No pasa desapercibida cuando camina por las calles de Paraná, de Tribunales a la Penitenciaría y al hotel. La miran, saben quién es. Está buscando un departamento para alquilar en la ciudad entrerriana y asegura que muchos le temen: “Yo tomé la causa de Nahir porque estoy convencida de que la puedo dar vuelta. Si no, no lo hubiese hecho”. El 5 de enero pasado, Raquel Hermida Leyenda viajó a la ciudad orillera a pedido de su clienta, Nahir Galarza. Durante la última semana, la abogada la visitó en el penal casi todos los días. A veces por la tarde y otras por la mañana, se reunieron en un salón de techos altos con dos ventiladores de pared. Sentadas en dos sillas, una al lado de la otra. Después de cuatro años y condenada a cadena perpetua por haber matado a Fernando Pastorizzo de dos balazos, la perfecta asesina, le confesó a su abogada que el verdadero asesino fue su padre, Marcelo Galarza. A raíz de esta declaración Leyenda pidió la revisión del juicio que le fue denegada.
Queda una sola instancia de apelación a la que apuesta la defensa: el recurso en queja directo a la Corte Nacional, esta vez, además de demostrar que el juicio no tuvo perspectiva de género, Raquel Hermida Leyenda va por el desentramado familiar donde, según ella, la violencia de género y el crimen están naturalizados.
¿Cómo fue el encuentro con Nahir?
-Me encontré con una chica desesperada, me había llamado hacía varios días porque quería hablar conmigo, porque se había dado cuenta de que su padre nunca iba a decir la verdad. Ella estuvo esperando cuatro años a que su padre dijera la verdad.
¿Era un arreglo que tenían?
-No era un arreglo, era un mandato de padre a hija. Una hija que le tiene más miedo al padre que a estar presa.
¿Por qué decidió hablar ahora?
-Por varias cosas. Por un lado, Marcelo Galarza cobró un dinero por la serie ficcionalizada de Nahir, se compró una chacra en Gualeguaychú y se fue a vivir allá. Entonces ella se dio cuenta de que el padre nunca iba a confesar. Por otro lado, la doctora Alicia Castro le hizo un psicodiagnóstico, donde Nahir pudo contar que había sido abusada durante muchos años por su tío paterno. A raíz de esto comienza a tomar terapia y me cuenta, por ejemplo, que la primera vez que se sintió libre fue cuando estaba en la cárcel. Entonces yo le pregunto "¿Cómo libre en la cárcel?". El padre le decía todo lo que tenía que hacer y lo que no. Era un quemacoco. Ella me dijo que la primera vez que se bañó tranquila en su vida fue en la cárcel. Si hay un lugar donde no podés estar tranquila para bañarte, es la Unidad Penitenciaria.
¿Cuándo se enteró Nahir de que el padre había cobrado ese dinero?
-Hace un mes aproximadamente. Se lo cuenta cuando la va a visitar a la cárcel y entonces ella advierte que su padre no tenía planeado decir la verdad. Nahir no quería contarle nada a nadie, quería que el que hablara fuera el padre.
¿Por qué te elige a vos?
-Dice que conmigo se siente acompañada y que la madre es muy débil para todo lo que hay que afrontar. “Papá te tiene mucho miedo”, me dijo, y después me pidió tres cosas: que denuncie a su tío por abuso, a su papá por violencia de género hacia su mamá y que pida seguridad para ellas.
¿Nahir volvió a hablar con el padre después de la declaración?
-No. No lo quiere atender.
En esta hipótesis, ¿cuáles fueron las instancias judiciales y estatales de encubrimiento hacia Marcelo Galarza?
