De Roma
Este lunes, el Papa Francisco recibió al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para los augurios del nuevo año, y expresó una serie de deseos y objetivos que según él deberían formar parte de la tarea de los gobiernos del mundo para afrontar mejor el 2022, que “se presenta desafiante”. Los embajadores fueron recibidos en el Aula de la Bendición del Palacio Apostólico. Actualmente son 183 los países que mantienen relaciones diplomáticas con el Vaticano.
En su discurso Francisco no sólo enfatizó temas que ya viene subrayando en sus mensajes, como la necesidad de vacunas anticovid para todos y la importancia de ayudar a los migrantes, sino que llamó a los gobiernos retomar el respeto de la “multilateralidad” en las organizaciones internacionales y estar en contra de la “colonización ideológica”, fomentando la “cultura del diálogo y la fraternidad” a través de la educación y el trabajo. También recordó los efectos negativos del “cambio climático” sobre las poblaciones de todo el mundo, mencionando la reciente reunión que sobre este tema se hizo en Glasgow. Y casi al final se refirió a las armas nucleares que poseen todavía muchos países.
Según el papa, “ayudar a dejar de lado los desacuerdos de la convivencia humana” y “favorecer la concordia” en el mundo son los objetivos de la diplomacia. “En estos días vemos cómo la lucha contra la pandemia requiere aún un notable esfuerzo por parte de todos (...). El coronavirus sigue creando aislamiento social y cosechando víctimas”, dijo. Por eso el Papa insistió en la necesidad de que todo el mundo tenga acceso a “tratamientos médicos esenciales y a las vacunas” para inmunizar a la población mundial lo más que se pueda. “Esto requiere un múltiple compromiso a nivel personal, político y de la comunidad internacional”, subrayó.
Francisco hizo un llamamiento a los gobiernos y entes privados para que muestren “sentido de responsabilidad, elaborando una respuesta coordinada a todos los niveles (local, nacional, regional y global), mediante nuevos modelos de solidaridad”. En este sentido destacó el trabajo que están haciendo los países de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para crear un instrumento internacional de preparación y respuesta a las pandemias pero también pidió a la Organizaron Mundial del Comercio y a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual que “adecúen sus instrumentos jurídicos para que las reglas monopólicas no constituyan ulteriores obstáculos a las producción y acceso a los tratamientos a nivel mundial”. El papa se refería con estas palabras a los derechos de propiedad de las casas farmacéuticas sobre las fórmulas de las vacunas, que impiden así su fabricación y difusión por otros entes.
Los países en conflicto y armas
Francisco recordó asimismo la difícil situación de muchos países por los conflictos persistentes - entre ellos Siria, Yemen, Libia, Líbano, Sudán, Etiopía, las diferencias entre Palestina e Israel, Ucrania, Bosnia y Herzegovina, Myanmar – donde es necesario «encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar». Y refiriéndose a América dijo que las “desigualdades profundas, las injusticias y la corrupción endémica, así como las diversas formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, también siguen alimentando los conflictos sociales en el continente americano, donde la polarización cada vez más fuerte no ayuda a resolver los problemas reales y urgentes de los ciudadanos, especialmente de los más pobres y vulnerables”.
En este contexto no pudo evitar mencionar las armas, a cuya fabricación ya ha dedicado otras frases de condena en distintos mensajes. Pero ahora se refirió a las “armas nucleares que “son motivo de particular preocupación” y a las que la Santa Sede considera instrumentos “inapropiados para responder a las amenazas de la seguridad en el siglo XXI” y su posesión como “inmoral”. Su fabricación desvía recursos que podrían ser destinados al “desarrollo humano integral” y su uso, “además de producir consecuencias humanitarias y medioambientales catastróficas, amenaza la existencia misma de la humanidad”, dijo Francisco.
Educación y trabajo
Recordando su mensaje para la jornada Mundial de la Paz que se celebra el 1 de enero, el papa Francisco enfatizó ante los diplomáticos la importancia de “fomentar la cultura del diálogo y la fraternidad” con la educación a través de la cual se forman las generaciones futuras “que son la esperanza del mundo”. “La educación genera cultura y construye puentes de encuentro entre los pueblos”, dijo además, recordando que últimamente se destinan pocos recursos a la educación. Advirtió asimismo sobre los riesgos que puede significar el mal uso de ciertas tecnologías como Internet, que puede alejar a los jóvenes de los demás y de la realidad que los circunda, alterando las relaciones sociales. Francisco sabe que estos riesgos se están corriendo ahora más que nunca con la pandemia y la obligación de los jóvenes estudiantes de quedarse en casa, siguiendo las lecciones sólo on line durante meses.
El Papa recordó que la Iglesia católica ha siempre valorado el papel de la educación en el crecimiento espiritual. Pero no pudo menos que decir también que le resultaba muy doloroso constatar que en distintos ambientes educativos como parroquias y colegios, se han producido “abusos de menores, con graves consecuencias psicológicas y espirituales para las personas que los han sufrido. Son crímenes sobre los que debe haber una firme voluntad de esclarecimiento, examinando los casos individuales para determinar las responsabilidades, hacer justicia a las víctimas y evitar que semejantes atrocidades se repitan en el futuro”, dijo.
Por último se refirió al trabajo, un “factor indispensable para construir y mantener la paz”, dijo, declarándose consciente de los problemas económicos creados a las familias por la pandemia y la angustia psicológica desatada por todo esto. “La conciencia del valor del trabajo adquiere una importancia adicional, puesto que no puede haber desarrollo económico sin trabajo, ni se puede pensar que las tecnologías modernas puedan sustituir el valor añadido que aporta el trabajo humano (...). Por lo tanto, también en este terreno es necesaria una mayor cooperación entre todos los actores a nivel local, nacional, regional y mundial, especialmente en el próximo período, con los desafíos que plantea la deseada reconversión ecológica”, concluyó. Según el Papa, los próximos años “serán una oportunidad para desarrollar nuevos servicios y empresas, adaptar los existentes, aumentar el acceso al trabajo digno y trabajar por el respeto de los derechos humanos y de niveles adecuados de remuneración y protección social”.