Hace unos días, Argentina quebró la barrera de los 100 mil contagios reportados en una sola jornada y el crecimiento de la curva es vertiginoso, adjetivo –en este caso– más preciso que espectacular. Si el 1° de diciembre, el país reportaba 1.881 nuevas infecciones, el viernes pasado llegó a 110.553. En el presente, gracias a las vacunas, el coronavirus genera menos hospitalizaciones y muertes. De cualquier manera, el peso sobre el sistema sanitario se hace notar; quizás no tanto a partir de un crecimiento agobiante de la ocupación de las camas de terapia intensiva, sino a través de la presión en los centros de testeo. Para paliar esta situación, tras la autorización de Anmat, ya asoman los test hogareños y se modificaron los protocolos de aislamiento de los contactos estrechos.
Página 12 dialogó con Ernesto Resnik –biólogo molecular y biotecnólogo– y con Rodrigo Quiroga –doctor en Ciencias Químicas y bioinformático del Conicet–, dos de los científicos locales que más se concentraron desde inicios de 2020 en comprender el rumbo de esta situación de excepción y que, en esta ocasión, ofrecen su mirada prospectiva para adelantar los escenarios que podrían dibujarse en el futuro.
Subida explosiva
“En todo el mundo, la subida estrepitosa de casos se debe a que estamos lidiando con dos variantes muy contagiosas. El virus se está encontrando con un montón de gente inmunizada, que implica una gran ventaja porque no la pasamos tan mal como antes y, por otro lado, representa un gran problema: la asintomaticidad. Muchísimas personas tienen coronavirus y no están sintiendo nada”, expresa Resnik.
Con esta realidad, entonces, ¿en qué momento la curva podría iniciar el descenso? “La bajada se producirá cuando todo el mundo susceptible de contagio ya se haya infectado; así como también, estará motorizada por los cuidados que definitivamente llegan cuando el panorama se pone más difícil”, advierte. Cuando esto suceda, el Sars CoV-2 no tendrá las mismas chances de continuar replicándose. Por estos días, la franja que más preocupa a las autoridades sanitarias es la de los niños, niñas y adolescentes: en Argentina, el 60 por ciento de los pequeños que tienen entre tres y once años no completó el esquema de dos dosis. Vale destacar, en paralelo, que este fenómeno no se corresponde con las acciones realizadas por el Gobierno, uno de los primeros que –anticipándose a los hechos– asumió la importancia de la inmunización pediátrica.
Uno de los ejemplos en los que hoy pone el foco el mundo es Sudáfrica. “Creo que había que ser cuidadosos para extrapolar el ejemplo sudafricano porque es una nación con una estructura etaria y una inmunidad muy diferente a la nuestra, pero ya estamos comenzando a ver una curva similar en Londres, que es más parecida a Argentina en varios sentidos. Según las estimaciones que realizamos, para frenar a esta variante se requeriría algo así como el 60 o el 70 por ciento de inmunidad colectiva y no estamos demasiado lejos de ese valor”, apunta Quiroga. Luego, continúa con su razonamiento: “Dos vacunas nos protegen alrededor del 45 por ciento; dos dosis más infección en los últimos tres meses o tercera dosis implicarían una protección de aproximadamente 75 por ciento; y la infección con Ómicron más vacuna, del 85 por ciento o más”.
Según Quiroga, con que se contagie un 20 o un 30 por ciento de la población, las infecciones podrían iniciar su descenso y, a la velocidad con la que se están produciendo los contagios, dependiendo de la actividad social, entre mediados y fines de enero podrían comenzar a descender los casos a nivel nacional. En Córdoba capital se podría observar el comienzo de disminución en los próximos tres o cuatro días incluso. Luego iniciaría su propia baja CABA y el resto.
Nueva pandemia, nuevas herramientas
“Insisto en que estamos en una nueva pandemia y debemos encararla de otro modo. Quizás el énfasis no esté tanto, afortunadamente, en las terapias intensivas sino que debemos preocuparnos, más bien, por el sistema de testeo. Una de las claves estará en la distribución gratuita de los tests rápidos”, subraya Resnik. En este sentido, la semana pasada, Anmat autorizó la importación de los tests hogareños elaborados por cuatro laboratorios (Abbott, Roche, Vyam Group y Wiener) que serán comercializados en farmacias. Se prevé que los autotest estén a la venta en los próximos 15 días.
Además de la descongestión del sistema de testeo, el biólogo molecular argentino que vive en Estados Unidos alude a reforzar un aspecto consabido: los barbijos. “Para mí, lo central se relaciona con la posibilidad de que el Estado provea de barbijos de calidad. Hay que empezar a promover el uso de elementos de protección más adecuados. Se trata de apostar a todo lo que aprendimos y salió bien”. Y agrega: “La inmunidad de las vacunas nos ha salvado. Ómicron no le escapa a las defensas que se generan. Nos infectamos mucho, pero la capacidad para destruir al virus una vez dentro del organismo es notable y ello se traduce en bajas hospitalizaciones y muertes”.
El énfasis también debe estar colocado, desde la perspectiva de los especialistas, en apresurar el diseño de vacunas actualizadas, es decir, que incorporen las modificaciones que propiciaron las variantes. Los proyectos de plataformas vacunales argentinas podrían ser decisivas durante el 2022. La experiencia es alentadora: si las primeras vacunas se demoraron tan solo nueve meses en ser diseñadas, cuanto más rápido se elaborarán las próximas. En el mediano plazo será medular, en efecto, lograr una mayor flexibilidad regulatoria mediante la cual las compañías accedan a compartir las fórmulas y, por otro lado, los estados planteen menos exigencias burocráticas.
Fase endémica: meseta baja y perpetua
Se suele comentar que el próximo paso será pasar de una pandemia a una endemia. Más allá de estacionarse en la definición conceptual de ambos términos, lo que el fenómeno busca indicar es la transición hacia un horizonte en que el coronavirus se vuelva “más manejable”. Al respecto, Resnik ensaya: “El virus no se va a ir. Ya hemos comprendido que va a estar para siempre. La ventana de oportunidad para eliminarlo se terminó. La buena noticia es que se podrá manejar casi como un resfrío; y si se desmaneja tenemos las herramientas para combatirlo. Esperamos una meseta muy baja y perpetua, como la gripe”.
Quiroga imagina un descenso a partir de este mes y luego un repunte cuando bajen las temperaturas. “Los casos de Ómicron van a descender a cero, pero el asunto es que seguiremos teniendo circulación de Delta. De hecho, es más probable que se extinga Ómicron que Delta. Lo cierto es que habrá cocirculación de variantes en los próximos meses, y los casos volverán a repuntar hacia el invierno, entre marzo y junio”. Que el virus sea manejable, no obstante, no equivale a que se maneje “fácil”; será cuestión de estar atentos a la aparición de nuevas sorpresas. “Como el virus nunca baja a cero, hay que estar atentos a los eventos súper contagiantes, como en unos meses será la apertura de las escuelas. Mis hijos volvieron esta semana en Estados Unidos y ya sé que traerán el virus a casa inevitablemente”, dice Resnik.
Con la inequidad mundial que existe en relación al acceso a las vacunas, la circulación viral, si bien atenuada, seguirá su rumbo y las nuevas variantes –con diversas características– podrían emerger para volver a complicar las cosas. Reino Unido, de hecho, hace meses que reporta 150 nuevos fallecimientos por día. Habrá que ver si el mundo está dispuesto a tolerar una “nueva normalidad” de estas características.