Página 12 en Perú

Por CarlosNoriega

Desde Lima.

Otro miembro de clan Fujimori es puesto en el banquillo de los acusados y podría ir a prisión. Esta vez se trata del excongresista Kenji Fujimori, el menor de los cuatro hijos del encarcelado exdictador Alberto Fujimori. Este miércoles se inició el juicio a Kenji por intentar comprar votos en el Congreso en 2018 para salvarlo al entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski de un proceso de destitución en el Parlamento. Antes Kuczynski había indultado a su padre, indulto ilegal que luego fue anulado por las autoridades judiciales. Kenji está acusado de tráfico de influencias y cohecho, y la fiscalía pide una condena de 12 años de prisión. Junto con él, están procesados otros dos exlegisladores fujimoristas y uno de sus asesores.

Marca de familia

La corrupción es en una marca de la familia Fujimori. El exdictador está encarcelado -en una prisión VIP- desde 2007, cuando fue extraditado desde Chile, condenado a 25 años por crímenes de lesa humanidad, y también sentenciado por varios cargos de corrupción. Keiko, la hija mayor, tres veces derrotada candidata presidencial, está acusada de lavado de dinero y obstrucción a la justicia por el financiamiento de sus campañas electorales con millones de dólares negros entregados por poderosos empresarios, y en los próximos meses deberá enfrentar un proceso judicial con un pedido de la fiscalía de 30 años de prisión. Por este caso ya estuvo varios meses en la cárcel bajo detención preventiva. Ahora le ha llegado al turno al menor de un clan familiar que es sinónimo de autoritarismo y corrupción.

Las pruebas que tiene la fiscalía contra Kenji por la compra de votos en el Congreso se originan en una escabrosa historia familiar de ambición y traiciones. Fue su hermana Keiko quien movió los hilos para poner al descubierto el operativo montado por Kenji para comprar votos a favor de Kuczynski. En marzo de 2018 se promovía en el Congreso un pedido para destituir al presidente Kuczynski, era el segundo intento, y Kenji comenzó a comprar votos para respaldarlo. Su hermana decidió delatarlo.

Guerra entre hermanos

La historia de esta guerra entre hermanos motivada por la ambición de poder había comenzado meses antes. En diciembre de 2017, Keiko, que controlaba el Congreso donde tenía mayoría absoluta, promovió un primer intento de destitución de Kuczynski, que había asumido en julio de 2016, por “incapacidad moral”. Se habían denunciado los negocios oscuros del mandatario con la constructora brasileña Odebrecht, ocurridos años atrás cuando había sido ministro. Pero a Keiko no le preocupaba el tema de la corrupción, lo que ella quería era destruir al presidente con quien coincidía en mucho políticamente pero del que quería vengarse por haberla derrotado en la elección presidencial por apenas poco más de 40 mil votos -derrota que nunca aceptó, igual que no ha aceptado su reciente derrota ante el actual presidente Pedro Castillo-, y con ese golpe buscaba ganar más poder cuando era amenazada por las investigaciones judiciales en su contra por lavado. Entonces Kenji encabezó una rebelión interna de diez legisladores fujimoristas que votaron a favor de Kuczynski, votos que salvaron al mandatario. A cambio de esos votos Kenji había negociado con el presidente el indulto a su padre, que se dio días después, en la noche de Navidad. Keiko estalló en furia. Su hermano ganaba espacio al interior del fujimorismo y con su padre libre y alineado como estaba con Kenji, el hijo predilecto, veía amenazada su jefatura en el partido de los Fujimori.

Tres meses después, en marzo de 2018, Keiko vio la oportunidad de contraatacar. Por segunda vez se promovía la destitución de Kuczynski en el Congreso y el resultado era incierto. Keiko se enteró que su hermano buscaba volver a romper su bancada captando nuevos votos para otra vez salvar a Kuczynski, al que Kenji apoyaba decididamente desde que había indultado a su padre. Keiko mandó a uno de sus congresistas como señuelo. El legislador Moisés Mamani se mostró dispuesto a negociar su voto y se reunió con Kenji y otros dos congresistas que operaban junto a él. A Mamani le ofrecieron apoyo del Ejecutivo con mayores presupuestos y obras para su región, y puestos en el gobierno para sus allegados. Le aseguraron que otros congresistas ya habían aceptado ese trato. Mamani grabó todo con una cámara y un micrófono escondidos. El partido fujimorista manejado por Keiko convocó a una conferencia de prensa para difundir los videos en los que Kenji aparecía intentando sobornar, a nombre del gobierno, a un congresista para comprar su voto. Días después, Kuczynski renunció a la presidencia. Y poco después, Kenji sería desaforado del Congreso con los votos controlados por Keiko, y la fiscalía le abrió investigación.

Reconciliación

Hace unos meses, los hermanos en guerra se reconciliaron, al menos para las cámaras, como parte de la campaña electoral presidencial que Keiko terminó perdiendo nuevamente. Ahora Kenji debe enfrentar a los tribunales y a la posibilidad de ir a prisión gracias a las pruebas de los sobornos que ofrecía obtenidas y hechas públicas por su hermana Keiko. Ella espera su turno de estar frente a los tribunales. Corrupción, crímenes, tribunales y cárcel, el destino de los Fujimori que tiene un nuevo capítulo.