Fue como si a los pocos minutos pasadas las 13, con indicadores de temperatura que tocaban los 39, los 40 grados en la Ciudad de Buenos Aires, hubieran "bajado la palanca" para que miles de artefactos dejaran simultáneamente de funcionar, incluso los semáforos. Los celulares hacían saber que el episodio se repetía en distintos puntos de la ciudad, y también más allá de la General Paz. Sobre todo, en barrios y municipios del lado norte. Un cuarto de hora después se agregaban a la lista otras ubicaciones. "Acá también", decía una voz del otro lado del teléfono allá por las 13,30. No hacía falta más: todos ya sabían a esa altura de qué acontecimiento se hablaba, aunque no se lo mencionara.
Aparentemente, esta vez fue "un accidente externo al sistema eléctrico" lo que produjo el colapso. En el partido de San Martín (conurbano bonaerense), en la zona llamada Costa Esperanza, una línea de alta tensión (220 kilowatts), bajo administración de Edenor, salió de servicio por causa de un incendio en una vivienda en construcción o por la instalación de antenas por parte de una compañía. Hay dos versiones diferentes, todavía falta conocer la conclusión de las investigaciones técnicas. Pero haya sido por el humo del incendio o por la irradiación de las antenas, ese impacto externo alteró el funcionamiento de la línea eléctrica encendiendo una especie de alarma por el exceso de calor o irradiación. La línea salió de servicio al provocar la interrupción de la transmisión, el "desenganche", de tres máquinas de generación instaladas en la usina de Central Puerto.
Quince minutos después, cerca de las 13,30, una segunda línea de alta tensión (paralela a la anterior) también salía de servicio "desenganchando" otras dos máquinas generadoras de Central Puerto. A esa altura, el colapso ya afectaba a 700 mil hogares, comercios o industrias cuya alimentación eléctrica depende de esas dos líneas de alta tensión, que transmiten la electricidad entre Villa Ballester y Morón o de alguna de las cinco máquinas generadoras de Central Puerto que quedaron fuera de servicio.
Así fuera la construcción de una vivienda o la instalación de una antena lo que produjo el colapso, se trata de emprendimientos privados que no deberían haber estado allí, tan cerca de la línea de alta tensión. El segundo punto a analizar es si el sistema de seguridad, que responde cortando el suministro desde la usina de generación no bien detecta una alteración (lo cual es bueno), también está preparado para reponer el servicio rápidamente una vez detectada y localizada la falla (lo cual quedó en duda).
En el medio de esos interrogantes pendientes quedan 700 mil hogares o instalaciones usuarias, que en un día de temperaturas récord en la ciudad y alrededores, se quedaron sin electricidad. Hubiera sido, además, el día récord en consumo eléctrico, si no fuera que a partir de las 13,30 el 20 por ciento de los usuarios de Edenor, la principal empresa distribuidora eléctrica del país (casi 700 mil sobre 3,1 millones de clientes) quedaron fuera de cómputo casi durante toda la tarde.
El impacto del primer corte del suministro, el de las 13 horas 14 minutos, afectó principalmente a los vecinos de Tigre, San Fernando y San Martín, según informó la propia distribuidora. Al comenzar a salir de servicios las máquinas generadoras de Central Puerto, quedó afectado todo el corredor Norte: todos los barrios de esa zona de la capital, desde Recoleta hasta Saavedra-Nuñez, siguiendo por Vicente López y San Isidro ya en la provincia de Buenos Aires.
Para las 17 horas, Edenor informaba que ya había normalizado el servicio de la mitad del total de los usuarios afectados, dos horas después un nuevo informe aseguraba que se había repuesto el servicio al 80 por ciento y hacia las 20 horas consideraba que se había alzando un nivel estándar de prestaciones.
Los reclamos y cuestionamientos a las concesionarias eléctricas esta vez tuvieron como escenario las redes sociales, en vez de las concentraciones en las esquinas con carteles, como en las jornadas previas a fin de año. También se verificó un temerario intento de la oposición por aprovechar, en ese mismo escenario, el conflicto para intentar sacar algún rédito.
Mauricio Macri, en su cuenta, publicó una imagen negra apenas con una leyenda que decía "retuit", sugiriendo un black out que representara el apagón. Para el presidente que abandonó el cargo después de un megatarifazo del 3000 por ciento y una prestación privada en crisis, quizás haya sido el metodo más eficaz para eludir explicaciones.
La exgobernadora María Eugenia Vidal, en cambio, eligió un lenguaje aleccionador y reprendió al gobierno actual señalándole que "cuando no se fomenta la inversión y se pretende barrer los problemas debajo de la alfombra, pasan estas cosas. Hoy estamos, otra vez, frente a cortes de luz que se hacen cada vez más frecuentes y duran más tiempo. Estamos viviendo las consecuencias de los parches y de la improvisación del kirchnerismo que al final lo terminamos pagando todos los argentinos". Como si hubiera ingresado ayer a la política.
El sector eléctrico fue el más favorecido por las transferencias del gobierno de Macri. El ministerio de Energía fue puesto por Macri en manos del hasta meses antes presidente de Shell Argentina y los entes reguladores de la energía (ENRE y Enargás) fueron desmantelados de sus funciones y puestos en manos de empleados de las firmas que debían ser controladas. Más que consejos, del macrismo se esperan explicaciones frente a organismos de investigación sobre el ujso de recursos energéticos, y por las millonarias transferencias recibidas por empresarios muy cercanos a Macri y a Vidal, tanto del Estado como del bolsillo de los mismos usuarios.