-En primer lugar, el fiscal a cargo de la investigación, Sergio Rondoni Caffa, no investigó nada. Cuando tenía que estar investigando, estaba de vacaciones acá en Palermo, dando entrevistas a Mauro Viale. Lo que se llama investigación penal preparatoria casi no existió. En segundo lugar, el rol de Víctor Rebosio, que fue el abogado que tomó la causa desde el principio. Se reunió con Marcelo Galarza cuando sucedió el hecho, sin que estén presentes ni Nahir ni la madre. Acá, lo único que cambia es quién tiró. Al padre nunca le hicieron una prueba de parafina. Esa prueba se la hicieron a la madre, que no tenía nada que ver. Y a Nahir, que le dió negativa.
¿Sabías que te iban a rechazar la revisión del juicio?
-Claro. Mi estrategia es llegar a la Corte Suprema. Yo agoté todas las instancias. De Paraná lo trasladaron a Gualeguaychú, donde nadie quiere investigar nada. Vos fijate que el crimen se cometió el 30 de diciembre y el juicio tenía fecha para el 15 de febrero. ¿Cuándo viste que la Justicia funcione así de rápido?
Si tu estrategia funciona y se realiza un nuevo juicio, ¿cuáles serían los ejes para que haya perspectiva de género?
-En el derecho penal argentino existe lo que se llama “amplitud probatoria”, es un principio en el que se les permite a las partes hacer uso de todas las pruebas. Es muy raro que se les nieguen pruebas a las partes; esas pruebas le fueron negadas a la defensa de Nahir. Había como un cierto apuro por condenar a Nahir Galarza. Tiene que haber un juicio real y no algo trucho y rápido, como fue este juicio. Tiene que haber amplitud probatoria. Esto quiere decir que haya pericias psicológicas de la relación entre Nahir y Fernando, que se analicen las comunicaciones telefónicas entre Nahir y su padre. Que se le haga una pericia psicológica y psiquiátrica al padre de Nahir y a la madre. Todo esto para determinar cómo es la forma de esta familia y qué se oculta.
¿Silencio de familia?
-Sin duda, y es lo que en derecho se llama “temor reverencial” a la inacción de un hijo sobre su padre. En el caso de Nahir era terror. Nahir no podía decidir, ella tenía que hacer lo que pedían sus padres.
¿Cuál es la situación actual del padre y la madre de Nahir?
-La situación actual es que el padre vive en la chacra y la madre vive en un departamento alquilado en Paraná, con su hijo autista. Están separados. Después de la denuncia que realizamos por violencia de género, le dieron el botón antipánico.
¿Y Nahir?
-Ella quiere estar sola. No quiere hablar con nadie de la familia, quiere estar tranquila, quiere seguir terapia. Después de un tiempo quiere ver a la madre, porque quiere que ella también se fortalezca. A pesar de que, desde que Nahir está detenida, la madre ha logrado decir “no” a un montón de cosas porque no le cerraban, la realidad es que quien le cuenta a la mamá- por pedido de Nahir- que quien había disparado había sido el padre, soy yo.
¿Y cómo reaccionó ella?
-Lloró porque su hija había estado cuatro años en la cárcel por culpa de su padre. Tampoco es que fue una sorpresa para ella, como si supiera que pasaba algo, pero no sabía qué era exactamente. Después Nahir se sentía mal por su madre, y yo le dije "¿por qué tu mamá te llama llorando si la presa sos vos?" De alguna manera, la madre llama a Nahir diciéndole por qué no había hablado antes y de alguna manera termina nuevamente siendo la culpable. En esa familia se naturalizó la violencia de género y se naturalizó el crimen. Marcelo Galarza tiene varios antecedentes, uno por homicidio y otros más leves, que obviamente fueron tapados.
El caso de Nahir revela muchísimos prejuicios machistas, dar cuenta de “ellas también matan” y justificar los femicidios con el discurso “pasa de los dos lados”.
-Sí. La de Nahir fue sin duda una condena para tapar el femicidio de Micaela García. En Entre Ríos hay muchísimas mujeres condenadas de esta manera, y lo que pasa ahora es que el sistema que condena tiene miedo. Yo sostengo que me retiro de mi profesión ganando en la Corte un nuevo juicio para Nahir Galarza.