Los trabajadores de la industria de la alimentación marcharon hasta la sede de la cámara empresaria ante la falta de un acuerdo por el aumento de sus salarios. La última propuesta de la patronal –en la que juegan las principales multinacionales productoras de alimentos– fue del 18 por ciento, pagadero en tres cuotas. El sindicato reclama una recomposición del 30 y advierte que las empresas intentan avanzar con cláusulas flexibilizadoras, como condicionar parte del salario a la productividad e incluir un ítem por viáticos ligado al presentismo. 

Desde el gremio que conduce Rodolfo Daer sostienen que “no hay interés” en escucharlos ni en destrabar el conflicto. La oferta inicial de la Cámara fue del 17 por ciento en tres cuotas. Tras una serie de negociaciones, presentó una segunda propuesta, pero que mejoró la anterior en sólo un punto, pasando del 17 al 18 por ciento. En el marco de un plan de lucha, los trabajadores realizaron paros de dos horas por turno; luego el ministerio de Trabajo les dictó una conciliación obligatoria por el plazo de 20 días. En esta situación, llamaron a la marcha de ayer. 

En el STIA estimaron que se movilizaron cerca de 5 mil trabajadores –mayoritariamente de la Capital y el Conurbano, a los que se sumaron delegaciones de varias provincias del interior del país–. También marcharon, en una columna independiente, las comisiones internas de la izquierda, opositoras a la conducción de Daer, que piden un aumento del 40 por ciento. 

El salario inicial de los trabajadores de la alimentación es hoy de 14.100 pesos. El salario promedio –o la franja en la que se ubica la mayoría– está en 19 mil pesos. “La cámara pretende pagar salarios iniciales de 16 mil pesos, mientras que nosotros decimos que este año nadie debe quedar por debajo de los 19 mil. Lo que estamos reclamando es una recomposición de acuerdo a la inflación interanual que tuvimos desde mayo del año pasado a este. Las empresas no pueden pasar por alto que al último tramo del aumento del 2016 lo pagaron en noviembre y desde entonces no hubo para los sueldos un peso más, porque no pagaron ni un bono a fin de año”. 

Como viene ocurriendo en otras paritarias, las cláusulas de flexibilización fueron presentadas con el argumento de mejorar el pobre aumento ofrecido para los sueldos. Se trata, según detallaron en el STIA, de una suma por productividad y otra por viáticos, atada al presentismo. 

El titular del STIA señaló que según datos de la UMET, “los productos que nosotros fabricamos aumentaron en los últimos doce meses el 48,5 por ciento”, multiplicando de una manera inédita los márgenes de ganancias de una actividad donde tallan transnacionales como Molinos Río de La Plata, Pepsico y Nestlé.  

El sector de la alimentación, agregó, “fue en toda esta etapa de recesión el menos afectado: no tenemos suspensiones ni despidos”. Lo que sí está pasando es que las empresas empezaron a importar. “Por ejemplo, vienen caramelos de China. Esta es una discusión con el gobierno, que está totalmente equivocado y no quiere ver que con este criterio va a traer muchas tensiones y crisis social. Es imposible para la industria local competir con la producción de China o de la India”.

Las negociaciones paritarias continuarán hoy con una nueva reunión entre los representantes del sindicato y las empresas. La conciliación obligatoria rige hasta este viernes. Una vez vencida, de no haber acuerdo el gremio retomará las medidas de fuerza.