Avanzar con la vacunación es el único camino posible para salir de la pandemia de coronavirus, un virus que tal vez vuelva a mutar con otras variantes pero cada vez con menos fuerza en tanto se avance en inmunizar lugares del planeta donde todavía el virus tiene margen para hacer daño. Mientras tanto, aquí la inmunidad está en buen nivel a pesar del relajamiento social y del negacionismo explícito. Tales conclusiones integran la mirada de este momento de la pandemia del doctor Oscar Botasso, investigador superior de la UNR y el Conicet, ex-director del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario y profesor asociado de la Facultad de Ciencias Médicas UNR en área posgrado. Ante un panorama que exhibe aglomeraciones de turistas en centros de veraneo, escalada de contagios como consecuencia directa, saturación de centros de testeo, incremento de las internaciones y la persistencia latente de la cultura antivacunas, este médico rosarino le opone la simple demostración científica para fundamentar la política sanitaria encarada.
"La ciencia hace una crítica de lo que se publica. Una publicación es un objeto de estudio, es un recorte del mundo real, no es lo real. Uno puede decir 'yo creo en tal músico, tal periodista, tal equipo de fútbol', pero en la ciencia las creencias deben estar validadas para instalarlas. Cuando uno investiga intenta aumentar el bagaje de creencias justificadas. La ciencia procura que estemos menos desorientados ante los problemas que nos atraviesan en la vida: ecología, enfermedad, radiación, etc. Y es el trabajo de una enorme comunidad científica que a medida que uno va cobrando seguridad en ese conocimiento hace algunas declaraciones, lo difunde. Pero no es una verdad absoluta. Si lo fuera, sería un dogma y eso en la ciencia no existe, pero sí hay un buen nivel de certeza", introdujo Botasso en diálogo con Rosario/12.
El especialista explicó desde allí la sólida validación científica de las vacunas contra el covid. Habló de los ensayos clínicos, su eficacia comprobada, luego la aplicación masiva, la ratificación de su efectividad. "Los estudios de efectividad este año ya dicen que son vacunas nobles y que protegen de la enfermedad en casos moderados a graves, lo que lleva a la internación, lo que preocupa a las familias, a los gobiernos, etc, pero no protege de infectarse con modo asintomático o leve. Y a pesar de que no le pase, se la puede contagiar a otro que viene con el paso cambiado y la contrae", resumió.
"Primero logramos la eficacia, luego la efectividad y ahora decimos que estas vacunas dan un razonable grado de protección para la enfermedad covid, no para la infección. Ergo, es muy recomendable vacunarse. Lo que está pasando en este momento es la gran franja de individuos vacunados, con infecciones pero los servicios no están sobrepasados como en 2020 o 2021. Es una creencia justificada porque fue validada por estudios ensayo clínico y observación en el mundo real", reforzó Botasso.
—¿Qué pasa para que tantos crean en una creencia no validada por la ciencia? -preguntó este diario.
—El primero en poner a rodar esta pelota fatídica fue un médico británico en 1996, Andrew Wakefield, lo que hoy llamaríamos un negacionista. Publicó en The Lancet que algunas enfermedades de la pediatría podían deberse a las vacunas. Creó un revuelo de la Madonna. Lo investigaron y resultó que sus estudios tenían serios problemas éticos y datos trampeados. Se ganó un juicio del Colegio Real de Médicos de Gran Bretaña y fue exonerado como médico. La gente sigue prestando atención a eso que fue falseado, y no lee que eso fue escandaloso, rastrero, mentiroso. Hay una necesidad de aferrarse a maniobras conspirativas que no se saben de dónde vienen. Cuando miramos el mundo moderno y andamos en la calle, todo el mundo mirando celulares, nos tienen prendidos de las narices y nos llevan a mirar y pensar lo que nos instalen semana tras semana y eso sí es un arreo masivo.
—Un planteo negacionista es la duda por los efectos a largo plazo de la vacuna.
—Existen tres plataformas de vacunas en uso, una es la de las inactivadas, la misma que aplicó Salk a mediados del siglo pasado para la polio, otras que se usaron para Ébola, y las más novedosas basadas en el ARN, que para aquietar las aguas es necesario resaltar que duran muy poco dentro de la célula y no se puede integrar al genoma. No hay nada dentro del cúmulo de datos científicos algo que pueda alentar una sospecha una especie de alerta. Así las cosas, resulta difícil, al menos para mí, dilucidar las razones por las cuales se esgrimen argumentos muy descalificadores. Lo que sí hemos aprendido que en la relación riesgo/beneficio sale ganando la vacunación. Lo cual no quiere decir que vayamos a arrasar con los riesgos, toda intervención médica acarrea algo de eso, hasta tomar aspirinas si se quiere, pero en su debida dimensión, y correctamente sopesado.
