En el cierre de un año atípico, aunque tal vez no tanto como 2020, los servicios de streaming siguieron apostando fuerte a la temporada de premios, compitiendo mano a mano con el canal tradicional de los lanzamientos en salas de cine. Cada una de las compañías grandes –Netflix, Amazon, HBO Max et al– tiene sus fichas dispuestas y apostadas sobre el tablero, y Apple TV+ no es la excepción, con la versión de La tragedia de Macbeth dirigida por Joel Coen y El canto del cisne como los caballos de carrera favoritos.
La ópera prima del irlandés Benjamin Cleary, disponible desde hace unas semanas en la plataforma de la manzanita, logró una nominación al Mejor Actor en los Globos de Oro, premios que, más allá de su estatus devaluado por las acusaciones de endogamia y corrupción, entre otros vicios más o menos graves, le sirven al film como plataforma de lanzamiento para las estatuillas más ansiadas: los Oscar. La actuación central de Mahershala Ali como Cameron, un hombre que se debate entre una muerte segura y la posibilidad de clonarse a sí mismo para evitarle el dolor de la separación a la familia, es uno de los elementos más destacables de Swan Song, relato futurista alejado de los viajes espaciales, los choques de espadas láser y otros gadgets de la ciencia ficción más popular.
“Las dudas, los miedos, los deseos de Cameron están ligados a la desaparición física, potenciados por el hecho de que tiene un hijo de diez años y otro en camino”, afirma el actor y ex rapero afroamericano en una rueda de prensa de la cual participó Página/12. “Su esposa, por otro lado, perdió hace poco tiempo a su hermano menor, y el miedo a que su propia muerte genere aún más dolor es lo que lo impulsa a tomar la difícil decisión”. Resolución que, como ocurre en muchos relatos sci-fi de tintes intimistas, está profundamente ligada a cuestiones filosóficas y también éticas.
El canto del cisne transcurre en un futuro cercano en el cual una pequeña compañía de medicina experimental, dirigida por una doctora especializada (Glenn Close, el otro puntal de peso del reparto), ha comenzado a ofrecer un particular servicio para hombres y mujeres aún jóvenes, pero víctimas de alguna enfermedad irremediablemente terminal: trasplantar recuerdos, gustos, anhelos y habilidades en un cuerpo creado a imagen y semejanza de aquel otro condenado a la extinción. En otras palabras, un clon idéntico en cuerpo y mente.
Mahershala Ali comenzó su carrera en el cine y la televisión con roles secundarios en títulos como El extraño caso de Benjamin Button y House of Cards, entre otros, pero fue su papel como Juan en la ganadora del Oscar Luz de luna (2006), de Barry Jenkins, el que posibilitó su pase definitivo a la lista clase A de talentos de Hollywood, permitiéndole desde ese momento alternar trabajos en sagas seriadas (True Detective) con films “de prestigio” como Green Book: Una amistad sin fronteras, donde pudo interpretar al pianista y compositor de la vida real Don Shirley. Su nombre ya está confirmado como el próximo Blade dentro del universo Marvel, nueva demostración del atractivo (económico y, en ciertos casos, de otras índoles) del género popular por excelencia en estos tiempos: la película de superhéroes.
En el largometraje escrito y dirigido por Cleary, Ali interpreta a Cameron y a su doble Jack, ese “otro” que terminará implantado en el seno de su familia sin aviso, doppelgänger que a pesar de no acecharlo a la manera romántica (el doble, ese eterno tema de la literatura y el cine) provoca en el protagonista un terremoto de incertidumbres y temores.
“A la hora de interpretar ambos papeles me concentré menos en la relación entre ambos que en los deseos y necesidades de los personajes en cada momento”. Respondiendo a las preguntas de los periodistas participantes de la conferencia virtual, el actor de 47 años destaca el hecho de que “ambos parecen querer cosas distintas, a pesar de tratarse en apariencia de la misma persona. Cameron no confía en su doble, no cree que sea una versión exacta de sí mismo. Es algo difícil de aprehender y es inevitable que exista una extraña especie de competencia entre ambos", señala.
El actor se hace tiempo también para destacar la figura del director. "Benjamin Cleary hizo un trabajo estupendo a la hora de mantener la esencia de una única persona, pero dejando en claro las diferentes intenciones de cada uno de ellos. En algún punto, fue sencillo ponerse en los zapatos de Cameron o de Jack a la hora de filmar. Lo difícil fue lograr transmitir claramente los sentimientos de cada uno y encontrar diferencias sutiles para que el espectador los reconozca, como parpadear más lentamente o hacer un movimiento con los hombros. Buscar una energía diferente”.
En estos tiempos de pandemia, el tema de la muerte “vuelve a ocupar un lugar central en nuestras vidas. Más que nunca”, afirma con rostro serio Ali, enmarcado por la pantallita de la videoconferencia. “Han sido dos años muy difíciles. Tanta gente ha muerto antes de tiempo. Aunque, en realidad, eso es algo que nunca sabemos con certeza: cuándo nos tocará irnos. Creo que lo importante es vivir a pleno el presente, teniendo en cuenta a todos aquellos que nos rodean. Hacia el final de El canto del cisne, Cameron tiene una epifanía: sentado en su oficina, cae en la cuenta de la vida que Jack tiene por delante. Todos tenemos esa capacidad de vivir lo más pasionalmente posible junto a los que queremos. El énfasis de la película no está puesto tanto en el miedo a la muerte, sino en la posibilidad de vivir la vida a pleno”.
Respecto del comienzo del resto de su carrera, el actor cree que lo más importante a la hora de elegir proyectos, aquello que debe priorizarse, “es si la historia es buena o no. Si el guion es bueno, y la conexión con el director o directora existe, no importa si se trata de una superproducción o un cortometraje independiente. Es muy difícil hacer una buena película, no importa si se trata de un director consagrado o un debutante”.