
La interna de Cambiemos
La reunión de los gobernadores volvió a mostrar la interna de la oposición. La ciudad de Buenos Aires fue el único distrito ausente --Rodríguez Larreta hizo lo mismo en la firma del pacto fiscal--, el resto de los gobernadores de la oposición arreglaron con el Presidente y enviaron representantes. En la negociación que el propio Presidente llevó adelante con el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, acordaron que si las tres provincias se hacían presentes, luego habría una reunión con Guzmán para ellos y los presidentes de los bloques opositores del Congreso.
Luego de que Larreta, un día antes, saliera a decir en público que ningún gobernador de la oposición asistiría al encuentro del miércoles pasado con Guzmán porque se iba a tratar de una reunión "política", el Presidente habló por teléfono unas cinco veces con Morales y también con el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés. A lo largo del día Morales también conversó con Guzmán y con Massa, que paralelamente mantuvo diálogos con Mario Negri, Cristian Ritondo y otros diputados radicales. Finalmente, ambos gobernadores le dijeron a Fernández que no podían asistir por estar aislados, pero acordaron que enviarían representantes y pidieron que luego hubiera otra reunión exclusiva para ellos con Guzmán a la que también se incorporarían representantes de la primera minoría en el Congreso.
El mandatario accedió al pedido y el acuerdo al que llegaron comenzó a hacerse efectivo: Morales envió a su vicegobernador, Carlos Haquim; Valdés al suyo, Pedro Braillard Poccard, y el gobernador de Mendoza, Rodolfo Suárez, a su ministro de Economía, Enrique Vaquié. El gobernador de Jujuy, tras el acuerdo con el Presidente, decidió redoblar la apuesta en la discusión interna con el Pro y dijo ante la prensa que asistirían porque "la deuda que se está negociando la contrajimos nosotros y lo menos que tenemos que hacer es ir y escuchar". Más tarde, agregó que "es más fácil negociar con los peronistas que con los nuestros”. Al arribar a Casa Rosada, Haquim siguió metiendo leña al fuego y declaró que, a diferencia de Larreta, "en Jujuy ponemos por delante los problemas de la gente y no las cuestiones partidarias".