Ni los imponentes ventanales del piso 24 del Sheraton Hotel bastaron para blindar los malos vientos que sacuden a este país. El presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Francisco Eguiguren, abrió allí el 162° período de sesiones extraordinarias del organismo, por primera vez con audiencias en Argentina. Lo acompañó el secretario de Relaciones Exteriores de la Nación, Pedro Villagra Delgado, y el ministro de Justicia, Germán Garavano. En primera fila, entre invitados varios, lo escucharon Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Eguiguren agradeció la invitación del gobierno argentino, aclaró –como ya se sabía– que durante las audiencias no tocarán casos de Argentina por protocolo, pero durante su intervención sí se refirió a parte de la agenda de este país. Reconoció el impacto que tuvo en la historia de la CIDH la visita al país de 1979. Y en un escenario en el que el movimiento de derechos humanos denuncia enormes retrocesos, detenciones arbitrarias y una regresión en las políticas públicas del proceso de memoria, verdad y justicia, Eguiguren también explicó que realizaron varias reuniones de “contacto” con integrantes de la sociedad civil durante los últimos días, para conocer los “problemas”, una dinámica que describió como necesaria.
“Es importante que se comprenda lo que significa la presencia de la CIDH, gracias a la invitación que hacen los diversos Estados”, dijo. “Como saben durante el período de sesiones no se trata ningún asunto propio del país anfitrión, pero esta estadía permite tener, antes de las audiencias, reuniones de contacto con las autoridades y con la sociedad civil para conocer sus problemas. Porque es muy difícil –aclaró– que la sociedad entienda que uno viene a su país y se va a ocupar de todo menos de las cosas del país, son cosas que los diplomáticos podemos comprender, pero los pueblos tienen sus expectativas”.
“Para nosotros esto es una esperanza”, dijo Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas apenas terminó la inauguración. “Está claro que los temas de Argentina no se van a tratar en las audiencias, pero el comisionado recién dijo que también hacen un relevamiento sobre todo lo que está pasando”.
Para la apertura se repartieron 120 invitaciones, mitad de la CIDH, mitad de Cancillería. Entre los invitados hubo funcionarios de primera línea del gobierno, de organismos internacionales y comisionados de la organización. Cancillería incluyó en su lista al mendocino Carlos Horacio de Casas, defensor de represores, candidato del gobierno a la CIDH, repudiado por más de cien organismos de derechos humanos argentinos, pero al que finalmente nadie vio. En primera fila quedó ubicado el secretario de derechos humanos, Claudio Avruj, que se sentó luego de saludar con un beso, una por una, a Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, a Lita Boitano, a Stella Maris Martínez, Defensora General de la Nación y a la jefa de fiscales, la procuradora Alejandra Gils Carbó. En la segunda fila estuvieron Vera Jarach y Adela Antokoletz de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. En la ceremonia también estuvo Víctor Abramovich, Gastón Chillier y Paula Litvachky del Cels. Luis Alen, ex subsecretario de derechos humanos; Mónica Pinto, decana de la Facultad de Derecho y el abogado y asesor todo terreno Ricardo Gil Lavedra. Jorge Taiana y Santiago Cantón fueron nombrados varias veces como ex funcionarios del organismo.
“Esta visita a Argentina es singular”, dijo Eguiguren, también relator para los casos de Argentina entre los que se encuentra pendiente la detención ilegal de Milagro Sala. “No me confundo si digo que el vínculo entre la Comisión Interamericana y Argentina tiene una raíz histórica fundamental -dijo–. La visita de 1979 debe haber sido, creo yo, la experiencia más importante de la CIDH en lo que significa la lucha por la vigencia y el respeto de los derechos humanos, la construcción de memoria, la acción contra la impunidad y el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad. Esa histórica presencia del 79 significó mucho, tanto para la Comisión como para la Argentina”.
A su turno, los representantes del estado argentino agradecieron a la CIDH haber aceptado la invitación. Villagra Delgado aseguró que “para los argentinos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha dejado una huella indeleble en nuestra historia para la lucha por la plena vigencia de los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Recordó la línea histórica del proceso de memoria, verdad y justicia, citó a Raúl Alfonsín y habló de “otros gobiernos democráticos” para evitar nombres más cercanos en el tiempo. Garavano optó por un discurso en clave de “éxitos” y “liderazgos”. “Es un honor poder recibirlos y que se genere un evento de esta magnitud donde todos los involucrados con los derechos humanos -que en nuestro país son muchos-participen de las sesiones de trabajo”. Dijo que Argentina “lamentablemente por haber sufrido lo que hemos sufrido, siempre llevó un liderazgo en esta materia que la ha hecho el principal usuario del sistema interamericano de derechos humanos”. Recordó la visita de 1979. Y volvió a comprometer una política de Estado. “Argentina tiene que seguir esta senda y en esto tiene que haber una política de Estado más allá de los matices”. Como Villagra Delgado también obvió lo que pudo obviar. Y achacó a la antigua gestión no haber asistido a una audiencia.
La CIDH ha comenzado a realizar sesiones extraordinarias fuera de Washington a partir de una crisis financiera. Las audiencias celebradas ahora en distintos países son financiadas por el país anfitrión. Esta dificultad es analizada por la Comisión como un beneficio dado que durante los viajes toman contacto de primera mano con las comunidades de cada país. Argentina es sede de audiencias por primera vez en un año que incluirá audiencias en Perú, México y Uruguay. Aquí, las audiencias se realizarán miércoles, jueves y viernes con parte del equipo técnico de la secretaría ejecutiva del organismo. El temario tocará casos de Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia y Perú. Pese a que los casos de Argentina no están en agenda, los integrantes de la Comisión mantuvieron reuniones desde que llegaron, como dijo Eguiguren, con distintos colectivos de la sociedad civil. Estuvieron con la Comisión de Derechos Humanos del Congreso donde manifestaron preocupados por el fallo del 2 X 1 y el fallo Fontevecchia de la Corte, uno de los ejes de mayor preocupación entre juristas y organismos de derechos humanos por su pretensión de desenganche de Argentina del sistema de protección interamericano de derechos humanos. También se vieron, entre otros, con representantes de los organismos de derechos humanos en el predio de la ex ESMA el viernes pasado. De eso habló la vicepresidenta de la CIDH, Esmeralda Arosemena Troitiño con Lita Boitano cuando se acercó a saludarla. “Nos vino a decir recién la comisionada que fue riquísima la intervención en la reunión del viernes pasado y que observa un escenario muy preocupante”, explicó. “Yo agregaría algo”, dijo Vera Jarach, aún con su pañuelo blanco, en medio del salón, cuando todo el mundo se iba. “Quiero decir que para nosotros es una gran esperanza esta visita como lo fue en aquella época la venida de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También quiero decir que aunque no traten temas de Argentina porque este es un país que los hospeda, tal como lo dijeron recién, igual nos atienden. Igual se han informado. Hemos tenido una larga reunión con ellos y eso les va a permitir estar informados. Esto para nosotros es importante porque como digo siempre todavía hay que trabajar mucho, y además de exigir memoria, verdad y justicia, nunca más el silencio porque hemos sufrido mucho con el silencio acá”.
El programa de la CIDH incluye un seminario en la Facultad de Derecho, el 23 y 24 de mayo. Los paneles estarán integrados por los comisionados. Entre los temas repasarán ítems cercanos a las principales preocupaciones en el país. Por ejemplo, la criminalización de los defensores de derechos humanos, uno de los ejes que cruza la detención de Milagro Sala.