Hace años que los mercados de pases traslucen la debilidad económica de la gran mayoría de los clubes argentinos. Y el actual mercado no escapa a la regla. Sólo Boca parece dispuesto a poner dinero sobre la mesa para reforzar su plantel: de hecho, le comprará a Olympique de Marsella el 100% del pase de Darío Benedetto y adquirió en 2.600.000 millones de dólares, la totalidad de la ficha del zaguero Jorge Figal al Inter de Miami. Del resto de los equipos, Racing fue el único que hizo un gran esfuerzo y le pagará 3.300.000 de dólares a Xolos de Tijuana (México) por el 50% de los derechos federativos del colombiano Edwin Cardona. San Lorenzo por su parte, estuvo mucho más modesto: apenas arriesgó 350.000 dólares por el 50% del pase del extremo cordobés Malcom Braida.

El resto de las operaciones se hicieron o se están haciendo con jugadores a préstamo o en calidad de libres, sin cargo y con una opción lo suficientemente alta como para vaticinar que resultará imposible poder comprarles el pase al término del contrato. Con el dólar a 209 pesos en el mercado extraoficial y con futbolistas inflexibles habituados a cobrar sus contratos en moneda dura o en pesos pero a valor dolar, los clubes salen al mercado a conseguir lo que se puede aunque a los hinchas se les diga que van por refuerzos de jerarquía. Las consecuencias aparecen a simple vista: planteles volátiles que se arman y desarman cada seis o doce meses y clubes descapitalizados que funcionan más como locadores de servicios de terceros que como entidades deportivas cuyo principal activo son sus jugadores.

Ni siquiera River escapa a esta regla. Sus tres incorporaciones ya confirmadas (Emanuel Mammana, Leandro González Pirez y Tomás Pochettino) llegaron a préstamo por un año. Mamanna en condición de libre y González Pires (Inter de Miami) y Pochettino (Austin FC) con una opción a ejecutarse en diciembre de este año. También como libre firmará pronto el colombiano Juan Fernando Quintero quien regresará al club luego de haber conseguido desvincularse del Shenzhen de China.

Si esa es la política de River, resulta imaginable la del resto de los equipos que manejan billeteras mucho más escuálidas. Quedó dicho: Racing metió la mano hasta el fondo de sus arcas para darle el gusto a su técnico Fernando Gago y traer a Cardona. Después se manejó con prudencia: Gabriel Hauche firmó como libre por dos años y el lateral Facundo Mura llegó a préstamo desde Estudiantes, tras haber jugado bajo la misma condición en Colón. En la misma condición, San Lorenzo sumó al paraguayo Adam Bareiro (sin cargo y con opción por una temporada) y a Ricardo Centurión (por un año con opción). Centurión es un caso raro: su pase pertenece por mitades a Racing (su club de origen) y Vélez, pero no jugará en ninguno de los dos.

El remanente de las operaciones es un auténtico show del préstamo y el pase libre. Nadie le compra nada a nadie y todos buscan rescatar a precio de costo lo que se puede de un mercado en el que abundan los jugadores sueltos con la ficha en su poder. Tal es el caso de Lisandro López, quien extenderá un año más su carrera en Sarmiento de Junín y de Fernando Tobio quien de esa manera llegó a Huracán, adonde también jugarán un año a préstamo con opción, el volante Federico Fattori y el lateral chileno Guillermo Soto.

Estudiantes trajo libres hasta el 31 de diciembre a Emmanuel Más, Mauro Boselli, Hernán Toledo y Ezequiel Muñoz (que se fue de Independiente sin haber podido jugar un sólo partido). Rosario Central hizo lo mismo con el arquero Gaspar Servio y el volante Walter Montoya, que tendrá su segundo ciclo en la institución, Banfield repatrió de esa manera a Enrique Bologna y Darío Cvitanich, Platense a Gonzalo Bergessio y Aldosivi a Matías Pisano, a quien acompañarán también como libres, Santiago Silva (quien volverá a jugar en Primera luego de una suspensión de dos años), Tomás Martínez y Marcelo Meli. En busca de minutos, también irán a préstamo por un año a Mar del Plata dos juveniles de la Reserva de Boca: el arquero Agustín Lastra y el defensor Nahuel Valentini.

Lisandro López con los colores de Sarmiento. (Prensa Sarmiento)

Los recién ascendidos Tigre y Barracas Central no podían ser excepciones a esta regla: el equipo de Victoria trajo así por un año al defensor Nicolás Demartini, al volante de Boca Agustín Obando y al delantero Facundo Collidio al que alguna vez Boca vendió como promesa al mismísimo Inter de Milán. Al club de la familia Tapia llegaron como libres y a préstamo entre otros el arquero Rodrigo Saracho, el mediocampìsta Jonathan Blanco y el atacante Pablo Mouche. Y hasta Talleres de Córdoba, con reputación de ser uno de los clubes mejor administrados, apuesta a los juveniles a préstamo: de esa forma, por un año y con una opción por el 70% del pase, arribó desde Lanús el volante Matías Esquivel y lo hará esta semana, el lateral izquierdo de Vélez Tomás Cavanagh.

Resulta llamativo pero no tanto advertir que en esta ligera reseña no figura Independiente. El Rojo de Avellaneda mira todo desde afuera: con cuatro inhibiciones en curso por los pases impagos de Fernando Gaibor, Pablo Hernández, Carlos Benavídez y Jonathan Herrera y una sentencia en contra de 5.550.000 millones de dólares por la compra del paraguayo Cecilio Domínguez, no pudo incorporar jugadores en el mercado de invierno y tampoco lo puede hacer en el actual. Con el agravante que ni siquiera está en condiciones de retener a sus mejores jugadores: el goleador cordobés Silvio Romero acaba de irse a Fortaleza de Brasil a cambio de 150.000 dólares.

Silvio Romero, de Independiente al Fortaleza brasileño.

Mientras los equipos brasileños siguen yendo a Europa a reforzarse de cara a la próxima Copa Libertadores, el fútbol argentino no puede zafar de la endémica debilidad de la economía nacional. Lo peor de todo es que la solución está fuera de su alcance. Si hace más de 50 años que no puede competir con el poder del dinero de Europa, México o la MLS de los Estados Unidos, ahora se ha quedado atrás, incluso, de plazas como Chile, Perú, Ecuador y Paraguay que antes no resultaban deportivamente interesantes para jugadores, técnicos y representantes y ahora si lo son porque pagan en moneda dura y con puntualidad.

Los dirigentes vuelven a mirar a la televisión como solución al desbarranque: el contrato que en 2017 equivalía a 100 millones de dólares, cuando el gobierno de Mauricio Macri acabó con el Fútbol para Todos y entregó los derechos a la alianza Fox (ahora ESPN)-Turner, hoy equivale a poco más de 40 millones. "No busquen más, sin plata no hay jerarquía, hay que actualizar", sostiene Cristian Malaspina, el presidente de Argentinos Juniors y vice 1ª de la Liga Profesional. Quizás por eso los grandes pases hace rato que son cuestión del pasado. Y los jugadores van y vienen.