Claro que todos recuerdan a Sir Roger Moore por 007, pero uno que no olvida aquella televisión blanco y negro de los '70 no puede evitar a Dos tipos audaces. Es curioso, porque la serie apenas se filmó durante un año y tuvo solo 24 episodios, y quizá por eso era usual cruzarse con la enésima repetición. No importaba: Moore era el atildado Lord Brett Sinclair, y su socio era nada menos que Tony Curtis como Danny Wilde, un desertor del ejército estadounidense reconvertido en magnate del petróleo. La idea había nacido de uno de los últimos episodios de El Santo, donde Templar unía esfuerzos con otro petrolero; de hecho hubo varios actores y vehículos que aparecieron en ambas series.
El disparador de The Persuaders! era tan ridículo como tantos de las series de aquellos años: Sinclair y Wilde se cruzaban en un bar de la Riviera francesa, se odiaban instantáneamente, se tomaban a golpes, rompían todo y terminaban presos. Para evitar la cárcel, el juez Fulton los enrolaba para resolver casos en los que la policía fracasaba. Todo ello entre autos veloces (Sinclair era ex campeón de carreras, y solía andar en... un Aston Martin), lanchas, mujeres bellas y rufianes indisimulables, y escenas en las que el dúo desarrollaba una química encantadora. La idea, y los diálogos entre ese par tan diferente (el piloto fue escrito nada menos que por Brian Clemens, responsable de Los Vengadores), funcionaban.
Algunos años después, un productor reveló que Curtis vivía fumando marihuana y que por ello, a pesar de la buena respuesta y unos cuantos premios, el inglés no quiso hacer un segundo año. Además, le había quedado un contacto que le daría grandes alegrías: otro detalle característico de Dos tipos audaces era su notable música de apertura, donde se contaba rápidamente la historia de los dos personajes. El autor de ese tema y de la sugerente música incidental era un tal John Barry, el mismo que le dio forma a la inmortal melodía de 007. Templar y Sinclair se preparaban para convertirse en Bond.