El Fondo Monetario Internacional y Juntos por el Cambio vuelven a estar del mismo lado. Le ponen condiciones al Gobierno para arreglar el problema que generaron entre ambos, una deuda impagable de 45 mil millones de dólares. Los criterios que utilizaron para aprobar a toda velocidad aquel acuerdo, de espalda a los argentinos, sin pasar por el Congreso, son los mismos que quieren imponer ahora en la negociación: ajuste fiscal y monetario, generación de saldos exportables para obtener divisas para pagar la deuda, tarifazos de luz y gas, quita de retenciones a las exportaciones agropecuarias y rebaja hasta la mínima expresión del impuesto a los Bienes Personales.
Qué pide Juntos por el Cambio
"Podemos acompañar un acuerdo con el FMI si es razonable", planteó Patricia Bullrich como línea política de Juntos por el Cambio. Tras ella, los diputados Luciano Laspina, Martín Tetaz, Ricardo López Murphy, Cristian Ritondo, entre otros, y el ex ministro de Energía, Juan José Aranguren, le dieron contenido a esa expresión con la presentación de proyectos en el Congreso y propuestas ante la opinión pública sobre lo que habría que hacer con la economía.
"El sistema eléctrico falla por falta de inversión por el atraso tarifario", dijo Aranguren, mientras Mauricio Macri y María Eugenia Vidal reprocharon los apagones actuales y dieron crédito al argumento del exCEO de la Shell, ignorando los tarifazos y los graves cortes de servicio ocurridos entre 2016 y 2019.
Laspina y los otros diputados, por su parte, se quejaron de la presión fiscal y presentaron una iniciativa para bajar radicalmente el tributo a los Bienes Personales, como ya lo habían hecho en el gobierno de Cambiemos. "Se logrará beneficiar especialmente a la clase media baja aumentando el mínimo no imponible a 10 millones de pesos", llegó al absurdo un posteo del diputado Gerardo Milman donde enumera los aspectos principales del proyecto. La clase media baja se encuadra en el monotributo, muy lejos del patrimonio que se requiere para pagar Bienes Personales, que en la actualidad alcanza solo a los 500 mil contribuyentes de mayor riqueza del país.
"El acuerdo con el Fondo no puede ser 'subite al auto y vamos a matarnos juntos'", dijo a su vez Ritondo, presidente del bloque de diputados del Pro. El préstamo por 57 mil millones de dólares que firmó en su momento el gobierno de Macri, de los cuales se desembolsaron 45 mil millones porque Alberto Fernández rechazó seguir elevando el monto de la deuda, fue exactamente eso: subir a la Argentina a un auto que se estrelló. El costo de repararlo pesará por generaciones.
A modo de referencia, construir 140 kilómetros de autovía en las rutas 11 y 56, que llevan a la costa bonaerense, demandó 185 millones de dólares que puso la actual administración. Es menos del 0,5 por ciento del crédito de Macri con el Fondo Monetario para realizar una obra esperada por décadas. De los 45 mil millones que recibió Cambiemos no quedó nada, ya que las divisas se las llevaron los especuladores financieros que habían venido en 2016 y 2017 atraídos por las altas tasas de interés.
El FMI avaló aquel proceso y no puso reparos para entregar el dinero. El plan económico que diseñaron Nicolás Dujovne y Federico Sturzenegger, en sintonía con los planteos del organismo, debía lograr la estabilización de la economía, que venía sacudida de devaluación en devaluación, y poner al país de pie. Macri estaba tan entusiasmado que hasta pedía a los argentinos enamorarse de Christine Lagarde, la titular del FMI.
La comparación de las proyecciones del programa que se pactó en 2018 con los resultados que efectivamente se produjeron sirve para evaluar la razonabilidad de las políticas aplicadas, que en buena medida son las mismas que Juntos por el Cambio y el FMI le reclaman al gobierno del Frente de Todos: un severo ajuste fiscal y monetario para empezar, y a eso la actual oposición le agrega dosis de tarifazos de servicios públicos y rebaja de impuestos a sectores concentrados.
Al FMI todas las cuentas le salieron mal
En aquel acuerdo no faltaba optimismo. Según lo esperado por los técnicos argentinos y del FMI, gracias al apoyo financiero la economía nacional saldría de la crisis y lograría un crecimiento del 2,8 por ciento en 2019. "Luego de cuatro modificaciones a la baja, el Fondo disminuyó su estimación a una contracción del PIB del 1,3 por ciento. Pero ese pronóstico tampoco se cumplió: la actividad cayó 2,3 por ciento", repasa el último informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE).
"De manera similar, el organismo señalaba en su primer estudio que la deuda pública total como porcentaje del PIB para 2019 sería del 50,6 por ciento. Luego de varias modificaciones al alza, en la última proyección se indicó que sería del 76,9 por ciento. Esto tampoco se cumplió: la deuda pública como porcentaje total del PIB para 2019 resultó del 88,1 por ciento", agrega el estudio.
"En cuanto a la inflación, el Fondo esperaba en las proyecciones del acuerdo stand-by original que en ningún caso superaría el 30 por ciento, llegando al 12 por ciento en 2020, casi un dígito. Y si bien en las diversas revisiones posteriores este planteo fue corregido, en ningún caso logró aproximarse a lo que finalmente sucedió. La realidad indicó para 2019 una inflación del 53,8 por ciento", recuerda FIDE. Es el registro más alto en más de treinta años, incluso por arriba del 50,9 por ciento de 2021, un nivel intolerable que tuvo como una de las motivaciones la pandemia del coronavirus y su impacto al alza de los precios internacionales de los alimentos, la energía, la logística y los insumos industriales. Por esa razón hasta Estados Unidos soportó el año pasado la inflación más alta desde 1982, con 7 por ciento, y lo mismo sucedió en la enorme mayoría de los países. Sin nada de eso, con 45 mil millones de financiamiento, a Macri y sus economistas neoliberales la inflación se les fue al 53,8.
"El FMI también estimaba de forma optimista en la primera versión del acuerdo el nivel
de reservas para 2019, que llegaría a 75 mil millones de dólares y creciendo. Luego, esa
estimación se fue reduciendo.
En la última revisión de 2019 se esperaba que la
Argentina cerrase con reservas por 59,7 mil millones de dólares. Sin embargo, el saldo fue mucho menor, de tan solo de
44,8 mil millones.
Es decir, el organismo sistemáticamente erró las
proyecciones por excesivamente optimistas", concluye el documento.
La oposición ahora da vueltas para aceptar una reunión informativa sobre la marcha de las negociaciones con el ministro de Economía, Martín Guzmán. Todo muy razonable.