El dólar cerró ayer a 16,41 pesos, con una suba de 19 centavos. Se trata de un pico de cotización para el tipo de cambio minorista, que en las últimas jornadas mostró una fuerte volatilidad por las tensiones políticas y económicas de Brasil. El principal socio comercial de Argentina volvió a anotar ayer una fuerte inestabilidad tanto en la plaza cambiaria como en los mercados financieros. JBS, uno de los frigoríficos más grandes del mundo, registró una baja de más del 30 por ciento en la bolsa brasileña. Su dueño, Joesley Batista, fue el empresario que grabó al presidente Michel Temer avalando pagos de sobornos. El real, la moneda brasileña, marcó una devaluación diaria del 3,1 por ciento y cerró cotización de 3,28 reales por dólar.
El Gobierno prometió que la desregulación de los mercados era necesaria para aceitar la economía y promocionar su crecimiento. Pero por ahora no generó la llegada de inversiones productivas ni permitió mejorar en forma significativa la tasa a la que se endeuda el país. Argentina sigue pagando entre 3 y 4 puntos porcentuales por encima de la región. Se paga incluso más tasa por emitir deuda que en Brasil, donde en menos de medio año se realizó un impeachment (juicio político) contra Dilma Rousseff, mientras Michel Temer, el hombre que el establishment eligió para reemplazarla, se encuentra ahora al borde de la renuncia por corrupción.
El desmantelamiento de las regulaciones en la cuenta capital, dándole la posibilidad a los fondos del extranjero para que entren y salgan del mercado interno sin restricción, estimuló la llegada de dólares especulativos y potenció la vulnerabilidad de la economía local ante shocks externos. A cinco días del estallido de la crisis política en Brasil por el caso JBS, el peso acumula una suba de 52 centavos, es decir una corrección del 3,3 por ciento. Desde principios de abril, en tanto, se acumuló una suba de 95 centavos. Para el Gobierno, siguiendo la tesis de los directores del Central, estos saltos del tipo de cambio no generan impacto en los precios internos. Para los economistas de la oposición, en cambio, la incertidumbre del tipo de cambio agrega un nuevo foco de presión al proceso inflacionario y aleja cada vez más la estimación de la inflación para este año del 17 por ciento que sostiene la autoridad monetaria.
La Bolsa porteña marcó una baja del 0,5 por ciento. Las empresas dedicadas a producir para el mercado interno fueron algunas de las que más cayeron. Holcim, fabricante de cemento, marcó una merma de 2,35 por ciento. A su vez, se destacaron las caídas del 2,8 por ciento en Transener, del 2,2 por ciento en Petrobras, del 2,2 en Mirgor, del 3,6 en PDV Sur y del 1,5 en Cresud. Entre las compañías con aumento de precios se subrayaron las subas de 1,9 por ciento de Aluar, de 0,2 de Tenaris y del 0,4 por ciento del Grupo Financiero Galicia.
Las caídas en la bolsa de Brasil fueron más marcadas y estuvieron lideradas por el derrumbe del frigorífico JBS, que bajó el 31,3 por ciento. Otras empresas con fuertes retrocesos fueron Rumo (-10,9 por ciento), la metalúrgica Gerdau (-3,6) y el banco Itaú (-2,8). Las firmas que se incluyen en el sector inmobiliario tuvieron un descenso promedio del 4,9 por ciento, las de productos para la construcción del 3,3 y los bancos, del 2,6.
En lo que refiere a las reservas internacionales del Banco Central, se ubicaron ayer en 47.885 millones de dólares, con una disminución de 142 millones. La autoridad monetaria, desde que ocurrió el episodio de Brasil, sigue sin intervenir en la plaza cambiaria. Hasta la semana pasada venía comprando a ritmo de 100 millones diarios, con el argumento de que buscaba acelerar la acumulación de divisas del Central. Pero en las últimas cuatro jornadas hábiles ya perdió 515 millones de dólares en reservas, una señal de que no sólo dejaron de entrar dólares de corto plazo en Latinoamérica sino que están saliendo para moderar los riesgos regionales. La apreciación cambiaria y el buen desempeño de la bolsa en los últimos meses fue una característica no sólo de Argentina sino que se repitió en países como Brasil. Ahora la incertidumbre volvió a ser moneda corriente y los capitales se toman un respiro de la región.