El año empezó con 148 mil hogares sin luz, pero la ola de calor vino con un nuevo récord: este martes, poco después del mediodía, 700 mil usuarios de la zona norte del AMBA se quedaron sin energía eléctrica. Eran las 13.18, el termómetro marcaba 37 grados y la ciudad se apagó. Reuniones interrumpidas, turnos médicos suspendidos, programas de radio en emergencia. El corte masivo obligó a cientos de miles de usuarios a cambiar sus planes. Entre los llamados de reclamo a las empresas e intentando esquivar la ola de calor, muchos de ellos hablaron con PáginaI12.
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Lorena es vecina de La Boca desde hace veinte años. Dice en chiste que tiene un máster en cortes de luz, pero parece que sí, que tiene un máster. Habla de fusibles, de monofásicas, de las fases que en general tienen los edificios, de cómo se da cuenta si el corte fue por un fusible o si "levantaron la palanquita desde Edesur", de las cuadrillas, del ENRE, otra vez de Edesur. "Aprendí por hablar con otros vecinos y por la experiencia, como la vida", cuenta a PáginaI12.
Vive en un séptimo piso así que piensa estratégicamente cada salida a la calle, y también calcula la llegada para subir antes de las siete de la tarde en la que el barrio se queda totalmente a oscuras. "No tener luz, más allá del entretenimiento, te descuajeringa la vida en lo laboral y en la diaria y además es sumamente injusto", se manifiesta.
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Rodrigo estaba preparando el último ensayo con su banda para el show del fin de semana. Después de dos horas de practicar, las canciones iban tomando forma cuando los parlantes dejaron de sonar. Suspendieron el ensayo y querían aprovechar para almorzar hasta que vuelva la luz cuando se dieron cuenta que el problema iba más allá de su sala: las plataformas de comida no respondían, los restaurantes no atendían el teléfono.
Rodrigo salió a buscar algún lugar de comida por Vicente López y se dio cuenta que la luz no iba a volver pronto: "Teníamos que terminar sí o sí porque ya no nos quedaban más horarios, así que salimos a buscar una sala de emergencia y estaban todas en la misma. Repasará cada uno sus partes y oraremos porque todo salga bien en el show".
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En Mataderos, otro de los barrios que históricamente sufren cortes, la Avenida Alberdi pasó los días previos a las fiestas aturdida por el ruido de los grupos electrógenos que intentaban salvar las ventas navideñas. Mientras baldeaba la vereda, la dueña de una carnicería le contaba a un vecino que le agarró el corte mientras estaba afuera y tuvo que tirar diez mil pesos de carne. El supermercado chino perdió los lácteos porque no le funcionó una de las heladeras, porque necesitaban más voltaje.
Maxi estuvo cinco días sin luz, pero quince con episodios de baja tensión. Su fantasma es el verano de 2013-2014 en el que pasó 19 días alternando baja tensión con corte de suministro. "Nos cagó el 31 porque íbamos a hacer un asado en casa. Tuve que pedirle al carnicero que nos guarde la carne en la carnicería y le pedimos la casa prestada a mi mamá que las pasaba en otro lado", cuenta.
Lo de las fiestas es un detalle para Maxi. Tiene dos hijos autistas que necesitan rutinas muy claras y anticipación en el caso de querer o necesitar cambiársela. "El primer día nos lo tomamos con gracia, el lema era menos tele y más juegos. Pero ya al segundo día los chicos se empezaron a poner muy nerviosos porque cambia totalmente la dinámica, nos escapábamos a casas de amigos con pileta, tuvimos que comprar comida porque no andaba la heladera. Fue difícil la adaptación y eso les produce un trastorno que todavía estamos notando".
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"Yo estoy descompuesta desde hace cinco días porque no paro de comer porquerías", contaba Patricia la semana pasada desde la casa de su mamá, donde había decidido mudarse tres días antes, tras una semana sin electricidad en su casa. Los días anteriores sobrevivieron tirando un alargue al vecino, que justo le tocó una fase que no estaba cortada. Lo más importante era mantener la heladera prendida, porque ahí están las vacunas que tiene que mantener frías para poder seguir con el tratamiento de fertilidad.
Cuando se cortó la luz, estaba terminando de armar la mesa para la cena de año nuevo. Ya había comprado la carne y su familia traía bebidas, picadas y algún dulce. El corte los obligó a reprogramar no slóo el encuentro en otro lugar: "Reprogramás tu vida, te altera totalmente la rutina. Empecé a laburar desde bares, casas de amigos, familiares. No sabía si el televisor seguía andando o se había quemado en el apagón. Mientras tanto, lidiás con Edesur. No podes sacarte el tema de la cabeza".
Capítulo aparte merecen los reclamos: mañanas y tardes perdidas al teléfono para lograr hablar con alguien de la empresa. Identificaron que una estrategia de la distribuidora es ir actualizando el número de reclamo y, de esa manera, morigerar la cantidad de días seguidos que los usuarios se quedan sin luz. "La única comunicación es un robot que te pregunta si el problema persiste", aseguran. En zona sur se organizaron para hacer cortes de calle, y cuentan que fue efectivo: "Nos dimos cuenta que el corte de calle es lo que nos devolvió la luz ayer y hoy también", reflexiona Patricia.