—Es curioso cómo la humanidad, como especie, boicotea a sí misma las soluciones que produce.
—Desde la biología evolutiva, todo lo que funciona se preserva y queda para la descendencia y nada se pierde. Nos hemos preguntado hacia dentro porqué existen estas creencias y el primero que tiró la piedra fue Wakefield, y parece que la gente no se quiere enterar de la verdad. Recuerdo la Fiebre Hemorrágica Argentina: la vacuna la preparó un científico argentino en un laboratorio de las Fuerzas Armadas de EEUU, imaginemos lo que hubiese sido: no tendríamos vacuna contra la FHA porque habrían dicho que es un mecanismo para controlarnos... Era un buen producto digno de ser probado y terminó siendo efectivo y ese drama desapareció. Creo que 30 años después las campañas de conspiración habrían sido terribles. En los 90 no, por suerte.
—Con lo transitado de esta pandemia ¿qué grado de inmunidad tiene hoy la población, vacunación mediante?
—En Santa Fe andamos muy bien, mucha gente con las 2 dosis y alrededor de un 20% con 3. Podemos tener inmunidad naturalmente, por infectarnos, o artificial por vacunarse. Obvio que la forma que más inmunidad proporciona es cuando uno se infectó y la pasó bien. Las vacunas también dan inmunidad pero ahora estamos aprendiendo cuánto duran los anticuerpos, y a raíz de las variantes hay una nueva circulación entonces se requiere reforzar los niveles de inmunidad. Estamos en un nivel de inmunidad comunitaria muy aceptable.
—¿Y ante las variantes que puedan ir apareciendo?
—Pueden que generen estas infecciones disruptivas, pero aquello que ante la primera exposición al sistema inmunológico le llevaba 15 o 20 días armarlo, ahora lo hace mucho más rápido y el proceso es mucho más acotado. No significa decir que esto es una simple gripe. No. Hay gente a la que le causará problemas y requerirá internarse. O sea, qué bueno estar vacunados, pero no lo arruinemos; sigámonos cuidándonos con distanciamiento, barbijo y demás. Porque alguno que viene con una comorbilidad la va a pasar mal y es evitable e innecesario. Gracias a todo esto el sistema hoy no está zozobrando como en su momento nos tocó pasar.
—No, pero la internación por covid viene en aumento.
—Sí, vemos en los medios lugares de concentración de personas sin barbijo... por probabilística ahí dentro de esos miles hay gente con comorbilidades y ante una masividad de exposición como se está produciendo hay más chances de producir casos severos. Todavía no podemos vender la piel del oso porque no lo hemos cazado.
—¿Acuerda con los cambios en el criterio de aislamiento y contactos estrechos?
—Son decisiones que deben tomarse de acuerdo a lo que va pasando acá, en el exterior. Todavía no hay diario del lunes y trabajamos paso a paso. Hoy hacemos esto y vamos midiendo los números, si resulta, y si no daremos un paso atrás. Cuando todo esto termine, haremos el gran balance y sabremos quiénes lo hicieron mejor. Pero en una pandemia no hay nadie exento, y no es un virus que se transmite por un mosquito o agua contaminada, se transmite porque respiramos y no podemos dejar de respirar.
—¿Acuerda con que el final de la ola está cerca o que la pandemia empieza a declinar?
—Las variantes siempre tienen más probabilidad de prosperar en poblaciones muy vulnerables por la edad, por las comorbilidades. Allí el virus en lugar de juguetear una semana se puede quedar 15 días, un mes o más. Entonces donde hay tanta permisividad para su replicación hay más chances de generar variantes. Ya hemos visto que casi todas las variantes surgieron de gente con alta susceptibilidad, y hay que estar atento porque esto es planetario y hay muchos lugares del mundo donde los niveles de vacunación no son aceptables y allí pueden volver a surgir nuevas variantes. No se cuánto podrá el virus seguir mutando sin ver afectada su propia capacidad de causar enfermedad. Porque tiene una información genética limitada y no puede hacernos tantas gambetas. Pero quien se quema con leche ve la vaca y llora, como han aparecido tantas variantes podría haber alguna más, aunque quizás ya no sea como las anteriores pero reaviva la llama. Hago votos para que en 2022 se avance en los lugares donde todavía no hay buenos niveles de vacunación y se avance en la inmunidad colectiva. Ese será el viraje importante en la evolución de la pandemia.